viernes, 8 de mayo de 2015

De poyos y gallinas


   Ahí está el, lo vemos a Gastón frente a su PC, está mirando un monitor, en el se puede ver una planilla excel abierta. Parece que hay una frase que no le cierra.Vuelve constantemente sobre ella: "maldito seas tito, pusiste puntos suspensivos en las palabras que no entendías"
Wohow. Ahora lo vemos a tito, echado con la espalda curvada casi que entregado, sus ojos rojos indican mucho más que cansancio. Teclea rápido y firme, el formulario que transcribe está lejos, lo mira a la distancia. Se incorpora en la silla y lo toma con las manos (al cuestionario), lo acerca a su ojos como si de esta manera pudiera verlo mejor o descubrir el secreto que esconden esos garabatos en lapicera azul. "que quisiste poner acá Pablito?"
Bum! Nos vemos absorbidos por el papel del cuestionario y viajamos al lugar de los hechos, estamos en pueblo gallinal. Pablito, que en realidad se llama Juan, está en la policlínica local. El medico, un tal Juan, valga la redundancia, habla de los montes criollos, Pablito asiente con la cabeza, el sabe mucho de montes criollos, en cierto momento alguna de las palabras de su tocayo lo mueven a usar su lapicera "Round Stik" y plasmar el famoso garabato que nos trae a escena.
PUM.PUM.PUM
Mientras tanto niño jefe se fuma un pucho al son de Níquel y su afamado "candombe de la aduana". Por su parte niña chispa encanta al pueblo con su hechizo, digno de algún personaje de García Márquez, una Remedios la Bella. El tornasolado se apodera de la escena, las gafas que brillas y un camión naranja de la intendencia moja la tosca, parece que se acabo lo que se daba. Nos vamos.
Queda mucho por andar...

tito

domingo, 26 de abril de 2015

lo de Giussepe



-hola
-hola
-todo bien?
-emm… si bien…
-demás, yo también
-disculpa, nos conocemos?
-si obvio, soy Javier
-creo que me confundís…
-no, no, como es tu nombre?
-Catalina
-Ta, no hay dudas, sos vos
-como que soy yo?
-si, sos vos…
-para, para un cacho, de donde me conoces?
-que pregunta…
-…
-…
-si, bueno, de donde?
-que se yo, de la vida?
-es un chiste?
-para nada, vos sos Catalina, yo Javier…
-y nos conocemos de la vida?
-exacto
-che, eso de la vida se me hace amplio, algo más especifico?
-la noche?
-la noche… claro, la amiga de los encuentros, algún lugar en especial? Una fecha?
-mmm, fecha no, lugar? Supongo que el viejo bar de Giussepe, aquel que tenia un gato pintado en el frente…


viernes, 17 de abril de 2015

La estufa el fuego y la madera.





Era una noche fría bien fría de esas de Paysandú en invierno.
Estábamos apoyados en la chapa de la estufa cuando mis padres se fueron, que no demoraban dijeron antes de que la puerta se cerrara.
Desde que era muy chico sentía una capacidad especial para percibir las reacciones que volaban en el ambiente.
Ese día pude sentirlo todo.
Hacía más o menos una semana mi madre se había hecho unos estudios de rutina, esa tarde sonó el teléfono, yo sesteaba en el sillón y escuche que ella decía que cuando mi padre llegara irían a verlo.
Pasaron dos horas o menos desde que se habían ido, yo miraba la tele con mi hermana y miraba el reloj.
Después de un rato, sentí que los perros ladraban, corrí la cortina y me quede mirando por la ventana el auto detenido en la puerta de mi casa, con las luces apagadas y los cuerpos inmóviles dentro, perdidos entre la niebla.
Los tres formábamos parte de una misma imagen a la distancia, ellos  no queriendo entrar nunca y yo que ya entendía todo lo que se podía entender, deseaba a la distancia que nunca se abrieran las puertas de ese auto, que no llegara la verdad, el tiempo o la vida.
Espere con la vista fija y la mente en blanco, cuando las puertas se abrieron me aleje, me puse a acomodar el fuego en la estufa, intentando convertirme en un hombre en esos minutos que nos separaban.
Primero entro mi madre, yo deje de hacer lo que invente estar haciendo y la mire directo a los ojos.
Negro -me acuerdo que me dijo- hizo una mueca de dolor y giro esquivándome la mirada mientras colgaba la cartera en la silla, mi padre entraba atrás con una pila de leña en los brazos que dejo caer en el cajón, provocando un estruendo que me retumbo adentro.
Mi hermana era una niña, comprobé con ternura y alivio que no entendía.
Y si pedimos una pizza –dijo con el entusiasmo- y la risita de una niña alegre, yo la mire con ganas de abrazarla de envolverla entre los brazos protegiéndola de todo.
Sentí que esta noche no era necesario hacer preguntas, pensar en mañana, le pedí a mi cabeza que me concediera eso al menos por hoy.
Cuando todos se fueron a dormir me quede con mama al lado del fuego que se sacudía buscando una madera de donde aferrarse para no morir, desde la tele sonaba facundo Cabral, me acuerdo que le agarre fuerte la mano como si yo fuera la madera y ella el fuego mientras escuchábamos.


