jueves, 1 de agosto de 2013

¿Estás seguro vos?

Al oír las palabras salir de su boca no las podía terminar de digerir.
¿Ese era él? Seguro había un error. No podía más que balbucear cosas incongruentes. Su mirada asustada, perdida y la baba que no paraba de chorrear.
¿Lloraba?
Qué terrible el destino, el mundo. Qué cruel.
Las noticias de una victoria lejana no concordaban con la imagen del coronel.
-¿Usted esta loco?
- No señor
- Lleve al coronel a la enfermería.
Sin prisas ni pausas se incorporó. Estaba flaco, lo tomé por los hombros y lo ayudé a mantener el equilibrio. Pasos cortos y bien marcados. Uno a uno. Huellas en el lodo y la lluvia que no para de mojar.
-Usted no se me aflija, todo en esta vida tiene solución - comentó, por lo bajo y al pasar, un hombre viejo, bien viejo, de esos que ya no se sabe cuantos años tienen.
¡Pero no!, qué mierda, qué solución ni solución si esa alma estaba ida desde hacia rato. Mira que al final todos se quiebran, no hay bala que no atraviese el corazón. Cuanta muerte uno puede aguantar es cosa de Dios, pero este hombre era duro, y de eso no hay dudas.
Cuando menos lo esperaba me cinchó, me apretó con los brazos, con fuerza, mucha fuerza, casi nos tumba. Lo reprendí suave y tenue, con miedo. Pero insistió. Pero hermano, venir a joderme a mí, con que derecho, si yo me quiero ir bien a la mierda. Nomás tenga chance me las tomo, esto de la montaña no es pa mi, ya lo dijo mi señora.
-¿Que pasó compañero?, ya llegamo, lo ve un medico, uste no se aflija, lo que vio lo vio, y ahí queda, enterrado.
Pero el tipo estaba en trance, y me agarró con tal fuerza que me volvió entero de cuerpo, asustado como el día que corrí de mi casa lo miré, temblaba. Pucha te digo, qué mirada, mamita, una mezcla. Un odio profundo, un miedo atroz y la compasión más lucida. Nos aguantamos unos pocos segundos, bajé la cabeza. Ahí mismo metió su mano en la campera, pensé, “ahora se me mata” y de asustado que estaba le tire un manotazo. Esquivó con gracia y dignidad. Entonces ese espectro habló, y fue claro, más aun, contundente.
-Tomá - me estiró un sobre - vos me vas hacer un gran favor. Cuando corras por la montaña, cuando salgas de este infierno, vas ir a esa dirección y vas a entregar ese sobre, sin palabras.
Me quise defender, pero no me dejo, me calló y siguió.
-Ojalá pudiera, como vos, huir y entregar esa carta, pero no puedo. Uno es ciego, torpe. ¿Esto es Revolución? ¿Sabe usted porque lloré? Claro que no. Si alguien, tan solo alguien me hubiese contado de los enredos del amor, no lo creía. Todos los hombres que murieron hoy son a mi cuenta, los mate, uno a uno, por amor. Eran muchos, algunos eran mis amigos. ¿Pero, que podía hacer? ¡Dígame! - y lloró, de rabia y odio. Se fue al piso, al barro, grito con toda el alma y sumergió su cabeza en el charco, pero no tardó en incorporarse - Era ella o ellos. Y un hombre solo elije mal una vez. 

tito

                                                                           

7 comentarios:

  1. "Pucha te digo, qué mirada, mamita, una mezcla" Es mooy tito.
    Gusta, exquisito final.

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  2. Me gusta la vuelta de tuerca que da al final.
    Me gusta lo osado de tu imaginación, a qué lugares te llevó este relato.

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  3. muy bueno tito, que final! me gusta esta revolución del toman!. ceci.

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  4. muchas gracias!!! re contento que gusto, a mi me gusto
    larga vida al toman

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  5. Tito esta re bueno! Comparto los comentarios,tremendo final!

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  6. TITO CRA! Ni bien lo terminé de leer pensé ¡buena como lo remata con esa frase matadora! Me encantó. "Contundente"

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