viernes, 28 de febrero de 2014

La Caldera

Sentí el chiflido de la caldera y no logré sacarla en el momento justa antes que el agua se desbordara. ¡Otro día de mala suerte! Odiaba hacer esas idiotas apuestas conmigo misma. Ellos volverían a tratarme de la misma irritante manera y yo nuevamente tendré la falta de coraje suficiente para no responderles tales ofensivas ofensas. Él no me llamara y yo procuraré pensar que la culpa de todo la tiene la caldera; intentaré perdonarlo y esperaré con ansias su llamado el día siguiente; caminaré por la misma calle que el temido viejo, creeré en dios por unos segundos y rezaré para que me proteja, quizás me tire piedras y yo tan concentrada en mis plegarias las sentiré justo cuando lleguen a mi brazo y me retuerza por ese temido dolor. Me costara dormirme, quizás ni pueda hacerlo, tomaré las pastillas que el médico insistió que abandonara, probablemente sueñe, que la caldera nunca se desbordó.

g.

miércoles, 26 de febrero de 2014

para vos

un día, hermoso, después de vernos y querernos, no se como fue que paso pero vos comentaste que no escribía nada sobre vos. era cierto, yo ya lo había pensado. esos días particularmente no eran de los más productivos pero con vos era una cosa imposible. pero es que, ¿como puede uno escribir de algo que es hermoso, simple y real? sencillamente no se puede, esas cosas solo se viven, esa energía es el momento. te lo expliqué y me sorprendió, como tantas veces, lo claro que lo entendistes

hoy quiero decirte, estabas hermosa, una piel suavecita, como queriendo ser morocha pero bien blanca, entregada a los besos mas dulces y sutiles, te contemplo, bien formada, una mujer linda, proporcionada en curvas, una cara sutil que contiene la locura civilizada de la madurez, me atrajo, me atrae. y tu feminidad al máximo, atrapante, tus ojos perdidos de placer y lujuria dejándote amar o comiendo a la presa, versátil, un síntoma del buen amor.

paso el tiempo, nuestros caminos se abren y el recuerdo hace eco, la risa aguda y dulce de una niña me despierta del letargo, la hora del ejercicio literario, el paso final del alma feliz, te escribo, te puedo entonar poemas, prosas y cosas hermosas, para dejar constancia de todo este torrente implacable y hermoso que me atraviesa del cual no puedo más que maravillarme, gracias pequeña, gracias por la ternura incondicional de lo simple


tito

lunes, 24 de febrero de 2014

El camino largo

Descartar el atajo no es tan fácil,
pero me sobra fuerza en la patriada;
el brote de este amor resulta frágil: 
mirado bien de cerca es casi nada.

Porque así es la pasión, como el lenguaje:
cuanto más vasta, más insuficiente;
alivia por un rato al personaje
para dejarlo solo de repente.

Me retiro y mi cuerpo resquebraja
pero aún estoy a tiempo. Estas heridas
no serán más que un par de cicatrices. 

Sé que hay después y hay sueños sin migajas:
mientras marchito flores desvaídas
voy sembrando en el campo otras raíces.

La Gata Flora

viernes, 21 de febrero de 2014

Recordatorio

Es un deseo
el de tenerte en el pensamiento
en la memoria, en el recuerdo y en el olvido
latente, como un pálpito
a veces lento, a veces agitado.

Algo falla en mi engranaje mental
y es el invento que inventé
la mentira que creí,
pálpito
dulce ácido tierno peligroso.

Es una fotografía en mi pensamiento
donde el tiempo no transcurre
donde siempre está el sol
es veneno y antídoto
y por qué persiste?
ya no tiene cara ni cuerpo ni forma
nada
un pequeño signo de pregunta
y late, no deja de latir.

Es el subterfugio de la fantasía,
un secreto del alma,
la sutil marca
un suave raspón que dejó cicatriz
la uña clavada en el yeso
la grieta en la copa de cristal
el enfurecimiento del viento
la sangre que sale por la nariz.

Como el pájaro que canta al amanecer
mecánicamente cae la fotografía al pensamiento
retengo fotografías mentales,
porque sólo en silencio y escondida,
sólo olvidando y volviendo a recordar
imagino lo que es amar.

Mi libertad,
La que yo tengo porque nadie más la tiene
Me deja inventar las imágenes
Contarles una historia
Esa es la parte dulce y tierna,
Cuando aparecés sin forma y sin voz
Y la otra, la parte ácida y peligrosa
Es el soplido en la oreja,
El arañazo en la cara,
El instante entre la vigilia y el sueño
La conclusión de que si el amor es esto,
No es nada.

