sábado, 29 de octubre de 2011

La ballena de Pinocho

El presidente de Chile, Sebastián Piñera, afirmó que detrás de las “genuinas” demandas del movimiento estudiantil hay escondidas otras motivaciones “oscuras” orientadas a crear “anarquía y caos” en el país.
   /  UNIVISION NOTICIAS.com

la ballena de pinocho

disney mintió
pinocho sigue adentro
la ballena lo regurgita una y otra vez
escuchamos el sonido del chorro maloliente

vuelan por los aires tres estudiantes
que salen de su estómago
uno gira y se revienta contra el mar
otro logra deslizarse por el cuerpo aceitoso
y nada desenfrenadamente
pero lo absorbe el remolino
el tercero cae en la roca
sus huesos hacen un sonido sordo
y su sangre se esparce en el pacífico

la ballena de pinocho
se alimenta por sistema de filtración
filtra los sueños y la memoria
recoge los pedazos de huesos y pezones
los trozos de bandera
los incorpora a su carne insaciable

ha sido admirada y ejemplarizante
símbolo de cultura colonial
modelo para nuestros bagres nacionales
trofeo aceitoso del norte
ahí se va otra barquita a hacerle frente
otra vez los pendejos y el arpón
con el pecho desnudo
desnuditos, ahí van
porque son la levadura

la ballena de pinocho los ve venir
coletea y hace mover las olas
la vemos desde acá, desde la orilla
bañándonos tranquilos
en nuestra inercia de republicanos
le aplaudimos piruetas y saltitos
y nos distrae del gusto dulzón
porque la sangre latinoamericana
ha estado siempre en las alcantarillas
por eso no la filma cnn


ahí se va otra barquita a hacerle frente
un puntito de proa contra el monstruo
llevan las redes vivas
el puño levantado
toda la inmensidad y la locura
mareas de la historia en las espaldas
porque son estudiantes
y la vida les pide arrebatada
una esperanza

la ballena de pinocho
espera muda como una sombra

abre las fauces
traga

lo que no sabe
su corazón de bestia
es que el arpón penetra
se hunde en lo blando
inyección roja de la sangre nueva
porque la sangre hierve y se descubre
una vez más
cortando el aire de la historia vieja
abriendo carne y piel
abriendo el mundo
como un país que emerge
del océano

                                         La Gata Flora

viernes, 28 de octubre de 2011

despedida

el mundo se va acabar. ahora lo sé. para darse cuenta no hace falta mucho. a veces es un pajaro que canta a deshora, un portarretrato caido, un cantero arruinado donde siempre hubo flores. a mi vino en la forma de un fuego apagado. lo único que me asegura su verdad es su sencillez, el hecho de estar tan a la vista de todos. basta salir a las afueras de montevideo para que todos lo vean. en la chimenea más alta de la fabrica de ancap siempre a toda hora estuvo encendida una llama. yo la miraba y era como sentir la presencia velando por nosotros. ahora es un silencio, algo tan triste como un árbol de navidad sin su estrella. ahora ya no está y yo se que estamos jugando los descuentos.
me alivia salir a la calle y ver a la gente. ellos no saben. ellos visten la esperanza como una mascara, y yo se que debajo algo más hermoso se esconde, esperando por ser nombrado. yo cargo con la verdad como con una cruz. camino derecho y su peso no se siente. la mayor parte del tiempo me olvido que la llevo. por eso escribo, para recordarla.
alguien me contó los motivos, el por qué del fuego apagado en la fábrica. un paro de obreros, reclamos del sindicato. mientras lo cuenta casi puedo ver a dios armando la ironía. las revoluciones suceden, todo el tiempo, las veríamos si solo tuviéramos los medios para hacerlo. el mundo se va terminar por voluntad de ellos, perdidos en un salón de reuniones de una fábrica en un lugar diminuto del mundo, escribiendo proclamas, discutiendo por cualquier causa, decidiendo el destino del universo.
se va a terminar de repente. va ser como la prolongación de un pestañeo. lo último que vamos a decirle a las personas es chau nos vemos che que pases bien. y yo espero en algún lado que el silencio lo diga todo por nosotros.

                                                                                       Seoane

jueves, 27 de octubre de 2011

De la memoria

  Impasible, postrado en la nada, así estaba yo aquel día. La tarde anunciaba ya su final, la noche y la luna sin pedir permiso se asomaban en el cielo. Paisaje hermoso si los hay, el atardecer. Esa rara conjunción de color y oscuridad, ese hermoso amarillo que va transformándose, allá en el horizonte, en un naranja. Por suerte de donde yo observo veo algo más. Al paisaje se le agrega lo cotidiano del siempre presente río, genial. La imagen queda partida en tres elementos: el agua, que espeja todo y lo hace mas intenso, la fina capa de tierra de más allá con sus árboles oscuros, y por último un cielo cubierto de nubes y naranjas de todas las tonalidades, como una explosión divina, y lo es. Cierro los ojos y los abro, todo sigue ahí, nada ha cambiado, yo tampoco, sigo manso, sereno, como quien esta en la nada, como quien disfruta de ella, sin ningún tipo de ansiedad o pensamiento. La intensidad de los colores me hace cerrar los ojos y por un movimiento natural de la cara, al cerrar los ojos se me dibuja una sonrisa, que luego mantengo y agrando, estoy realmente conectado con el lugar.

 Muchos dicen que una imagen vale más que mil palabras, yo digo: “un recuerdo es mucho más que una imagen”, hay veces que uno logra de verdad retroceder en el tiempo, vivir nuevamente la magia de un momento. Se puede engrandecer el momento, se lo puede menospreciar y hasta temer, pero en fin, es eso, un recuerdo y es personal como la vida, como la percepción de las cosas. Entonces me cuestiono tal recuerdo, me pregunto cómo fue, que tonta pregunta que me hago, es como yo me lo acuerdo, este recuerdo en particular no se ha modificado, así lo siento y eso me basta para atesorarlo y defenderlo contra todo, éste es real. Entonces cierro los ojos y lo veo, lo vivo, lo disfruto.

 No fue hasta hace un tiempo corto atrás, que me di cuenta que mi maquina del tiempo me tenia atrapado en un mundo tan real como ficticio. Así despierto, reacciono, me abruma la idea de haberme dormido por tanto tiempo, de estar en la trampa del tiempo, de no generar más vida, de permanecer atrapado en la realidad pasada. Porque en definitiva la vida es memoria, es asociaciones de recuerdos, ahí el peligro del despistado, del distraído, del dormido: quedar stand by, reproducir pasado y vivir en su constante.



                                                                           tito

miércoles, 26 de octubre de 2011

Dicen...

A la flor más hermosa del más lindo campo,

Que lindo era verte,
perderte entre las sábanas,
cuando yo jugando
con trazos de besos y caricias
surcaba tu cuerpo, rogando

que tus cabellos me rodearan
con tu calor de amante
y así dejarme morir,
y recibir triunfante
esa muerte enmarañada

Dicen que de los que piensan demasiado es el hábito de escribir.
Ahora le arden de lágrimas los ojos,
de esas que queman más que el fuego.
Ahora siente la necesidad imperante de escribir,
tiene la esperanza de que a través de su pluma
podrá escurrir sus lágrimas en el papel.
La mano que empuña el lápiz se articula por el recuerdo de ella.
Ella, la que antes acariciaba la mano sin necesidad de lápiz.
Ella, la que antes contemplaban los ojos sin necesidad de lágrimas.
Ella, la que antes borraba este vicioso hábito de escribir.

Dicen que la lastimosa mirada,
antes posada sobre la mano de ella
apretujada por la de él,
ahora sostiene el lápiz en gesto que alimenta el vicio.
Muerde sus labios para no volcarse en llanto,
Su mano acalambrada reclama un manto de caricias, el de ella.
Ella, la que antes mordía sus labios.
Ella, la que antes sostenía su mano, apretujándola a su antojo.
Ella, la que ahora le esquiva el ojo.