                                                                                        

                                                                                                                                         


sábado, 2 de agosto de 2014

Diario de un derrotado

Existen momentos en que un requecho de espíritu o un viento tibio cargado de energia me han hecho creer  en la enperanza . Pero no son ellos los que viven conmigo.
En ese extasis todo logra verse tan simple, y se comprende que uno ve lo que ve o lo que puede. Pero todo, todo esta ahí.


I

El derrotado ve la derrota como la madre de la paz. 
El, el derrotado ha conseguido respuestas, las analiza mientras permanece ahi, consiente del lugar y el momento.
Entiende su irrelevancia en cada golpe del corazón que retumba en el pecho.
El tiempo le ha enseñado a protegerse a no involucrarse en batallas, la carne y la sangre ya no se calientan, solo siguen su rumbo, funcional, la mente también lo hace, en un todo de aceptacion.
Navega los niveles, batalla contra si mismo y se pregunta que tan hondo podrá llegar, sabe que la  distancia a la respuesta es infinita y la vida no.
A donde van los hombres sin rumbo se pregunta. Que tan lejos dejamos a dios? 

II

Cuando fue que lo olvidamos todo?
El derrotado convive con esto a diario,  ríe con la muerte susurrándole al oído que vendrá por el.
El derrotado es consciente de la absoluta falta de protagonismo, y fue ahí, cuando abandono la politica, la justicia, la esperanza y el amor.
Luego de haber meditado largamente sobre el hombre el derrotado comprendió su lugar, comprendió  la política, la justicia, entendió de amor y lo dejo todo a un lado para siempre.

 III

El derrotado ve el silencio posterior a la pregunta como la respuesta mas fiel,  el silencio no es la respuesta? quien dijo que la verdad nos tranquilizaria?. 
Es necesario sentir al menos una vez el universo, entender su hostilidad e indiferencia.
El derrotado cree haber encontrado consuelo en la sencilles.
Por que vale la pena vivir entonces?  
 " Por Groucho Marx, por el segundo movimiento de la sinfonía Júpiter, por Louis Amstrong por el rostro de Treisy" este tipo de respuestas le acarician el alma al derrotado, que cree que vale la pena por Woody Allen, por Larry David, por los beatles, por la sensación del pasto en los pies descalzos, por los años de juventud, por los ojos de Lucia

IV

El tiempo lo a desplumado, lo a dejado cada vez mas solo, como si eso fuera posible.
Convive con la imposibilidad de mostrarse, aterrado de las etiquetas destinado a la actuacion, a la mentira, escapando una y otra vez.
Fantaseando con ese momento donde ya en su casa con el cuerpo desnudo es golpeado por las gotas de agua, mientras baga con los ojos cerrados en busca de compañía