Quizás no sabemos amar,
Pero hay algo que no imaginas,
Que es cómo puedo imaginar
Con esta sonrisa
Y con la lágrima seca.

Myriam Stefford

miércoles, 19 de febrero de 2014

EL DESPIDO/LA DESPEDIDA (Fragmento)

Se mira los pies separados (pero marcando las diez y diez) sobre la cornisa. No tuvo otra que tirar tiros. ¿O sí? la duda lo aqueja. ¿Había otras posibilidades? El tema era que la situación era exasperante, asfixiante (le había dicho a los allegados y amigos). Ahora estaba solo contra el mundo. Así se sentía, acabado.
  • Bueno, te lo voy a decir sin anestesia… estás despedido.
La noticia se le inyectó en la cabeza, recorrió toda la sangre que tenía en el cuerpo, helándolo, y terminó en el pecho causándole opresión. A pesar de quedar como flotando en el aire, entendía que había llegado el final. La veía venir, sí, la vio venir todo este tiempo de angustia y consternación. Horas, días, semanas preguntándose cómo funcionaba el mercado, dónde estaba la guita, cómo tenía que hacer para salir adelante. Una y otra vez, se reventaba contra el mismo muro de indiferencia, soberbia, incapacidades y deidades modernas, las que marcaba el lánguido mercado local.

Resignado, se levantó de la silla, dio media vuelta sobre sí mismo y se fue, sin mediar palabras. Los pies le pesaban más que de costumbre y el arrastre era mayor. ¿Era posible lo que estaba sucediendo? En los sueños, el cuarto oscuro lleno de lamparitas se había iluminado con el encendido aleatorio de una a la vez, pero últimamente algunas se reventaban porque fluctuaban rápidamente entre la baja y la alta tensión. No lo había tomado como una premonición. Creía que no, que estaba haciendo las cosas bien y que la empresa venía –lentamente- levantando. Pero esto era macabro: era el epílogo de la mejoría fugaz que sufre el ser humano antes de expirar el alma por la boca.

Eran las ocho de la mañana.

El repiqueteo continuo de los pájaros, arrinconados en las copas de los árboles, no prometía nada de lo que estaba por suceder. De pronto, le estalla el pecho a un viejo de boina sentado en un banco de la plaza. La boina cae al piso, debido a la violenta contracción de las carnes, y con ella el hombre, primero de rodillas y luego la cara, llena de estupor, contra el pavimento. No hubo reacciones instantáneas, salvo el epiléptico y asustado vuelo de una paloma cercana.

Lo que sucedió después fue una lluvia de tiros, Bagdad.