Dicen que el tiempo de los amantes es la ausencia de todo tiempo, el no-tiempo mismo.
Ahora no puede más que sentir cómo en su arqueada espalda se clavan las agujas del reloj.
Ahora la ve a ella tan distante en el tiempo, tiene la confianza de que cuando la vea se olvidará al instante de los minutos y las horas, de los días y las semanas, de los meses y los años que cuelgan sobre él.
Él, el que antes se suspendía en el tiempo en presencia de ella.
Él, el que antes se olvidaba del espacio en compañía de ella.
Ella, de ella se ignora su tiempo y lugar.
Ellos, de ellos se sospecha llegó su final.

El brazo que antes rodeaba el cuello de ella empieza a temblequear.
Garabatea titubeante aquel lápiz, que quebrando su punta se intenta suicidar. 
La hoja chilla agonizante.
Es la mano que ha dejado de escribir.
Él fue invitado a desaparecer y en un simple suspiro se desmaterializó.
Era esperado con ansias en el terreno del no-tiempo y lugar.

Al otro día, el dueño de la pensión llamó a su puerta. 
Le extrañó que su inquilino no contestara y terminó por forzar la cerradura.
Encontró el cuerpo yaciendo a orillas del escritorio.
Descubrió sobre su pecho los trazos en papel.
Las palabras manchando aquella hoja con el último aliento del difunto conmovieron de tal manera al buen hombre, que en gesto de buena fe creyó conveniente enviarlas en un sobre a la mujer que antes habitara allí.
Claro que junto al desgarrado corazón en papel, viajaron las cuentas que atormentaban al cadáver deudor.

Mi mano cesó de escribir. En sorbidos breves bebí silencioso el resto de una botella de vino. Me acosté en el sillón y con la vista fija al techo medité.
Mis pensamientos giraron en torno a si era conveniente o no acabar con mi vida; ya fuera por la imposibilidad de pagar al cobrador, ya fuera por la imposibilidad de curar mi desamor o simplemente por el hecho magnífico de darle a mi vida un final literario, repleto de reflexión metalingüística. 
Tristán el Triste

martes, 25 de octubre de 2011

¡Salud!

Creo firmemente que al cuerpo uno no debe engañar, sino hacer caso a todos sus reclamos. De esta manera uno se conserva sano, de lo contrario uno se enferma, se envenena solo.
Así, cuando tengo que estornudar lo hago, nunca me resisto. Y de qué estruendosa manera. Mi estornudo se puede escuchar a dos cuadras a la redonda, hago temblar el mismo suelo.
Detesto a las personitas que tímidamente se guardan los estornudos, qué necesidad. Compadezco a esos seres que ni bien anticipan la llegada del estornudo hacen un esfuerzo sobrehumano por contenerlo, sus rostros en fricción muestran una lucha interminable, en sus caras arrugadas por la fuerza se nota que voluntad y contra voluntad batallan incansablemente.
Y cuando es demasiado incisivo el impulso e imposible de frenar despiden un estornudo avergonzado de si mismo, como si temiera su razón de ser. Un estornudo que aparece y se esfuma enseguida, en el correr de un segundo, un estornudo temeroso, murmurante.
Estornudos complacientes, estornudos tímidos y fugaces, estornudos que no llegan a ser estornudos, estornudos que piden permiso para ser expedidos al aire.
Que estupidez la de excusarse por algo tan natural a uno.
Por algo se define al estornudo como un mecanismo de defensa del cuerpo, es necesario y vital para conservar limpio el aire de los pulmones.
Lo que haya de malo dentro que salga para afuera.
Acto reflejo, impulso provocado, algo tan imposible de reprimir como un deseo profundo.
Así que no entiendo, no logro establecer empatía y comprender a aquellos que en gestos laboriosos se impiden un merecido estornudo.
Compadezco a los pobres pero a un mismo tiempo me irritan, quisiera zarandearlos y sacudirlos, lograr que su ¡achís! resuene en los oídos de todos, que crezca hasta asemejarse al grito de un japonés enfurecido.
No me inspira confianza quien reprime su estornudo, quien se priva de algo tan simple sólo por falsa y modesta cortesía debe esconder algo peor dentro suyo, algo que latente, espera el momento de surgir a la superficie, ya sea por la nariz, por la boca o por cualquier otro orificio circundante.
No tolero tampoco a quienes quieren aminorar la carga sonora de sus estornudos, como si este llegara a molestar a alguien, como si no merecieran el seguido “Salud” que corresponde a los mismos.
Los entendería si viviéramos en otro siglo, en aquél atestado por la peste, en el que sí era motivo de paranoia un simple estornudo. En aquellos años oscuros un estornudo era sinónimo de muerte y destierro por el estigma de la peste.
Aquel que estornudara debía ser inmediatamente denunciado mediante la exclamación “¡salud!”, que funcionaba como una oración para bendecir el lugar y evitar el desarrollo de la peste, pero que también estigmatizaba a quien acababa de estornudar como si fuera un campesino portador de la desconocida enfermedad.
¿Esta estigmatización del estornudo acarreará consigo una adaptación evolutiva del propio hombre que generación tras generación cultivó la represalia al mismo?
Suerte que el mundo no está plagado de cristianos castradores de narices que estornudan y hay lugar para los otros, que interpretan esta manifestación natural del cuerpo con otros sentidos. 
Están aquellos paganos que creen en los estornudos como presagios; los eslavos que opinan que el estornudo a continuación de una afirmación significa la confirmación del propio Dios de que se habla con la verdad misma; los indios que saben que cuando alguien estornuda es porque es recordado por un ser querido; los japoneses ególatras que piensan que cuando estornudan es porque alguien está hablando de ellos y los aztecas que afirman que si un varón estornuda es porque su esposa le es infiel en ese momento.
He aquí varias razones para cargar a un estornudo de misticismo y desechar su carga negativa y su condición de maleducado.
He aquí mi propia experiencia, que intenta transmitir el sentido liberador de un buen estornudo.
Desde que tengo uso de razón obvié las órdenes de la etiqueta social y me dedique a cultivar el gusto por el estornudo.
Con los años fui mejorando mi técnica y me volví un maestro en el arte de estornudar. No sólo mi estornudo causa admiración en los demás mortales sino que cuando lo hago, el eco de mi potente estornudo retumba en las orejas de los dioses, haciéndolos pegar un salto del susto.
Uno tiene que advertir su llegada, ni bien siente que su nariz se prepara para inhalar galones de aire, debe preparar su abdomen, volverlo elástico y hacer subir de rebote su diafragma para que el aire salga disparado lo más rápido posible de los pulmones.
Se dice que la velocidad promedio de un estornudo varía entre 55 y 65 Km./hora  pero les aseguro que he alcanzado velocidades impensadas; me acuerdo una vez que esperaba en una esquina por el cambio de luz en el semáforo, en ese momento intuí su advenimiento, medité los segundos previos para alcanzar un estado total de concentración y cuando solté mi estornudo salió disparado a tal velocidad que en el correr de un segundo alcanzó la frente de un desdichado transeúnte que esperaba en el semáforo de la otra esquina, haciéndole “volar el jopo” literalmente.
Mi familia ya está acostumbrada, que no les resulte curioso verlos de tapabocas por un tema de precaución y seguridad, pues como estornudo con tanta pasión a veces esparzo saliva por doquier (hemos tenido que cambiar los muebles más de una vez debido a que cuando me dan estornudos en seguidilla los recubro con una capa de mucus imposible de quitar).
Me pasa que hasta suelo decir cosas cuando estornudo, sin intención alguna y en lenguas indescifrables para mi.
Cierta vez me encontraba en la plaza independencia, ubicado justo a los pies del prócer. Vi venir el estornudo y volteé la cara para no mancillar el honor de Gervasio. Luego de pegar el grito que siempre acompaña mis estornudos, se me acercó una pareja de turistas japoneses que me empezaron a hacer reverencias y a decir cosas que no pude entender. Me invitaron a comer sushi y a tomar unos sakes, y pasé una amena tarde japonesa comunicándome a base de estornudos (para ello llevé conmigo un frasquito de pimienta, enseñanza que le debo al Tom y al Jerry y a los muchachos de Acme).
Otra vez, en la escollera del puerto estornudé al lado de un marroquí y este me ofreció hachís. Pase un rato tratando de hacerle entender que no quería comprarle que simplemente había estornudado.