                                                                     

martes, 1 de julio de 2014

Recuerdos de un Púber

Cuando la gorda Marta tocó por primera vez mis bolas no entendí mucho, yo era apenas un púber, capas un niño. Sentado en el fondo del salón, sin prestar atención a la clase de Hector, el profesor de biología, la miré sorprendido, ella se rió con picardia, fingiendo que nada pasaba. Pero su mano seguía en mi entrepierna. A mi me gustó, no se bien que me gustaba pero no dije más y dejé que pasara. La gorda Marta tenia unos años más, era la repetidora del grupo. No era muy linda, pero se defendía, lastima que últimamente estaba más gorda y eso no la favorecía. Tenia unos pechos enormes y una cara redonda y simpaticona que podía convencerlo a uno de dejarse tocar las bolas en el medio de la clase. La cuestión fue que el acto se repetía, día tras día y algunas veces en clases de matemáticas, cuando la señorita Lopez, que tenia serios problemas de la vista, se sentaba a dictar ecuaciones. Ahí estábamos, yo quietito como nunca se me había visto y la gorda con su mano en mi entre pierna. Entonces llego el día, después de salir al tercer recreo, el de las 10 y 25, la gorda se me arrimo con un bollo* de los caros y me lo regaló. Yo no sabia que hacer, por suerte estaba solo y nadie nos vio. Le agradecí con un ademan, pero ella me pidió un beso, no muy convencido accedí. Pero eso no era todo, cuando el timbre sonó y nos indicaba la libertad, la gorda se me arrimó al banco y me dijo por lo bajo “quedate quieto un segundo, tengo que hablar con vos”. Yo, más asustado que otra cosa, me quede quietito mirando como mis compañeros salían despavoridos del aula atrás del profesor, que era el más hastiado de todos. “hoy estoy sola en casa, anda a las 3, no vallas tarde porque mi padre llega a las 5 y no nos da el tiempo”. No me dejo responder, lo suyo fue una orden.
Mientras pedaleaba por la Lavalleje hacia mi casa no podía dejar de escuchar sus palabras, tenia bastante miedo, ¿que quería la gorda Marta? ¿tocarme las bolas en su casa? Sospechaba de cosas impensadas, cosas que no eran propias de mi edad. Recuerdo como si fuera ayer, en mi casa había milanesas y solo puede comer una, Claudia, la chica que cocinaba, sabia ella, me miro desconfiada y dijo “¿andas mal de amores vos que no comes?”. A las 2 estaba que no podía más, los nervios echo un enjambre, la cabeza que no paraba de pensar y el cuerpo de temblar. Recuerdo que no tenia decidido que hacer, lo que más me salia era no ir, dejar todo por ahí y seguir con el juego en clases, pero fue justamente esa sensación la que me avispo. ¿si la tocada en clase era divertida porque no podía serlo en casa de la gorda?, ademas, si algo salia mal, decía alguna mentira y me iba lo más pronto posible. Tome coraje y me decidí, iba a ir.
A las 3 estaba en su casa. Toqué timbre una vez y bien suave. La gorda apareció por entre las cortinas y al verme me sonrió con tal energía que me asusté un poco más. Por un momento pensé que me quería secuestrar, o engordarme para comerme, quien sabe que cosas puede hacer una gorda malvada con hambre y deseos impuros propios de gente grande. Me hizo pasar y tan pronto como estuve dentro me dio un beso en la boca, mi primer beso, si con la gorda Marta y sin estar preparado. No le encontré mucha gracia, ella metía su lengua en mi boca y la movía frenéticamente, por puro instinto la separe de mí. Juzgando por su reacción, ella entendió mi pensar y sentir, me sonrió, pero lejos de terminarse, la cosa seguía. Me tomó de la mano y me llevó al cuarto, yo temblaba como una hoja en otoño que sabe el destino que le espera pero aún no esta preparada, nuevamente la gorda se percato y con la sutileza de una profesional me dijo “tranquilo che, ¿que te pensás que te voy a hacer? ¿algo feo?, vos confía en mi”. Respiré hondo. Volvió a tomar mi mano y se la puso entre los pecho, ohh, que recuerdos, que pechos que tenia la gorda Marta, enormes y cálidos, aunque un poco flácidos, pero eso lo supe después. “vos dejame a mi” insistió la gorda, y claro, si yo no sabia que hacia, si iba a pasar algo era por la gorda. Igualmente yo estaba más tranquilo, porque el calor de sus pechos me reconfortaba de una manera especial, era una sensación nueva y única, muy difícil de poner en palabras. Y la gorda fue por más, volvió a besarme con fuerza, me estrujaba contra ella mientras metía su lengua hasta los confines de mi ser, yo lo único que quería era seguir con mi mano en sus pechos, y luchaba por ello, algo que al parecer a la gorda le gustaba porque creo recordar que decía “bien, bien, así, así”. Lo ultimo que recuerdo es que la gorda me soltó los hombros y con sus manos fue a mi entrepierna, me saco el pantalón y comenzó a jugar con mi bolas, como en el aula. El resto es una gran nube, pero aún hoy, pasado el tiempo no puedo dejar de recordar ese día con una gran alegría, y debo confesar que volví a ir a lo de la gorda, muchos miércoles a las 3 de la tarde hasta que un día no abrió más y lloré, por ella y por sus pechos.