D-goat

lunes, 17 de febrero de 2014

YO QUIERO A MI BANDERA

Recuerdo muy bien los días del mundial de Sudáfrica. Nos invadió un espíritu patriótico bellísimo, todos nos mirábamos y sonreíamos, sentíamos que las victorias en tierra africana se debían a que nosotros nos merecíamos todo, por nuestra gran condición humana, porque como los jugadores en la cancha nosotros nunca dejábamos a nadie tirado, y encima somos crá. “por favor pase usted primero” se escuchaban en las escalinatas del 142. “señora tome asiento” decía un joven roñoso a una anciana evangelista. “me traes los 5 la próxima flaco” un almacenero orgulloso de proveer birra a la juventud. “atienda a la dama primero” se escuchó en las filas de la fiambrería del multi ahorro a las 7 de la tarde un martes de invierno. Las plazas estaban llenos de humanos confraternizando, el transito transcurría cual parsimoniosa correntada de brisa otoñal, hasta en la fila del BPS se respiraba hermandad!. Como si por merecimiento fuera, salimos cuartos y llenamos el uruguay de patriotismo empresarial, se vendieron más choripanes y pantalla-plana que nunca, y los políticos taparon más de un buraco con el circo mediático. Hoy, unos años después y con los algoritmos sociales, económicos y políticos casi intocados no veo lo mismo cuando leo y escucho a los "uruguayos". Aquellos amables y alegres conciudadanos se deformaron como por brujeria de pochoclo y gallinas degolladas, una metamorfosis impecable, y volvieron a ser los mismos soberbios, recalcitrantes y más soretes habitantes del firmamento. Volvió el imperio de “no me envide, me lo gane trabajando”. “no tengo tan poco como quisieras ni tanto como me gustaría”. “no me envidies, imítame y trabaje”. “de ahí pa aca mio, de aca pa alla préndete fuego bolsa de mierda”. "ch ch chhhhh nene, la caca del perro juntala ¿ o me la voy a comer de postre?". Y toda sarta de frases que demuestran cuanto nos queremos entre todos. Los chetos odian a los pobres porque creen que son resentidos, que quieren ser como ellos pero no les da la nafta porque son berretas, negros, vagos. Los pobres odian a los ricos, los odian por mantecas, arrogantes, malcagados y que no tienen ni idea de la vida de verdura. Los del medio muchas veces piensan como los de abajo pero se parecen a los de arriba, por tanto, son ensartados por el sanguche de odios viscerales de clases. Los manyas odian a los bolsos, esas gallinas putas que siempre corrieron. Los bolsos odian a los manyas, esos mata familia, negro malandras que se dejan embaucar por una historia llena de falacias y una dirigencia monárquica. Los cuadros chicos odian a los grandes por acomodados con el poder. Los del FA odian a los blancos y colorados, los consideran sumisos, mediocres y alcahuetes de la más rancia oligárquica y el mas exquisito fascismo cuartelero. Los blanqui-colorados odian a los del FA por populacheros, resentidos sociales y más recientemente por nabos, se comieron la pastilla y no cambio nada. Los educados se burlan de los demás, terrajas, burros, changadores con opción que por rascarse las bolas, preñarse o fumar porrito ahí tan en akodike meta changar garrafas de 13kg... raro, nunca usan el cerebro instruido para nutrir su adversidad de algún sentido propio de un pablo neruda. Los non-educados piensan que los educados son chetos, bobetas y que tan perdiendo el tiempo con cosas que aunke no se entienden no tienen sentido alguno, ¿epistemología? ¿Con que se fuma ñery?. Los del interior odian a los de montevideo porque sos unos agrandados aporteñados hijos de puta, encima no toman ni la mitad de vino que yo. Los de montevideo odian a los del interior porque son canarios limitados que no entienden de nada mas que barro y pasto. Los del norte de montevideo odian a los del sur por ricos y cagones. Los del sur odian a los del norte por chorros y malavidas. Los cumbias odian, los rockeros odian, los gays odian, los conservadores odian, los cristianos odian, los judios odian, los intelectuales ateos odian, los marxistas odian, los fascistas también odia y los demócratas… odia y odian. Pero hay una cosa que compartimos todos, bah casi todos, es un estúpido sentimiento de nación elegida, selección natural de la historia, nos creemos mejor país que otros y no somos más que un horda de 3.000.000 de soretes que se odian entre ellos por sus diferencias, y encima somos embaucados por tenfield, abitab y ancel que nos hacen subirnos a la motoka alienante del NAZIONALISMO URUBAGASHO. yo me abstengo de odiar y por tanto: a la mierda tu país, yo soy yo y no tengo obligación de cargar con tu desgracia. Besos a todos!

El Barba

jueves, 13 de febrero de 2014

Mi tía cortaba verduras en la cocina mientras yo le leía un fragmento de Los adioses


Escondiste
los ojos
para no verte
llorar

Tenías
suerte
que desconocemos
el sonido
de las lágrimas
cayendo
y
que
las inundaciones
son
las catástrofes más silenciosas
que se pueden
imaginar

Era
el mismo
día
en que te imaginé
llorando
enfrente a La Piedad

Mi voz
temblaba / todavía
y
los dos
recordaremos el silencio
después de Onetti:
El aire
detenido
en la maravilla / el parto
de dos piernas
a punto
de dejar / de soportar

Es cierto
que las palabras
no abundan / en momentos / como ese
pero vos
dijiste
que había
una
capaz

Un matrimonio
funcional y acorde
entre
significante
y
significado
como
al librarse
de una culpa
se le llama expiación
o
usamos / la palabra / dios
para nombrar
el amor que
desapareció

Todavía
la estamos buscando
tía
la palabra / el coraje
para

inventarla

                        Seoane

miércoles, 12 de febrero de 2014

Ema (1)