Espero que estas apreciaciones sobre el complejo tema del estornudo les sirvan de algo y los ayude a estornudar con más libertad y sin tabúes, a estornudar cómo se debe, cómo dios manda. Así que les mando un ¡Salud! por anticipado.
Elugo

sábado, 22 de octubre de 2011

Roberto Anchorena "Silvia"

Roberto o Robertito como se lo conocía popularmente en su Carrasco natal, era un joven común y corriente de la clase alta montevideana de post dictadura; disfrutaba de la buena vida, los lujos y las comodidades de su entorno.
A los 17 años sus padres lo envían a España a terminar sus estudios secundarios. Allí  Robertito descubre su apetito por lo profano y lo prohibido, y conoce a Ricardo Pérez, con el cual también descubre su verdadera identidad sexual.
A su regreso de España a Robertito le resultaba imposible ocultar su homosexualidad, sus padres patricios católicos no tardaron en notarlo y pronto recurrieron a la violencia como método disuasivo de las conductas "anormales" del primogénito.
Tras 2 años de sufrimiento y represión Roberto decide abandonar su casa y mudarse, pero su incapacidad para sobrevivir en el mundo real, lo dejan en la calle desamparado, al principio recurre al robo, pero pronto se da cuenta que no tiene la picardía para realizar ni siquiera el hurto de una bicicleta, por lo cual decide tras muchas noches de llanto dedicarse a las labores sexuales.
Robertito en poco tiempo se hace de una esquina, la de Bvar. Artigas y Rivera, y con ropas femeninas lo -o mejor dicho debo decir- la abordan sus clientes, caballeros con renombre, padres de la clase media, profesionales y también bichicomes, rateros y malvivientes.
La dura vida en la calle hizo que Roberto tuviera que mudar su parada hasta el túnel de 8 de octubre, donde adoptaría el nombre de Silvia.
A principios de los 90 ser Travesti en Montevideo era mas difícil que ser judío en la Polonia ocupada del 41, sin embargo "Silvia" supo conservar su lugar tranzando con los policías de la zona, y haciendo más de un mandado para los políticos de turno.
Recién en el año 1998 "Silvia" tubo su reconocimiento, y fue invitada por un dirigente colorado, no viene al caso quien -uno gordito administraba un hospital- a participar en la campaña un voto un pete, por la cual recibió elogios de la prensa, y mas de una propina.
Lamentablemente todos estos grandes personajes, sufren lo que yo llamo el síndrome peluca, un par de días en la tele, algo de fama y luego mueren trágicamente con un humo misterioso a su alrededor.
Roberto "Silvia" Anchorena muere el 14 de junio de 1999, tras ser atropellada por un camión de conaprole cuando se dirigía a cobrar un cheque por 15 mil dólares al banco Republica de Rivera y soca.
El Calvo Loco

viernes, 21 de octubre de 2011

Cabo Santa María

Here is that sleeping place                            
Long resting place                                            
No stretched place                                          
That never-get-up-no-more                        
Place                                                                      
Is here 1                                                                  
             Juan Carlos Onetti

 Lasciate ogne speranza, voi ch'intrate 2
             Dante Alighieri

I

 era mi hermana la que me contaba como a veces se tiraba en la cama a llorar y en más de una ocasión armó las valijas a cualquier hora para irse de ese lugar de mierda. la Paloma se llamaba y para mí siempre había sido una sucursal de la felicidad o algo parecido al espacio en donde suceden los sueños. es cierto que siempre, desde chico, habia ido en verano, y solo una vez en invierno y por unas horas; esa vez el lugar me causó la misma impresión de belleza apenas algo más desolada, y cuando subí al faro y mire el pueblo y las playas casi por igual desiertas y el mar golpeando las rocas con una paciencia aprendida y ensayada desde los primeros dias del mundo pensé que ahí era en donde quería pasar los últimos días de mi vida, al lado del fuego y un libro y de la mujer de la cual ya conocía el nombre. la paloma es una presencia en mi vida desde antes de la memoria y la palabra. recuerdo cuando llegabamos despues de un viaje largo de más de siete horas y veíamos el mar y la arena a nuestro costado, y el olor a sal y pinos nos invadía como una confirmación, y dabamos la primera vuelta por entre las calles y las casas hasta alcanzar el faro, y yo entonces sabía que desde ese momento se abría una nueva dimensión del tiempo, más fugaz, más preciado, ansioso por volverse nostalgia. recuerdo también como una vez durmiendo en casa de mis tios, en una habitación que da a la playa, el mar parecía nacer desde mi almohada como un caracol. yo sentía como su oleaje bañaba vigilia y sueño en un sonido de arrullo, de tambores. era la continuidad.
a veces los recuerdos son tantos que me pregunto en donde guardaremos el olvido.

II

 pero mi hermana me contaba lo que yo no habia vivido, una verdad aprendida, resignada, a salvo ya de sueños y nostalgias. creia ver algo hermoso y descarnado en sus palabras, en el relato de ella y diego en una casa asediada por la soledad y el mar igual a un barco, aprendiendo el invierno y el frío, y como hasta la soledad puede ser compartida. me lo contaba todo en un tono calmado, ajeno ahora a la desesperación, estando ya la decisión tomada, hilando de a poco una historia que ya habría contado a mi madre y a mi otra hermana, y que a partir de ese momento contaría incontables veces a toda persona con la voluntad de escucharla, con un fin de curación y distanciamiento, como un mantra. si desviaba apenas los ojos y los ponía a mirar hacia dentro, podría haber visto a la tristeza crecer como una planta. las cosas no habían salido ni cerca de lo planeado, cuando el proyecto inicial que los había llevado hasta allí se cayó, de a poco fueron viendo como todas las puertas se cerraban, como un reflejo de las personas que había dentro, son bichos, me decía. las únicas con las que pudieron hablar no eran del lugar, gente mayor que les decían cosas como qué hacen acá muchachos, nosotros ya estamos jugados, ustedes son jovenes, vayanse cuanto antes. me contó como una vez, estando en rocha en busca de trabajo, pensó en ir a la iglesia. yo por dentro no podía concebir el recorrido que la conducía hasta las puertas, los pasos de ella divididos entre la incredulidad y la esperanza que la llevaban a retomar una relación que había puesto en suspenso por los últimos veinte años. iba a raspar el fondo de la olla en busca de la esperanza. pense más tarde en el origen de la palabra religión, de como proviene de la palabra latina religio y como a su vez ésta proviene del verbo latino religare, significado que podría traducirse como ligar de nuevo, volver a unir lo que una vez fue uno. y yo pensaba, que asi sea. pero finalmente fué, hizo el camino. cuando llegó estaba cerrada.

III

 le pregunté si no había entre todas las cosas que me contaba algún recuerdo alegre. quería asegurarme que no era una versión privada del infierno. buscó por un tiempo, movida por mi insistencia, y finalmente me dijo que quizás si: los primeros días, dijo, ibamos a la playa con diego y el agua estaba tibia por todo el calor y el sol que habia juntado del verano y nos quedábamos ahí acostados hasta despues del atardecer. el otoño apenas se abría como los primeros acordes de guitarra de una bossa nova y la soledad agigantada de marzo en la costa, supongo, les haría pensar cosas como todo lo que vemos delante de los ojos es nuestro y depende de nosotros lo que hagamos con ello. pero claro, eso fue antes del invierno, y yo pensaba que era del tiempo de la esperanza de lo que me hablaba.

