Me doy cuenta que sin darme cuenta ya soy parte.
Soy parte, estoy dentro y no menos culpable que cualquiera.
Como cualquiera, sigo al pie de la letra las indicaciones, creyendo que hago las cosas bien.
Bien acepto lo que me dicen desde que despierto hasta que duermo nuevamente, critico, reprocho y lo alimento, dándole forma.
Forma me da, me educa como quiere, como le conviene, creo que aprendo, que me nutro, pero no son más que mentiras, vivo rodeado de fantasía y sólo me enseñan como funciona.
Funciona quien me educa como un derrotado, un aceptante.
Aceptante, me veo formado con un montón de valores ficticios que creo verdaderos y que en algún momento transmitiré. Valores que ya he transmitido, desembocaduras del pensamiento religioso que tanto rechazo y que se burla de todos, que nos maneja y saca lo peor de cada uno haciéndonos creer capaces de la verdad.
En verdad, rechazo y reprimo mis instintos, los creo equivocados, cuando en realidad es lo único puro que aún conservo.
Conservo mi cuerpo y mente polucionada, la mentira se convierte en la mejor arma de supervivencia, cada vez lo hago mejor, es preocupante porque hace un tiempo que la practico conmigo mismo.
Nano
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