Era un domingo lluvioso y de intenso calor. La humedad que había en el entorno era mucha y hacía del ambiente denso y pesado. Ema estaba muy cansada. Se había acostado en su cuarto hacía no más de media hora a leer su novela con un viejo y cansado ventilador encendido a sus pies. No pasó de la segunda página cuando quedó completamente dormida casi sentada en el respaldo de su cama. Sobre su cabeza, en la pared, se hallaba enmarcada la foto de recién casados de sus abuelos. Estaba en sepia y tenía enganchada en el marco imitación oro, una rama de laurel petrificada allí, desde que Ema tenía memoria. Las paredes de la casa estaban siendo invadidas por manchas de humedad, las cuales se iban apropiando de forma sigilosa pero a su vez paulatina de toda la casa, como una enfermedad lenta, pero al fin y al cabo, destructiva. La casa en la que vivía, era propiedad de sus abuelos maternos, que habían fallecido hacía ya un año. José y Julia criaron a Ema desde que era una bebé, más que como a una nieta, como a una hija. Le dieron todo el amor que se le puede dar a alguien. Quizá, en el fondo, se sentían culpables y querían remediar de algún modo lo que les había sucedido con Beatriz, su única hija, buscada y ansiada por ambos.
Julia tenía veintitrés años cuando rompió bolsa y se dirigió a la sala de partos,. El calor que disfrazaba a la ciudad era húmedo y agobiante. No había casi gente circulando por las calles; se veía pasar algún que otro perro de lengua afuera, tratando inútilmente de conseguir agua y de refugiarse bajo alguna sombra. Escasas en aquel sitio. José se encontraba a su lado, inhalando y exhalando a la par de ella y aprisionándole la mano. Cuando llegó el doctor que aparentaba muy joven, la revisó y dio la orden de comenzar el parto. Julia comenzó a pujar con ganas, pero al rato se encuentran con que el trabajo de parto no iba a ser tan simple como hasta en el momento se venía anunciando. La beba estaba enredada al cordón umbilical y tras pujar y pujar, corría riesgo de asfixiarse. El doctor comienza a prepararse para realizar una crujía y José se retira inmediatamente de la sala. Estaba muy asustado, nunca lo había estado tanto. Con tan sólo pensar que algo malo le sucediera a la beba o a Julia, el amor de su vida, todo el mundo se le venía abajo. Sentía que iba a desmayarse, sudaba y tenía la cara pálida como la leche. Rezaba con un rosario en sus manos, le pedía a dios y a todos los santos que todo salga bien. Pensaba hacia sus adentros y se negaba en un futuro a volver a pasar por lo mismo. La suerte los acompañó esa tarde y dieron vida a una hermosa niña de tres kilos. Ambos formaban un buen equipo y eran excelentes padres. A veces le acertaban, algunas otras se equivocaban como cualquier ser del reino humano o animal que se inicia en asuntos de crianza; en definitiva a nadie le viene anexo a su recién llegado un instructivo en donde indique cómo se lo debe criar.
Beatriz era una niña hermosa, simpática, alegre y dulce con sus padres, pero muy introvertida con el resto. Le costaba vincularse con sus pares y a su vez los compañeros parecían percibir algo diferente en ella. Continuamente la peleaban, se burlaban y le jugaban bromas un tanto pesadas. Una vez, por ejemplo, en el festejo que realizaba la escuela para dar bienvenida a la primavera, cinco de sus compañeros la ataron a un árbol con la cuerda que utilizaban para saltar y la forzaron a tragar hormigas. Beatriz lloraba mares y se angustiaba, no tanto porque la hayan atado a un árbol, ni porque la obligaran a comer cualquier cosa, sino por las hormigas que iban a morir en su boca, era sensible frente a cualquier ser vivo. Todos los días caminaba rumbo a la escuela con la mirada fija al suelo para evitar pisarlas. Varias veces la maestra había tenido que citar a José y a Julia ya que le preocupaba que Beatriz no se relacionara correctamente con sus compañeros ni intentara hacerlo. Por fortuna, al nacer Beatriz, decidieron ir a vivir a dos kilómetros de la ciudad, a un sitio tranquilo y rodeado de naturaleza.
Ella era muy feliz allí, se sentaba a leer al aire libre por horas recostada a los árboles; cada tanto se levantaba, arrancaba una naranja, la pelaba, saboreaba y seguía con su lectura. Sentía un especial apego por las historias de hadas, princesas, príncipes, ogros, dragones y duendes. Se sumergía en ese universo mágico y creía ser una reina, la reina Blanca de las tierras perdidas de Áfira, dueña de un castillo encantado alejado de toda civilización humana. Sitio nunca antes pisado por el hombre a excepción de ella, la elegida. Cuenta su historia que un día en un tiempo sin tiempo, el sabio duende Fabio, el ser más antiguo y respetado de Áfira, la trajo a aquellos lares. Ningún ser de allí había visto antes a una criatura tan extraña. Todos los habitantes del bosque y de las montañas estaban reunidos en el valle para darle la bienvenida a la nueva y única reina con una gran fiesta. Esa tarde, Fabio salió de la casa principal, un hermoso e inimaginable hongo aún más dorado y brillante que el oro. Tenía a Blanca en sus brazos cubierta con un tapado hecho con flores. Se dirigió hasta el centro de la reunión y la destapó. Cuando la vieron, todos aplaudieron felices y la rodearon con bailes extraños, cada especie desempeñaba su propio baile, pero a su vez se mezclaban entre todos en un sólo festejo. Luego de tan efusiva bienvenida la subieron a un carruaje empujado por unicornios y la llevaron hasta el castillo. Lugar y hogar de Blanca por toda la eternidad. En Áfira, la reina era querida, admirada y rodeada de amigos. Claro, no eran humanos, sino conejos, liebres, ratones, pájaros, vacas, ovejas e insectos parlanchines. ¿Para qué iba a querer Beatriz más amigos en el mundo real, si en este estaba rodeada? No la dejaban un segundo sola, jugaban todo el día con ella, le hacían historias, la mimaban y cuidaban con devoción.
José y Julia creían que cuando Beatriz se hiciera más grande iba a dejar estas tontearías a un lado y a comportarse como una persona normal. Una tardecita, mientras Julia cocinaba pastel de berenjenas, el favorito de su hija, la observaba a lo lejos jugar y hablar sola desde la ventana de la cocina. -Es cuestión de tiempo- Le comentaba a José mientras amasaba sin quitarle los ojos de encima - Lo que pasa es que es una niña con mucha imaginación, aparte, es normal que los niños tengan amigos imaginarios, cuando yo tenía su edad también era tímida y mi mejor amigo era Felipe, mi perro. - Le decía Julia a José que parecía no escucharla mientras se cebaba un mate tras otro en compañía del diario...” (Continúa)