                                                                                                 Seoane


1  poema atribuido a Molly, en La Casa en la Arena, de Juan Carlos Onetti. la versión original está en ingles, asi como la transcribo al inicio del texto. para los incultos que no saben lo mismo que yo les dejo la versión traducida por P. Montauban solo para que despues puedan leer la orginal. 
Aqui es ese durmiente lugar
Del largo descanso lugar
No limitado lugar
Ese nunca-despertarse-más
Lugar
Es aquí


2 inscripción grabada en las puertas del Infierno, de la Divina Comedia de Dante. podría traducirse como:                          , Abandonen toda esperanza, ustedes que entran.

jueves, 20 de octubre de 2011

Que la Chupen

 Son algo así como las 10:40 PM del miércoles y yo estoy vacío, no sé que escribir y me está empezando a incomodar esta situación, la de ser un desertor a la causa del gran Augusto.
 RINGGGG…RINGGG.
 Maldita sea, no es otro que el sonido de la derrota, el sonido letal del final, es la última frontera, es el último límite. Sé que detrás de esa llamada, que por supuesto no atiendo, esta la voluntad de él, se que no es él quien personalmente la está efectuando, tiene muchos lacayos que lo harán sólo por complacerlo. Y puedo ver sus caras, sus malditos gestos de placer, estas viles ratas sonriendo nerviosas, temblando el pulso y con los ojitos perdidos en la miseria ajena. Sí, los siento, tanto los siento que estoy por explotar.
 Ahhh, HIENAS!!! de eso viven, son parásitos que no hacen más que succionar la vida, sus triunfos están marcados por las derrotas ajenas, y se cómo están confabulando, se cómo se hacen amigos en la oscuridad.  Ni verse pueden, pero hoy no, hoy se convidan con ese néctar divino que los envuelve en una felicidad máxima.
Y empiezo a pensar, a dar vueltas por mi desgastado cerebro en busca de alguna anécdota barata y no tan usada, una situación normal, pero no tanto. En fin alguna reflexión no estaría mal, pero sería sumarme a la fácil ola de la reiteración, y maldita sea, no les daré el gusto.
Y más me como la cabeza, y más me esfuerzo pero no tengo nada, estoy condenado al maldito fracaso, a la maldita ruina, por qué? por qué a mi?? por qué la vida tiene que ser tan dura???? Y CLINK, la gran H.J. SIMPSON me impacta de lleno en la parte frontal de mi cabeza. Me cae una idea genial, el plagio, si señor, que mejor que eso, pues poco y nada.
Y entonces les cuento a ustedes lectores que estoy en posesión de una noticia sumamente caliente, ardiente y a su vez un tanto bastante fría. Jajaja me encanta jugar con el chiste fácil, bailar el calculador dance de lo street fusionado con lo trivial de lo no tanto. Si hermano, ¿qué, no te enterás de nada?, un pibe en Rusia se murió por tener sexo 12 horas seguidas, si compañeros, 12 horas seguidas, y con esta hazaña no solo que terminó con su vida sino que le ganó una apuesta a un par de rusas sedientas de sexo. Al parecer no pudo disfrutar de su victoria ya que a los pocos minutos de cumplir el tiempo establecido sintió como su corazón sobre-medicado de píldoras azules comenzaba a fallar. Este sería el final de Sergey Tuganov, un joven que murió como nació, de un polvazo. Algunos dirán que el gran tito ha pecado de amarillista pero que diablos, que digan lo que quieran, metió 12 horelis de sexo, estaba sobre ultra pasado, un psicópata, una victima de la cultura macho man. Un terrible desequilibrado. Pero por esas cosas de la vida me acuerdo de otro desequilibrado, Julio Ríos, y lo peor de todos es que tiene razón con su hit literario “La capacidad de asombro no tiene limites”, porque alguien si superó a nuestro amigo Sergey Tuganov, no en tiempo de sexo pero si en pasadera y desequilibrio mental. Un joven brasilero logró la espeluznante marca de masturbarse 42 veces seguidas, si señores, y al igual que su antecesor en el number one de pasadera extrema, el amigo de Goias también perdió la vida. Su madre declaró “lo íbamos a llevar al médico, no era normal, se las hacía en cualquier lado, a cualquier hora”. Dicen, algunos no creemos, que luego de su maratónica sesión fueron encontradas en sus manos quemaduras de tercer grado
.
 .
  .
    QUE LA SIGAN CHUPANDO
                                                      Qué decirte a ti, mi gran Augusto, tu hijo pródigo te saluda.

     TITO

miércoles, 19 de octubre de 2011

NOSTALGIA ABSURDA

ella caminaba la lluvia
iba a buscarlo
no se lo dijo pero compró un paraguas
para no mojarse el pelo.

le llamó la atención su mirada
él que estaba tan solo, acurrucado
en la idea mayor de sí mismo.
distraído la vio desde lejos
y llamó la atención su mirada
profunda como el surco del océano.

ella había andado todos los caminos
venía con los labios cansados
miró sin intención, sin darse cuenta,
pero miraba para que él la viera.

una noche tan sola como siempre
vacía belleza de los tiempos andantes
él la miró venir desde lo alto
pero eran los dos altos, y al llegar a destino
quedaron justo al nivel de los ojos.

- ahí estaba el azar, presente un rato.
creyendo aún en su poder sonante
aunque iba a ser muy pronto deshonrado:
ya ni los dados pueden con el miedo.-

la vio venir y como por encanto
se miraron los pájaros heridos
el azar preparó las cartas
con lluvia y frío y ganas.
era viernes.

él la había visto sí, la había mirado
había dejado que hasta allí llegara
mucha belleza era.
la incertidumbre se volvió amenaza
grande, desenfrenada.
el pasado, prejuicios:
¿quién es? ¿qué quiere? yo no puedo darle
no estoy dispuesto a darle nada a cambio.


ella, sus alas, para la trinchera.
supo: ahí están las balas, esperando.
llegaron antes, como hacia un espectro,
sin ningún vuelo que las provocara.

-el miedo es un bichito pegajoso
que se defiende cada vez mejor.
camaleón baboso y nocturno.-

ella sintió pereza porque sabía que sola
la batalla es inútil.
nadie le cambia la cabeza a nadie.

y eso que ella le guardaba el océano
de arriba, desde el cielo
quería sentirle el cuerpo
besarle las heridas
conocerle los ojos al amar
la textura en su espalda de hombre herido.
demostrarle
que las historias aún tienen su calle
que una mirada al nivel de los ojos
basta para encontrarse tiernamente.

que conocerse no es cuestión de tiempo.

y eso que ella, debajo del paraguas,
solo esperaba unas razones
para sentir que no es mentira
y que en la vida hay algo de aventura.

pero él la dejó ir. y no hubo azares
ni gestos ni palomas que lo hicieran
saber que era con él, no con cualquiera,
que sus manos de hombre
que su voz
su misterio tan simple
hecho de niños
hecho de música.

allá se va, debajo del paraguas
una mujer sin el corazón roto.
no hubo tiempo para romperse nada
aunque el azar con su mejor esfuerzo.
una nostalgia absurda la envolvía
por lo que no empezó, lo que no puede,
lo que está muerto antes del abrazo.

ella, otra vez, solita y su frescura.
él quedó solo en el medio de la serie
con lo planificado, en la casilla
de lo que es conocido y complaciente.

cuando se recordaron, sonrieron,
volando en un encuentro imaginario
sin saber si algún día había existido
la mirada con que se encontraron. 

                                       La Gata Flora 

martes, 18 de octubre de 2011

Cara de domingo

“Tenés cara de domingo” me dijo “…de deprimente y melancólico domingo”.
“Pero hoy es martes” le contesté “esta es mi cara de martes”.
“No” me retrucó “…no importa si hoy es martes, miércoles o jueves. Vos siempre tenés cara de domingo y yo no puedo estar estancada con un domingo”.
“Pero eso puede cambiar…” acomodé los pliegues de mi rostro, forzando una sonrisa “… ¡mira! esta es mi cara de viernes”.
“No es natural, pareces una marioneta. Por más que te esfuerces, tu rostro siempre se va amoldar a una cara de domingo” sentenció ella.
Mientras caminábamos, mi vista se iba estacionando en rostros pasajeros y a medida que pasaban les fijaba días en la frente.
Caras de lunes, rostros de martes, máscaras de miércoles, ojos de jueves, antifaces de viernes, semblantes sabatinos radiantes de felicidad…
Y yo con mi cara de domingo, mi expresión fijada en una forma saturnina. 
Al pasar junto a un auto estacionado, me detuve en mi reflejo. Aunque era martes, me sentí domingo. Con la ayuda de mis manos empecé a desdibujar las muecas de mi cara. “Para crear es necesario destruir” pensé “Para que nazca un día es necesario que muera otro” seguí pensando.
Así mi rostro quedó limpio de expresión, parecía el de un maniquí, equivalente a un pulcro lienzo deseoso de ser pintado.

