jueves, 31 de enero de 2013

A las orillas del rio



Hace ya mucho tiempo que tengo una historia rondando por mi cabeza. No se cuanto tiene de verdad, cuanto le fui agregando con el mágico decoro literario de la imaginación. Le pido disculpas a los lectores, es que algo muy dentro me pide excusarme por no poder garantizar la total veracidad con la cual relatare lo sucedido.

Hubo un tiempo que yo no tenía trabajo, por distintas circunstancias de la vida quede desempleado. El dinero no era problema, siempre fui prudente, no quiero ser fanfarrón pero ostentaba una cantidad suficiente para no trabajar por un tiempo.  Esos días pude disfrutar mucho del tiempo libre. Hombre interesado en los bares y cafés, me dedique a recorrerlos, a escuchas cuentos, a ver peleas.
Una noche, larga y sin estrellas fui confidente de un hombre borracho, que por su expresión de paz, terminado su relato, creo no equivocarme al decir que no mentía. Aun tengo la duda de si el hombre me eligió de gusto o fue todo obra del destino. El ego me dice que sabía lo que hacia, es por eso que hoy no me tiembla el pulso a dejar esto en papel.
Comenzó hablando de su niñez. Allá por fines del 20`, en su San José natal, tenía recuerdos de Terra y del primer mundial. Recordaba con particular emoción el hecho de haber vencido a la Argentina en esa instancia. Esto derivado del enfrentamiento que hubiera mantenido su padre con su abuelo materno, un “hirigoyenista podrido” como el lo llamaba. La concatenación de hechos lo llevo directo a su juventud, tal parecía que a pesar de ese sentimiento, el ya de grande decidiera ir a vivir con su familia materna a la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, Argentina.
 Hombre instruido en la mecánica, más precisamente en lo relevantes a los tornos no tardo en conseguir empleo. Corría el 43` y nuestro personaje era un prospero mecánico industrial que a base de buenos trabajos se había ganado un espacio. Ya vivía solo y de puro compadre tenia dos motos. Una era para el laboro, la otra pa` la pinta. De sangre caliente no puedo ni quiso esquivar el debate político de la familia. Su abuelo, orgulloso Radical, estaba fervorosamente en contra del golpe revolucionario de los “milicos”. En cambio el había escuchado de un tal Perón, que al parecer era amigo de los trabajadores y que fuera como fuera la historia estaba dispuesto a jugársela por ellos. Poco a poco, pero con una rapidez para nada rara en esa época, fue adhiriendo a la figura del general Perón más y más. Llego a admirarlo.
Para las elecciones del 52`ya era todo un peronista. Trabajo activamente desde todos los lugares que pudo para que el general siguiera en el gobierno, lo logro y esa noche de festejos se tomo hasta el sol. A priori parecía un argentino mas, ya no hablaba del Uruguay. A esta altura, a causa puramente de la política, ya no se hablaba con su familia. No fue ni al velorio de su abuelo, “un retrogrado”. A su abuela le mandaba una rosa blanca en su cumpleaños y mas nada, eso era todo.
Lejos de sufrir algún desencanto con las políticas de este nuevo periodo este personaje estaba más inmerso que nunca en la causa, por eso no lo dudó ni un instante cuando se le encomendó una delicada misión. Ya para el 54`la relación del gobierno con la iglesia católica era crítica. En el céntrico barrio de Echesortu, en Rosario estaba la “Iglesia Bautista”, era muy famosa por su dedicación al barrio según puede saber luego. El tema era un pastor, un tal Bettin, si mal no recuerdo. Se jactaba de ser todo un entendido de la obra del señor. Fervorosamente en contra del divorcio se había echo toda una figura en el barrio. La idea del comité era darle un buen susto, “que se dejara de cosas raras e ideas retrogradas, que la Argentina, tenia que ir pa` delante”.
La noche del 11 de diciembre de 1954, cree el que era un miércoles, no lo corrobore, se dirigió  a la iglesia, de su casa tenia como 45 minutos a pie. Tenía un chaquetón negro, según el “a lo gangster”. En su interior un revolver  con 6 balas. Habia disparado pocas veces, aunque era muy bueno en ello. Tenía también un palo y una navaja. Esperó a que la iglesia quede vacía, era día de alcohólicos anónimos, a pesar de sus precauciones, un ex beato lo reconoció. “Vos sos familia de los Martínez”. El le estiró la mano y apuro el paso. “borracho de mierda” pensó. Cuando se aseguro que el párroco estaba solo irrumpió por una puerta lateral que daba al edificio administrativo del templo. Cruzo una pequeña salita, dos oficinas y se dirigió al salón, donde la luz, aun prendida, albergaba al pastor. Este se sorprendió mucho al verlo con una media en la cabeza, si bien estaba muy asustado, pareció mantener un vestigio de calma y lucidez que le costaron la vida. Cito pasajes de la biblia y juro defender por siempre los valores primeros de la familia. Luego de un par de palazos, lo que precio “no asustarlo mucho”, le siguió un culatazo, el revolver en la boca y la bala accidental. El calibre 38 le partió el cráneo ocasionando una muerte instantánea.
Asustado por el error que acababa de cometer,  acrecentado por el silencio implacable que se rompía, se sacó la media y comenzó a correr. Salió por la misma puerta que había entrado y corrió al sur. Corrió rápido. Al llegar a la Av. Pellegrini freno un taxi y se fue a su casa. Temblaba mucho, casi no podía fumar. Poco podía pensar en este estado, pero de alguna manera se sintió muy solo y por primera vez en mucho tiempo se acordó del Uruguay. Para esa época tenia auto, cargo algunas cosas básicas y se fue a Gualeguaychu. Al otro día estaba en suelo oriental. Respiro aliviado, había vuelto a casa. Ayudado por las circunstancias políticas que se sucederían, su caso quedo poco a poco olvidado. El parte policial, no del todo objetivo, dijo que se trataba de un vulgar robo, de un desalmado, un hereje. Un tal Fagundes pago su factura.