*Bizcocho; Factura.

jueves, 22 de mayo de 2014

En el nombre de los Padres


  Cuando a mi madre le comenté que estaba en la nómina de abanderados se alegró mucho, mi madre es una persona de emociones fuertes. Me abrazó con fuerza, me llenó la cara de besos y prometió comprarme muchos dulces. Yo en realidad estaba bastante grande para comer dulces, una barba rancia y mal afeitada se conectaba con mis pelos en el pecho que denotaban mi adultez. Más bien quise decirle “mamá y si mejor me compras un casillero y un 25” pero me contuve, yo soy un tipo estable, y por sobre todas las cosas mediador. Si señor, yo no dejo que las cosas se pongan patas arribas, yo si de algo entiendo en esta vida es del consenso, del gris, del punto medio. Pero antes de que pudiera decir palabras ya estaba hablando por celular con mi viejo “no vas a creer ¡Eduardo!, No, no, nada que ver, si, si, el está bien, si, si, esta libre, obvio, no, no. ¡¡¡Pero que cosa!!! ¡¡¡Si no me dejas hablar imposible ché!!! Que esta vez es una alegría te digo, si, si, ¡¡el botija es abanderado!!...”. En ese momento caí en la cuenta de cuanta expectativa había generado mi anuncio, demasiado, obvio, si les comenté que mi madre era una persona de emociones fuertes ¿que decir de mi padre? Un loco, un desquiciado, inestable por donde se lo mire. Qué paradoja, el tipo no conocía los puntos medios, era de la vieja escuela, del blanco y el negro. De seguro que ya estaba comprando una picada monumental, invitado vecinos y parientes de todos los lugares del recóndito planeta, porque el hombre, no se medía, cuando organizaba una fiesta, tenía que ser señora fiesta. De seguro por su cabeza volvía a erguirse el orgullo por su hijo, ese tantas veces bastardeado. No puedo fallar al afirmar que enumeraría uno a uno los parecidos que no tenemos, los dotes que nunca exploté y los valores humanos de alta cuna que he despreciado por años. ¿Entonces qué hice? Me traicioné, pero para evitar un mal mayor. Cuando mi vieja colgó, la miré a los ojos y le dije “vieja estoy algo drogado y capas no fui claro, soy tercer suplente de la bandera de Paysandú”.

                                                                                                          Tito

martes, 20 de mayo de 2014

Silencio

Pensar era llenarme de palabras
dolor secreto atrás de la sonrisa
ni grave ni solemne, nada que no pudiera
disfrazarse en la urgencia cotidiana.

Pero ahí estaba, un pétalo, un designio,
algo que definir. Qué es un fantasma
sino un reflejo que no tiene nombre
aparecido en la mirada, apenas.

Tu silencio es la calma responsable
de que eso ya no duela. Su ternura
supo abrazar también la antigua sombra.

Te reís de mi fantasma de palabras.
Tu amor es vital, físico, presente:
esta alegría tan simple que me asombra.


La Gata Flora