Machaqué mi rostro de saturno,
se desprendió de mí, lo triste y taciturno…

Me puse a reflexionar sobre qué día fijar de la frente para abajo, y así mi rostro moldear.
Al lunes lo descarté enseguida ¿quien iba a querer una cara de lunes? Si bien me encontraba desconforme con mi cara de domingo, la prefería ante una cara de lunes, la peor de todas las caras. La cara arremetida por la responsabilidad, la cara disciplinada, la cara chorreante de stress, la cara más popular en los ómnibus urbanos que circulan de mañana, la conocida cara de ojete.
Los martes no son tan despreciables, pero tener cara de martes es tener una cara sin gracia, desprovista de expresión. Para tener una cara inexpresiva, una cara de piedra, me conformaba con mi cara de domingo.
Ahora, los miércoles son otra cosa. Ya una cara de miércoles es otro cantar. El miércoles es un corte de navaja en el estómago de la semana. Hay un antes y un después de cada miércoles. Si bien el miércoles es medio indeciso porque esta ahí a la mitad, se aleja del martirio de los lunes y deja despuntar algún indicio de fin de semana. Pero tampoco es la gran cosa, medio que quiere quedar bien con todos. Se presta un poco para la joda, se relaja un poco pero ni bien salta alguna autoridad castradora se achica enseguida. Y para tener una cara de careta, de “me hago el malo pero achico enseguida”, me quedo con mi cara de domingo.
Hablando de caras de jueves ya es otra la cuestión: los rostros de jueves son muy de sonrisitas tímidas, de pliegues nerviosos, de ansiedad latente. En ellos se vislumbra que la tormenta ya pasó y que lo mejor está por venir. Además hay mucha cara de jueves confundida, porque se cree cara de viernes y ahí la cosa se complica. Cuando las caras de jueves se confunden con las de viernes, pueden que al otro día despierten siendo caras de sábados o incluso se sabe de algunos casos en los que automáticamente por la tremenda decepción que se llevaron por no haber sido viernes, se transformaron en caras de lunes. Así que para ser una cara con mucha expectativa y demasiado ansiosa, opto por mi tranquila y apacible cara de domingo.
En lo que concierne a las caras de viernes el problema reside en su peligroso atractivo. Las caras de viernes se caracterizan por: dientes apretados aguantándose las ganas de noche, labios que se expanden y se contraen en formas de resoplidos y suspiros, ojos locos y dementes, sedientos de desenfreno y narinas dilatadas que dejan entrar la mayor cantidad posible de revitalizante oxígeno. Todo esto pinta esta cara alegre, pero llevar consigo una cara de viernes todos los otros días, sería demasiada responsabilidad. Demasiada exigencia para uno mismo, uno no está para andar feliz todo el tiempo. La gente con cara de otros días te envidiaría y hasta podrían transformar tu cara de viernes en cara golpeada y herida (las cuáles es difícil saber a que día pertenecen). Me quedo con mi inofensiva cara de domingo que no va a inspirar celos en otras caras de otros días.
Las caras de sábados son multifacéticas: pueden ser caras post viernes, o sea caras arruinadas por los vicios y la noche, pueden ser caras sábado con complejo de viernes (presentan los mismos síntomas) o simplemente son caras relajadas, risueñas, felices, caras que no esperan nada, caras satisfechas de todo, caras de expresiones bobas. Y para parecer un mongólico feliz de mi condición estúpida prefiero mi cara de domingo que por lo menos advierte sobre mi inteligencia.
Luego de descartar las caras de todos los días y contentarme con mi cara de domingo, baje a tierra y vi que ella ya estaba en la esquina. Apresuré mi paso y la alcancé.
Le toqué el hombro, se dio vuelta y le dije “Me quedo con mi cara de domingo”.
Ella me miró y me dijo “Te quedas solo como un pingo”.
A lo que contesté “Vos tenés cara de nada”.
Y ella se justificó “Debe ser por la ensalada”.
Me quedé atónito viéndola partir, la vi cruzar la calle y entrar en un local de comida vegetariana, me di media vuelta y caminé con la frente en alto, ostentando mi cara de domingo, rebosante de orgullo.
                                                                                                                                         Elugo

lunes, 17 de octubre de 2011

No lunes para Nano

El señor Prensio es uno de los principales defensores de la campaña para bajar la edad de imputabilidad, "si el guacho es capaz de delinquir, que sea capaz de pagar por el delito" sostiene, y además alega que si alguno de los progenitores de la cría tiene antecedentes, el niño a nacer debería ser condenado desde su misma concepción siendo aún espermatozoide, "que nazca derechito en la jaula" ha llegado a declarar, estando en pedo.
Por medio de este prólogo, se busca justificar que el Gran Augusto no se responsabiliza por los crímenes cometidos por sus botijas. Hecha esta afirmación, se comunica al hermoso público con el que contamos, que el señor Nano, cuya responsabilidad reside en publicar un único texto los días lunes (sin falta), no ha llegado a cumplir con su deber. Si quisiéramos hablar metafóricamente diríamos que en el barco pirata del corsario Prensio el Sr. Nano está con los pies en la borda, contemplando los tiburones. Esto quiere decir que tuvo su primer strike, no importa si fue por garrotera creativa o bloqueo de escritor (todas excusas para justificar la pereza nata de esta calaña de escritores).
 También le damos la bienvenida a un nuevo sobrino que viene a formar parte de nuestra ilustre familia, desde la antigua Germania, con ustedes el señor Miguel Sanecasse. Cabe aclarar que no hizo casting sábana para obtener el trabajo como cierta gente ha calumniado.
Sin más que agregar, habiendo manifestado la voluntad de mi amo Augusto,
Se despide atentamente,
                                        William Chamberlain 