                                                                                            tito

martes, 29 de enero de 2013

Oi (Parte I)


  Me cortabas el pelo. Yo te tocaba las piernas y te preguntaba porqué te las habías depilado. Para estar más prolija me decías, luego “qué lindo te dejé” y me diste un beso. Te dije que otra lo iba a aprovechar, que vos te jodías. Reíste.
  Las dejé en la ruta, a vos y a tu amiga y empecé a caminar rumbo a Pantano. Me frené en la primer parada de ómnibus, me pesaba el bidón de 3 litros de agua y el bolso naranja de comida. Probé “fazer carona”, como le dicen acá a hacer dedo. Es curioso observar cómo la gente busca maneras sutiles de comunicarte disimuladamente que no quieren llevarte. La típica seña de que van llenos ó, la que nunca falla: doblo ahí nomás. Los que viajan solos con mucho lugar para llevarte simplemente te evitan. Pasan y ni siquiera te miran, hacen como si estuvieran ocupados en algo: miran el espejo retrovisor o se meten un dedo en la nariz.
  Cuando pasó el ómnibus me lo tomé. Bajar en Pantano fue como volver al pueblo natal. Caminando por la rua principal reconocí caras e impartí muchos ¡Ois! Sabía de una cabaña que alquilaba quartos, fui para ahí.
  Bajé a la playa, bordeé los barcos de pescadores estacionados en la arena y subí a la vereda de la costera. En la cabaña no había nadie, estaba todo cerrado. Dejé la mochila y las demás cosas en el piso y descansé. El color del mar, sombreado por los morros al atardecer es impresionante, aún estando nublado. Busqué a quién preguntar. Me dio pereza acercarme a unos pescadores. En eso, salió el vecino de la casa contigua y le pregunté si sabía algo. Me dijo que había una pareja de argentinos o uruguayos quedándose ahí, que los había visto temprano, que debían haber ido a la praia. Agradecí y volví hacia donde estaban mis cosas. “¡Amigo!” me gritó “la donha da casa mora arriva”. Subí entonces por el caminito de detrás de la cabaña. Había una escalera que llevaba a una especie de casita del árbol. Arriba grite ¡Oi! y escuché un eco sobre mi cabeza. Apareció una señora veterana de pelos violáceos y aspecto maniático, empastillada hasta el temblequeo. Me fui porque me pareció muy caro y me incomodó la vieja.
  Fui al cyber del pueblo y estaba cerrado. Era domingo. Pasé por el bazar de unas conocidas y no estaban. Pregunte ahí si conocían de alguien que alquilara cuartos. Un señor moreno y panzón me habló de una posada. Le dije que era muy caro y me fui. Al salir lo escuché decir “muito caro já, é o mais barato que vai a conseguir”.
  Bajé de nuevo a la playa, caminé en dirección opuesta rumbo al barcito donde trabaja un tocayo compatriota. Lo vi ocupado hablando con unos comensales y no quise molestar. Seguí caminando un poco desesperanzado.
  Llegué al último puestito de la playa. Por suerte ahí estaba L.a. que me presentó a su madre uruguaya y a un amigo suyo. También conocí a la dueña del puesto, una argentina muy buena onda. L.a. es un MC (rapero) de la isla que conocí hace un tiempo. Hijo de padres uruguayos, habla español perfectamente. Ahí les pregunté por trabajo y por un lugar para quedarme. Mientras hablábamos, comí una torta frita. Fue como trasladarme a Uruguay por una milésima de segundo. En eso apareció Delia, una vivaz veterana que me habló de un albergue en Costa de Dentro, “O albergue do pirata”.
  Hasta ahí caminé, acompañado de L.a., su madre y su amigo. Me ayudaron a cargar las cosas gracias a la insistencia de la madre, que les dijo que no fueran maleducados. Con ella hablé mucho de Uruguay y de la película. Ya no sé cuantas veces he contado sobre la película. Muchas y en diferentes idiomas, todos los que sé. Me encanta observar las caras de desconcierto o aceptación cuando escuchan sobre el título. Cada vez me convenzo más de que se tiene que llamar así.
  Me despedí de L.a. y su gente, les agradecí montones y le dije que mañana pasaba por su casa. Subí por una callecita y a unas cuadras di con el hostal. Ya era noche y me quedé acá…