                                                                                                                          Circe

lunes, 10 de febrero de 2014

el otoño

una suave brisa corría, el mar se agitaba y el mundo parecía querer decir algo.

- se está poniendo feo- dijo una vos un tanto lejana
miré para atrás y vi una figura, que con un disimulo poco eficiente buscaba acercarse al grupo. se arrimó y pidió fuego. cada paso que daba era una clara manifestación de sus intenciones, estaba solo, quería charlar, de lo que fuera, eso no importaba.
ese día estábamos particularmente callados, no fluía ningún tema, parecía como si tan solo quisiéramos meditar frente al gran espectáculo que teníamos de frente. el día gris empeoraba con cada segundo, el mar reventaba grandes olas contra esa muralla de cemento llamada rambla. a lo lejos las luces rojas de los barcos me transmitían variadas emociones.
sentí toda la magnitud de este mundo, de los barcos, de todos esos gigantes atravesando el mundo para llevar cualquier tipo de producto, me estremecí un poco, me sentí solo, insignificante. traté en vano de atesorar ese sentimiento, pero peor fue, mi corazón se estremeció y el miedo a la muerte toco mi puerta, me atravesó un espasmo por todo el cuerpo que me hizo sacudir todo mi tronco. no aguante la ansiedad, el miedo, tuve que hacer otra cosa. me dirigí hacia el extraño
-ernesto, mucho gusto
-yo soy Proyecto, pero no te preocupes: fracase.
no entendí que quiso decir pero asentí con la cabeza, como para dejarla por esa, supongo que no quería mas reflexiones. mentira.
la otra persona que estaba a mi lado se paro, se desperezo y asintió con la cabeza. me miro, sonrió y dijo
-me voy hermano, esto va de mal en peor, te recomiendo lo mismo.
levanto su brazo, con el puño cerrado y pulgar hacia arriba, se dio vuelta y comenzó a caminar a pasos ligeros, escapando de eso que ya iba a venir, el lo sabia.
paso el tiempo, yo no me anime a hablar, aunque sentía muchas ganas, creo que ese hombre que no conocía me daba algo de miedo, infundado, prejuicioso, pero miedo al fin. el por el contrario pareció encontrar la tranquilidad en mi compañía, fumaba largas pitadas de un tabaco infinito, y se maravillaba con cada rayo, ese espectáculo genial del que eramos espectadores de lujo. parecía como si los rayos fueran a partir los barcos, se pintaban desde lo mas alto del cielo hasta ese horizonte acuoso, en un mosaico gris azulado, que poco pueden las palabras describir. aun así no importaba nada, no para mi, yo estaba estirando lo inevitable, escapando a mi destino, me iba a ir, no aguantaba mi alma turbia.
mucho tiempo después pensé y me di cuenta que ese día escape a la cita que la vida me había puesto, no supe entender que yo era el mismo Proyecto, pero asustado, civilizado, corrompido. no quise abrirme, no compartí el mismo miedo que el si pudo, que el si logro vencer, que le regalo una tarde soñada.