sábado, 15 de octubre de 2011

Pelé debutó con un pibe

El corría como si no hubiera mañana, sentía un estado de excitación que nunca antes había sentido, ni siquiera cuando aquella compañerita de 3° le dejó tocarle una teta después que le insistiera toda la mañana conque si no le tocaba la teta no sabría si era puto o no. Es que lo que en ese momento estaba viviendo no se comparaba con nada. Había vuelto a nacer, a ser libre después de tanto soñarlo.
Maicol había salido de su casa para ir a la escuela como hacía habitualmente, intentando no desviarse del camino e ir al cabaret y oficiar de mozo entre aquellas señoras que ahí trabajan. Él no entendía como podían ir siempre tan contentas a trabajar si después se pasaban todo el día gritando e implorando piedad. No sabía que era lo que pasaba dentro de esos cuartitos que estaban amoblados únicamente por una cama, una mesita de luz y un perchero, nada más. La luz siempre era tenue, casi tenebrosa y siempre sonaba alguna cumbia caribeña (él era el encargado de rebobinar el casette y darlo vuelta cuando se terminaba la cinta). También era el encargado de llevar esas “pastillitas” circulares y gomosas que tanta intriga le daban. Por todo ésto él no recibía paga, de vez en cuando la madame que tenía unos 85 años le regalaba unas golosinas a cambio de que no dijiera nada de que él trabajaba ahí. El amor maternal de una meretriz era el único que tenía, ya que su madre falleció cuando era bebe debido a causas naturales: el padre le metió un cargador entero en la panza después de encontrarla chuponeando con el vecino, y cuando te pegan 15 tiros es natural que uno muera. Por eso era que él había encontrado ese amor de madre en el prostíbulo “La ladilla que habla”. El nombre se debía a ciertos comentarios de la calle tales como que la ladilla más chica te abría la puerta y cosas por el estilo.
Con el pasar de los años fue entendiendo un poco más el negocio y le sumaron responsabilidades dentro del mismo, ahora era el encargado de atender la barra. Con sus jóvenes 12 años, su sueño, según decía él, era ese, ser barman.
Después de aquella noche en la cual actuó como un verdadero adulto fue que Sheila, la madame del cabaret, decidió hacer debutar al pequeño Maicol. Primero lo charló un rato, le explicó que era lo iba a pasar, le dijo que era muy lindo, que la tenía grande y todas esas cosas que las putas suelen decir cuando uno les paga unos manguitos. Quedaron en que a la noche iban a consumar el “ato sesual”, así llamaba Sheila al coito. El borrego fue a su casa a prepararse, se masturbó un rato siguiendo el consejo de su tío de que así podría “aguantar más tiempo”. Se bañó, se masturbó de nuevo, se perfumó, se masturbó de nuevo y salió rumbo a “La ladilla que habla”.
Al llegar se encontró con “la Yeila” y sus 85 años encima. Maicol se puso nervioso, no sabía que esperarse, nunca había visto una vagina en su vida (Cinthia Fernández todavía no había pelado concha en televisión frente a 50 millones de personas) no sabía nada del órgano reproductor femenino, lo único que conocía eran tetas, tetas y más tetas. En eso si era un especialista. A los 10 años ya te decía si las tetas de aquella eran operadas, naturales, si amamantaba, si tenía push up o no. En tetas era un experto, no así en conchas.
Al llegar al cuarto Sheila lo empieza a desvestir, primero le hizo un choripete a la carrera y luego vino aquel momento tan deseado. Mientras desvestía a su dama subido a un banquito porque sino no llegaba, se le empezaron a cruzar mil cosas por la cabeza, sus manos temblaban y transpiraba más que un gordo en verano. De debajo de la bombacha salió un matorral sin previo aviso, era como si aquello tuviera vida propia, era una cantidad increíble de vello púbico que ningún ser humano lograría describir, era como si entre las piernas Sheila tuviera el amazonas. Y fue en ese momento que Maicol empezó a gritar desesperado, no sabía que hacer. Era como el triángulo de las bermudas, de a poco lo fue succionando, no tenia lugar de donde agarrarse, no sabía que hacer. Primero fue la cabeza, luego el tronco junto con sus bracitos y por último las piernas. Fue como un aborto pero a la inversa, en vez de sacar a prepo a un guri lo chupó a prepo, y fue así que Maicol empezó a vivir dentro de Sheila, hasta aquel maldito día que la misma se empacho después de comerse 47 ticholos seguidos sin sacarle la envoltura. Cuando arrancó con la diarrea no paró más, en uno de esos pedos fue que salió Maicol después de estar 12 años dentro de Sheila. Nunca más se lo vio, nadie nunca preguntó por él, y Sheila termino con un desgarro anal de 52 centímetros que la llevó a la tumba. Aparte de que el botija no salió solo, sino que con él se llevo parte del hígado, un pulmón y medio metro de intestino de esta gran mujer.
Luego de este tan lamentable hecho “La ladilla que habla” cerró sus puertas para convertirse en una leyenda urbana.
El Manso Sosa

viernes, 14 de octubre de 2011



   I

 de nuevo la luna llena.  vuelvo al balcón en el que estuve hace un mes exacto, esperando que la luna asomara a la porción de cielo que miraba: parece como si el agua no hubiera pasado, como si todo se hubiese mantenido inalterado, esperando mi regreso.
 pienso, mientras estoy ahi, en el tiempo que miden los relojes, en la idea que el tiempo es el hilo que corre de luna a luna, la estela, la medida que tarda en alcanzarla y alcanzarla.
 repienso la metáfora, me doy cuenta en seguida que el tiempo no puede consistir en un solo hilo, y que más exacto sería decir que el aire está cubierto por un entramado, urdido por esos hilos como una telaraña, y más exacto aún sería decir que el tiempo es una telaraña y nosotros su presa y el trigo y todo lo que está debajo del sol.
 pienso, llevado de la mano por la última frase que escribo, que cada cosa tiene su tiempo, que a cada ciclo le corresponde un comienzo y un final, aunque apenas sepamos cuál es un comienzo y cuál es un final.

   II

  son mis ojos los que no han cambiado. le imponemos al mundo la condición de un espejo. así los revolucionarios sienten la revolución como algo inminente, ajena a las voluntades, a punto de cristalisarse en el aire, y yo pienso que el mundo es el mismo desde el tiempo en que alguien escribió el Eclesiastés.
 me pregunto que verían mis ojos si fuese otro.
 quizás para eso espero a la luna, para saber que puedo no seguir siendo el mismo, para saber el tiempo de cambiar la piel.
 (entre la primera escritura y ahora, que en otro momento la retomo, leo esto yendo de camino al aeropuerto, Pero sobre todo no hacer nunca lo que la serpiente, no desprenderse jamás de la piel: pues ¿que tiene el hombre de propio, de vivido, sino justamente lo que ya ha vivido?).

  III

 miro alrededor, me miro las manos. apunto mi cigarrillo encendido al cielo, miro como el humo va tejiendo una teleraña, como se aferra al enramado del aire, como lo descubre en tonos de azul y de sombra. soy como el pescador que en la noche tiende el espinel. cuando me despierte voy a volver a buscarla. entonces la luna será mi presa.

                                                                                                           Seoane

jueves, 13 de octubre de 2011

yo

   Conocer gente nueva en un escenario mixto, que evento. Nadie habla, todos miran la nada objetivizada en un punto muy abstracto, un cuadro, una hoja cercana o el simple recorrido de la vaga mirada que deambula por el espacio. Es genial sentir como no mucho después surgirá el infalible calor humano, seguido por la grandiosa descarga de personalidades y juegos de poder.
Noto que alguien es zurdo y eso ya me hace prestarle más atención de lo normal, es raro pero siempre me despertaron algo los zurdos, porque tienen lo diferente, la primera imagen ya impacta con lo cotidiano tiñendo de extraña su realidad. Ésto ya es excusa más que suficiente para percibir al otro de una manera diferente. Me lo cuestiono.
  Hay de todo, como en todos lados, es que el mundo es una gran ensalada de frutas encerrada en miles de tupperwares que actúan de poderosos aparatos de abstracción. Y así se da el proceso químico del recuerdo y yo comienzo a sentir como lo antiguo vuelve al presente como una voz en off que no perjudica mi vida. Pienso en mi antiguo trabajo, que diferente era, cuan auténtico es cada trabajo, cada ser que cumple su rol, por mas minúsculo que sea. Ésto hace al empleado un integrante imprescindible de la cadena, le abre las puertas a tener en ella misma un lugar, su lugar. Así es que nos formamos, nos separamos unos de otros olvidando que en el fondo no somos más que lo mismo. El hombre es dominado por el ego, no pude abstraerse, no quiere, no le gusta, está feliz siendo lo que es.
                                                                                                                                      Tito

miércoles, 12 de octubre de 2011

Pentadecasílabo en versos monorrimos (U Oda a la Isla)

Yo tenía una isla ¡qué buena isla tenía!
y bajo una parra todos los santos días pedía
que me inspirasen las musas y así una historia escribía.
Yo soy aquel que entonces, holandés se pretendía
con viejos cuentos llegaba, con libertaria alegría
evitaba tanta moral sin negar en demasía
que todo esto lo hacía por cuestión de cobardía.

Yo tenía una isla, se llamaba Chupitea
cada vez que la recuerdo mi cabeza tambalea
y una sonrisa escapa, gran melodía moldea
mi pecho, pero el orgullo como siempre, la estropea
Ahora la realidad, demasiado me atarea
y espero poder llegar en tomandroganpelean
a sentirme como casa, por más que ya no esté afuera.

Yo tenía una Isla, mas ya no tengo más nada
atrás quedaron los niños, atrás quedó la pavada
de la sangre de un simio, mis manos están manchadas
manchada está mi conciencia, que inventa desesperada
excusas para el pasado, en odas improvisadas.
Yo tenía una Isla, ahora está abandonada
y la gente que ahí vivía, se encuentra domesticada.
  