Elugo

domingo, 27 de enero de 2013

TOMANDROGANPELEAN 2013


Son las 4 de la mañana cuando me despierta el sonido del celular, atiendo inquieto, me ponen muy nervioso las llamadas de madrugada, nunca traen buenas noticias.
Este caso fue la excepción, una voz castigada del otro lado me dice

-          Querido te habla augusto como te va?, disculpa la hora pero se me hizo tarde, quería confirmarte para mañana
-          No es problema, estaba desvelado –miento- igualmente ya habíamos confirmado que mañana en la noche yo iba a pasar por su casa, hable con uno de sus hijos no le avisaron? De pronto el tono de su voz cambio,  me dijo secamente
-          Cuál de ellos fue!
-          Seoane- contesto- dudoso de si hacia bien en confesarlo.

La voz se despide y me quedo escuchando el tono constante, solo en la línea.
Estoy muy ansioso por esta entrevista, es el resultado de un arduo esfuerzo para conseguir contactarlos,  así que opto por levantarme y repasar un poco la información que tengo de ellos,  volver a dormir ya no era una opción.
A las cinco de la tarde tomo la cámara de fotos, el grabador,  una lapicera para los apuntes rápidos y me marcho del hotel rumbo a su casa, donde quedamos en encontrarnos.
Manejo atravesando toda la ciudad en una tarde que poco a poco se convierte en noche, llego al lugar indicado donde la calle asfaltada termina desembocando en un camino de tosca con posos que aun mantienen agua de lluvia de hace dos noches.
Vuelvo a leer las indicaciones, comprobando que estaba en el lugar correcto, al fondo se veía una casa cuadrada con puerta de madera-decia-Avellaneda 1840
Unos alambres de púa rodean el lugar formando un cerco improvisado.
No hay timbres donde uno pueda tocar así que recurro al aplauso.
Salen a mi encuentro seis o siete perros, los famosos cusquitos,  corren todos desordenados ladrando hacia mí y mordiéndose de vez en cuando entre ellos.
Se escucha el ruido de la puerta de madera que hinchada por la lluvia raspa el piso, cuando por fin logra abrirse lo veo en persona por primera vez.
El pelo peinado hacia atrás (no consigo distinguir si esta mojado o transpirado), la barba enmarañada le baja hasta la altura del cuello, el torso desnudo, una bermuda que algún día fue un vaquero y alpargatas.
Se acerca espantando perros al grito de fuira porquería de mierda y pateando cuscos de tano en tanto.
Balbucea algo así como que un día los va a matar a todos y que lo tienen podrido.
Cuando llega a mi cambia su cara y me muestra su mejor sonrisa, reconozco tres o cuatro dientes  que se le pierde entre la barba.
Nos damos un apretón fuerte de manos y me invita a pasar. Pasa rápido que si no se me mandan los perros. -Me dice-
La primera impresión que llego a mi cuerpo fue el olor a humedad que se esparcía por todo el lugar.
Levante la vista y divise el borbollón de gente que se acumulaba en el improvisado living.
No podía distinguir cual era cual pero el número de personas coincidía con los nombres que yo manejaba.
Algunos sentados en almohadones hicieron un intento de pararse a recibirme mientras augusto me invitaba un vaso de grapa.
Quería que me viren como uno de ellos así que acepte aunque era temprano para mí.
Augusto le pego un cachetazo atrás de la nuca a uno de sus hijos, no escuchaste-le dijo –
Este se paro y protestando fue hacia la botella mientras don augusto se sentaba donde estaba el anterior, el resto del borbollón  festejo. En buena ley –decían-
Me di cuenta que me había puesto nervioso el ambiente lograba  intimidarme, no sé si era el calor, el olor del lugar o el hacinamiento en su conjunto.
Llego la grapa en un vaso que distinguí de requesón, bebía el primer sorbo cuando sorpresivamente este empezó a hablar, lo que me gusto porque le sacaba el formato tradicional de una entrevista, comenzó diciendo.