un día, caminando solo, mirando el paso de los autos, de la gente, de la vida, volvió a mi esa escena, me di cuenta como yo era proyecto, como ese día casi compartimos mucho, y terminamos compartiendo poco. me entristecí, cerré los ojos y deseé que apareciera otra tormenta.

tito

viernes, 7 de febrero de 2014

El padre.

El padre sostiene al niño, meciéndolo de un lado a otro, precipitándolo sobre la quebrada. “Así te volverás baqueano” dice, y extiende sus brazos sobre el acantilado. El pequeño, calzado en los antebrazos del padre mira al vacío. Sin vértigo alguno, ríe. El padre, insatisfecho, se acerca aún más al borde de la quebrada. El viento cosquillea los pies del pequeño, que no teme mirar hacia abajo, para así reír. Al adulto lo exaspera la inconsciencia del niño; qué más pretende un padre aparte del hecho de infundir miedo a su hijo. La irreverencia del niño punza fuerte en la cabeza del padre, que cauteloso, se atreve a dar unos pasos más. En ese momento, uno de sus pies zafa y todo su cuerpo, impulsado por el peso del niño, se tambalea hacia adelante. Cuestión de vida ó muerte, el padre logra mantener el equilibrio y empujarse hacia atrás, cayendo de espaldas, con su hijo en brazos. Éste ríe alevosamente, pareciera mofarse de la palidez de susto del rostro paterno.

Parry Cida

miércoles, 5 de febrero de 2014

Como la lluvia

Tu ausencia es como la lluvia
serena, inevitable
ya sé que no depende de mi
la dejo deslizarse por mi cuerpo
simultánea en el pelo, los hombros, los ojos y la boca
moja y no duele
todo al mismo tiempo.

Tu ausencia es comprensible
tanto como la lluvia
aprender a esperar
las gotitas bailando en la ventana
un domingo y tu paso
resonando en el agua
presente que se envuelve de pasado.

Tu ausencia es un milagro
para mi ansiedad torpe
como la lluvia es fresco
renacer florecido.
Dejo que exista y la celebro
como quien riega un árbol seco
o mejor, como el árbol que sabe
que va a venir el riego.

De pronto, estás ahí.
Llegaste.
Salió el sol.


La Gata Flora

lunes, 3 de febrero de 2014

Dos

Sensible deseo de ser insensible
Como ellos, como los otros
No me sale, no lo siento
Más tengo el valor de ser frágil.
Tampoco creo que ellos
Lo de ahí afuera
Sean sin sentimientos
Solo que no son como los anhelo
Estupefacta muerte sólida
Estoy esperando nada
Que llegue, lo que tal vez no existe
Despierta el ojo mariposa
Avanza el alivio post tormenta
Sus vagos recuerdos
Que son firmes recuerdos,
remembranza idiota.
Ojalá se me helara el alma
Para actuar con firmeza
Y ser dura y poco franca
Pero no lo siento

Como ellos, como los de afuera.
Lo que quise de vos
Fue lo que intentaba ver
Lo que busque donde sabía que no estaba
Lo que pensé sentir
Lo que aprendí al pensarte.
No era menos, ni más
Esto que soy,
La pena no es la solución.
Tampoco la esperanza a tus respuestas
Entendí que no me dabas más que silencios
Y más dudas
Más bien, lo que quise de vos
Fue esa panza regordeta
Ese hablar seguro, tan lleno de inseguridades…
De faltas de afecto
Las sonrisas numeradas,
El intervalo entre una caída y otra.
Las ignorancias sin reproches
Las pocas pulgas de tus culpas
Tu forma de encarar el mundo.
No fue tanto para abastecer
El sentir afilado del masoquismo erróneo
Del pasado absoluto.
Del terrenal infierno y paraíso
Más aprendí a no ser, eso
Que no quiero que me sean.
Aprendí de esas querencias
Que no eran correspondidas.
Te quise/ te quiero
Porque fuiste
Justamente porque sos
Quien logra generarme letra y llanto.
Quien me hizo ver,
Más allá de acá,
Quien hoy me hace más fuerte
Y a quien hoy livianamente

He decidido dejar pasar.