-Bueno esta es nuestra casa o como nos gusta llamarla nuestra pequeña editorial que suena más profesional jaja -miro al borbollón y algunos rieron intentando demostrar una complicidad falsa-.
-O casa tomada como le dicen los vecinos -interrumpió tito mientras la vista de augusto se le clavo en los ojos-

Un hombre que hasta ahora no había visto se asomo desde la única división que tenía el lugar que supuse seria la cocina, tenia puesto un traje azul una camisa verde y corbata celeste que asomaba por arriba de un delantal blanco

- como le va –me dijo-  sonrió nervioso y comenzó a excusar el comentario de tito.
- no lo que pasa que la gente de la zona es muy ignorante, lo que ocurre es un problema de papeleos que ya está prácticamente solucionado, a lo que siguió con  ¿me imagino se queda a comer? Están por salir unas pizzas que no sabe lo que son.

Mire a augusto y el adivinó lo que le iba a preguntar y contesto

-mi abogado William Chamberlain o willy como le decimo nosotros.
-Un placer willy -le dije-, me gustaría quedarme si no es molestia
-Faltaba más, hay empila
-Bueno como te decía esta es nuestra pequeña editorial (poniendo especial énfasis a la palabra, y miro esta vez a tito de reojo mientras la pronunciaba) y estos que están acá son mis muchachos, no sé si sabe cuál es cual (conteste que sabia los nombres de todos pero era un misterio tanto para mí como para los tantos lectores sus caras, por lo tanto no sabía a quién de ellos correspondían los nombres)
Bueno- dijo- a presentarse.
Miguel, tito, seoane, manso, nano, gata, elugo –fueron coreando-

Cuando terminaron apareció de nuevo willy que traía en cada mano una bandeja de pizza y  avanzaba con un pasito que parecía de baile.
Primero lo primero señores, aprovechen que esta vez por ser una ocasión especial  salen todas con gustos y como ayer llovió la primera ronda viene con champiniones- dijo- y tiro una guiñada complice al borbollon que ahora se abrazaba y coreaba al grito de willy willy willy!! Agusto rio.
 Se los veía muy unidos y felices. Comenzamos a comer…

Lamento defraudar a los lectores de esta revista por no poder llevarles más que estos instantes ya que para mí también es un gran misterio todo lo que sucedió después.
Amanecí en calzoncillos en mi cuarto de hotel con una hoja en mi mano de la cual trascribo unos fragmentos a continuación:
 “ La revista El Gran lector se compromete a financiar totalmente los gastos personales que sean necesarios  de los escritores del blog tomandroganpelean para que estos puedan desplegar su arte en su máximo potencial, como también se encargara del  trabajo de corrección y publicación de los mismos a razón de un texto por día durante todo el año 2013 de la forma que se detalla a continuación:
Lunes: Nano
Martes: Elugo
Miercoles: Manso Sosa/Miguel Sanecasse
Jueves:Tito
Viernes: Seoane
Sábado: Gata Flora
Domingo: Invitado de lujo”

La gran sorpresa no fue el contrato mismo sino ver mi firma plasmada junto a la del representante legal de estos individuos que lo hacía en letra cursiva:  William Comodoro Chamberlain- Abogado y pizzero- decía entre paréntesis.



                                                                                                             Nano