                                                             Walter Allmost


martes, 11 de octubre de 2011

Simple

Peteco Huruguyaga era un tipo simple, un tipo normal, común, de esos que pasan desapercibidos. Si hay algo de lo que alardeaba era de su falta de complejidad. Se enorgullecía de su sencillez.
De bebé cuando lloraba, lo hacía bajito “como para no joder a sus padres”. Así creció flacucho, como no se le sentía el llanto sus padres se olvidaban hasta de darle de comer.
Desde chiquito no le gustaba destacarse por nada, ni llamar mucho la atención. En la escuela, cuando sabía algo no se atrevía a levantar la mano por el temor a mostrarse superior a los demás y cuando no se podía contener y lo hacía, era de manera tímida, como que su brazo pedía permiso al aire para levantarse. Cuando la maestra le daba la palabra contestaba en tono bajito y daba una respuesta cortita y al pie. Se sonrojaba cuando la maestra lo felicitaba y la vez que se sacó un Sote, se puso tan nervioso y tan emocionado que se meó encima. De ahí en adelante se conformó con Bueno y algún que otro Muy Bueno pero nunca más se atrevió a sacarse un Sote (era demasiado).
Cuando le preguntaban que quería ser, él contestaba firmemente: “…y algo no muy complicado… algo cómodo y seguro… oficinista, me gustaría trabajar como funcionario público”. Ahí ven, ya desde chiquito el tipo criaba aspiraciones mediocres pero humildes. Ustedes se preguntarán que pobre criatura pretende ser un burócrata de pies a cabeza, pero este es el caso, Peteco desde que tenía uso de razón quería trabajar en una oficina, preferentemente en la intendencia.
Así fue creciendo y cumpliendo con su cometido de ser un hombrecito insulso y gris, de gustos simples, de mediocre timidez.
Su comida preferida era el arroz con queso, ni siquiera se tomaba el atrevimiento de condimentarlo con alguna especia exótica. Amaba el sabor del arroz con queso y no se iba a arriesgar a probar algo nuevo.
Desayunaba y merendaba siempre lo mismo: un vaso de leche sola con un pedazo de pan (si, sólo pan, ni siquiera una mantequita, un membrillo, una mermelada).
Cuando se daba el lujo de ir por algún heladito, pedía un cucurucho simple de vainilla (siempre de vainilla) sin ninguna salsa, ni chispitas que atentaran contra su sencillez nata.
Perdió su virginidad en un cabaret y cuando lo hizo, la señorita que lo atendió le preguntó que quería, él respondió firmemente: “simple, nada de completo” y así fue que conoció las simples bondades del placer sexual.
Cuando visitaba un carrito pedía una “hamburguesa simple” sin jamón, sin queso, sin huevo, sin picantes de ningún tipo, sin mayonesa, sin Ketchup, sin siquiera lechuga y tomate. El pan y la hamburguesa, con eso le bastaba, que se iba a andar haciendo el pretencioso cuando él lo que quería era una rica hamburguesa.
Muchos lo acusaban de mezquino y de que era un tacaño de novela pero el tipo era fiel a sus principios de austeridad, su lema era “la vida no es para darse grandes lujos”.
Así fue que por su afán de sencillez y simpleza nunca se creyó digno de una mujer, por lo que pasó en soledad su vida.
Y ese complejo de simpleza (porque aunque él no quisiera verlo, en sus inhumanos esfuerzos por mantenerse simple estaba siendo un acomplejado bárbaro) terminó desgastando su cuerpo y su mente.
Era simplemente antinatural lo que hacía y el tipo reprimió tanto sus deseos que un día le dio un patatús y quedó hecho un vegetal.
Se podrá pensar que tanto esfuerzo no fue en vano, pues unos parientes lejanos se ocuparon de conseguirle una enfermera (la cantidad de dinero que Peteco tenía ahorrada en el banco alcanzaba para costear todo un pabellón de especialistas médicos) y así el tipo pudo descansar y disfrutar de su vida simple, convertido en algo igual de sencillo que cualquier plantita de por ahí.
Elugo

lunes, 10 de octubre de 2011

Personajes imaginarios

Un impulso me saca de la silla y me pone de pie.
Ahora me encuentro mirando por la ventana, testigo del mundo y de las vidas que cruzan frente a mis ojos.
La vista la ocupo en el chofer del 405 que esta frenado, esperando poder avanzar.
Se pasa la mano por la frente porque siente el liquido saliendo de sus poros a punto de resbalar.
Toca bocina enojado, hace ya 5 minutos que está en el mismo lugar, 7 horas que está manejando, y sobre todo no quiere estar ahí.
Me distrae otra bocina, ésta sale del capó de uno de los autos de más adelante en la fila, es un hombre de unos 45 años, supongo desde unos quince metros de distancia mientras me cuelo en su intimidad.
Tiene un traje azul oscuro, casi negro, una corbata haciendo juego, pelo corto y lleva puesto el cinturón de seguridad, a diferencia del anterior.
No se lo ve pasar calor, por los vidrios cerrados creo que el aire acondicionado le permite el lujo.
Comparte con el anterior el malestar que siente dentro y el ruido de las bocinas que ahora se unen en un solo grito sin mucho éxito.
El tampoco quiere estar ahí, pero menos aun quiere llegar a su casa, prende la radio con la mano derecha y simplemente se queda, existiendo.
Al costado en una caseta de vigilancia esta el portero del edificio de enfrente, lo conozco, se llama Luis.
Todos los días llega en bicicleta a las seis de la mañana, se mete dentro de la caseta y se va cuando ya esta oscuro.
Tiene mi edad y un hijo chico, dice que por eso tiene que cuidar el laburo.
El también esta mirando el mundo del los otros.
Me adelanto y llego al problema, un auto parado en doble fila con las valizas  prendidas me cuenta la historia.
Dentro hay una mujer, tiene el pelo largo y planchado, lentes de sol grandes que le tapan parte de la cara y sostiene un celular  pegado a su oido.
Por la puerta, que está casi en la esquina junto a la pared en la que se lee “seremos buenos cristianos” “seremos buenos ciudadanos”, sale un niño de unos cuatro años con una mochila que le asoma por arriba de la cabeza y una hoja con un dibujo en su mano.
La cara del niño con una sonrisa que contrasta apunta a la mujer que ahora baja del auto a paso acelerado.
Casi puedo oir el sonido de los tacos golpeando la vereda, toma al niño con la mano libre y se lo lleva casi en el aire, se mete dentro del auto y se va junto con la vida de estos personajes imaginarios.


                                                                                                                                           Nano

viernes, 7 de octubre de 2011

Comunicado por Cambios en el Blog

Ingrato lector:
Cuentan los hombres dignos de Fe que a mí, el humilde Willy Chamberlain, abogado, pizzero, proxeneta, me ha sido transmitida la Voluntad del Gran Augusto y que Éste me ha encargado la labor de comunicárselas a ustedes, mortales. Los cambios que desde la semana próxima se implementarán en el Tomandroganpelean por Decisión de Don Prensio son: Que a partir del Lunes a cada uno de los Hijos de Augusto les corresponda un dia para publicar.
Y El Orden será: 
- Lunes, Nano  
- Martes, Elugo  
Miércoles, Hijastros de Augusto
- Jueves, Tito.
- Viernes, Seoane.
- Sábado, Hijastros de Augusto
El Domingo el Toman se tomará la jornada libre, como Dios que al séptimo día descansó y mirando todo lo que había creado se dijo que Todo era bueno. 
                                                                                                                                                William Chamberlain

miércoles, 5 de octubre de 2011

Respecto a nuestro afable saludo, el Campeón mundial de lanzamiento de Garlocha responde:

Compadres, les escribo desde Ciudad de Guatemala, me hallo aquí tirado boca abajo en un mísero catre que apenas alcanza el metro de largo. Si supieran de la cantidad de lágrimas que me hizo desprender su notable distinción. Ya es tiempo de que se reconozca mi arduo trabajo y que desde un país del Sur se celebre mi labor ha hecho enrojecer mis nalgas. Aquí estoy esperando a la enfermera que me viene a curar un par de forúnculos que me salieron hace poco, ansioso de volver a las competencias, sediento de empuñar la garlocha.
Ya desde chiquito mi madre me decía que tenía una habilidad nata pal lanzamiento de garlocha, mi padre no me apoyaba tanto, me decía que tanta garlocha me iba a volver trolo. Pero aquí me encuentro junto a mi señora (ella se dedica al pool profesional, es campeona nacional y vicecampeón del torneo “Bola ocho, pete en negro”) que me ha cuidado desde aquel fatídico suceso en el que por sostener mal la garlocha, mi coxis se fracturó en dos.
Pero pronto me recuperaré y cuando pueda haré una visita a su país para inculcar la magia de este magnífico deporte.
Este guatemalteco amante de la garlocha se despide y les manda cariños,
Silvador De Kennas

Distinción

Silvador De Kennas es un popular deportista guatemalteco reconocido por sus oros en lanzamiento de garlocha a nivel continental y mundial. La Sociedad Guatemalteca de Lanzadores de Garlochas (GAVER por sus siglas en ingles) saluda en el día de hoy al novel deportista en sus 65 años de edad y le augura una pronta recuperación de su fisura de coxis. Contusión que lo mantiene postrado culo pa´arriba en una cama de la capital por al menos 16 meses. Esperemos que este suceso no empañe una vida de abnegación que ha dejado el nombre de Guatemala en los avatares de la historia garlochística mundial.
                                                                                        El Barba

martes, 4 de octubre de 2011

Otra del Barba: TRAVESAÑO Y GOL ES GOL

En declaraciones a los medios periodísticos locales, el intendente de Cerro Largo, Sergio Botana negó toda acusación referida a un posible paro de los trabajadores transvestidos del departamento con motivo de “no querer pagar lo que debía por un semi-completo en dos panes” (cito al periódico departamental "Garchando Horizontes").
La dirigente gremial Silva Meltrosso dijo “basta de esconder la pelota y mirar para otro lado”, atacando duramente al jerarca. “Acá hay un problema serio, hay que sanear y entubar el sistema legal, no puede ser que un medio oficio a la carrera quede por esa” agregó. La asociación civil “Bufandas Felices, Trabuco Contento” se sumó a esta campaña por una dignificación de la tarea “que tanto da y ha dado al departamento” sostuvo el jerarca Salvador De Chingos.
“Hay que terminar con la cacería de brujas” exclamó agitado Botana retirándose a los tumbos de una cantina cercana al edificio municipal. “Aca me podrás agarrar en pedo, pero yo nunca confundo cotorra por torcaza, no cago donde como” acotó. “Mis abogados están en pleno conocimiento de los susodichos, esto se acaba acá, la gente de Melo no se lo merece” dijo angustiado mientras terminaba un cigarro de procedencia brasileña.
Por su parte el Ministro de Turismo Héctor Lescano pasó por alto las acusaciones, “en Melo no todo es una fiesta de locas, también hay gente que labura y Botana no es la excepción” dijo. Seguiremos de cerca el antedicho entre los/as trava-jadores agremiados y la comuna de Cerro Largo. “El turismo sexual es la fuente número uno de divisas y no se puede coger sin facturar” finalizó Meltrosso.


DATOS:
- En Melo ofician de Travas unos 2456 jóvenes de entre 17 y 30 años, un 36% trabaja en la sombra.
- El porcentaje de reentubados crece del 1,27% al 2,45% en 2002 según el Índice Nacional de Reconstrucción Anal.
El Barba

lunes, 3 de octubre de 2011

CULO VEO CULO QUIERO


"La caída de ventas podría estar relacionada con la escasez de buenos ojetes en las principales avenidas de la capital". Eso dijo Edgardo Gete, miembro del observatorio Económico que asesora a los comerciantes.
Según un sondeo hecho a pedido de la Asociación de Comerciantes del Centro de Montevideo, la tendencia a la caída del culo de las uruguayas ha traído como cola (sic) un descenso en los transeúntes curiosos que se relojeaban algún culito y se compraban algún cobertor pa´ nokia 1100 o una completa en 18 y andes.
El economista Julio Gandulo rechaza la conocida tesis del culo como posible hipótesis explicatoria de este fenómeno al que acusó de “cíclico y natural”. “Todo buen culo se vuelve fofo” remarcó el Magister, “lo importante es apelar a las nuevas generaciones, invitarlas a pasear el orto” declaró.
Desde la oposición, el edil nacionalista Jean Pierre Fagundez dijo a este medio periodístico que “culos como los de los 90’ no se ven más, antes se vivía mejor”. Mientras que desde filas oficialistas, el edil del MPP Víctor Salado Falopa subrayó que “los jóvenes de hoy buscan otras cosas, por ejemplo, se arriman a esos comercios más amistosos con el marihuanero, el traste ya paso de moda”.
Sobre la caída del nivel del ojete, como lo catalogó el profesor Gabriel Vergolo de la Facultad de Ciencias Sociales: “hay que tener en cuenta el momento del país” destacó. “Hoy vivimos de puta madre con play station y trolas al por mayor, uno ya no precisa desplazarse” concluyó el catedrático.
El Barba

sábado, 1 de octubre de 2011

La chiripiorca

chiripiorca: (f.) violento tic o ataque de nervios; por extensión, se refiere a cuando algo o alguien deja de comportarse normalmente. 

“Vi como Orticochea volaba en pedazos y junto a él se retorcía aquel hombre, estallaba en espasmos al sonido de la explosión. “¡Justo ahora se le da a al yorugua por tener un ataque!” pensé para mis adentros.
Los gringos se avecinaban en malones, sus balas de largo alcance despejaban la zona. Y el yorugua no podía elegir peor momento para sufrir ese ataque de desquicio. Siguiendo en aquel estado demente las balas lo alcanzarían con facilidad. Actuar rápido me propuse para ayudar a mi compañero de patrulla a salir de ese ataque de locura. Y el yorugua se seguía moviendo como loco, bailando aquella danza esquizofrénica. Los gritos de guerra gringos llegaban hechos murmullos, pero se acercaban cada vez más. Igual las balas llegarían antes.
Resulta que en ese momento lo taclee y tire al yorugua al suelo. Quedó sequito en el piso, con los ojos blancos reflejando el cielo nublado. Le tapé la boca y lo aplasté con mi cuerpo. El batallón británico pasó a nuestro lado y al ver un montón de cuerpos inertes siguió con su avanzada. Cuando estuvieron lo bastante lejos pude soltar mi puteada. El yorugua clavado en el fango helado me miraba sorprendido. Lo cacheteé un par de veces hasta que reaccionó.
-¿Qué me pegas bo, gil?- me puteó.
-¿Cómo que por qué te pego? Te haces el vivo en medio de una balacera, ¿sos boludo? ¿querés que nos maten?- contesté.”

Me detuve a observar cómo en ese momento los gestos de su rostro se acompasaban con exactitud con las palabras de su boca, como si pretendiera acentuar aún más el efecto de su narración. Me pareció uno de esos narradores natos, foco de atención en reuniones varias, siempre con un cuento bajo la manga. Por tanto descreía de todas sus palabras pues estos talentosos oradores cuando agarran el vicio de narrar se sumergen en una vorágine obsesiva por “contar cada vez mejor” y se convierten en mitómanos empedernidos, pintando y exagerando sus anécdotas hasta extremos absurdos. Además era un porteño de ley y como tal empleador de manierismos baratos en sus conversas. Luego de este distanciamiento brechtiano, volví mi atención hacia la historia…

“… resulta que no se acordaba de nada el pobre. Cuando llegamos al campamento, la alegría del resto fue inmensa al comprobar que habíamos sobrevivido y que veníamos con provisiones. Conté enseguida lo que nos había pasado y mientras lo hacía relojeaba al yorugua, que con cara de pasmado escuchaba el relato, y cada tanto como mecánicamente largaba un “pah no me acuerdo”.   
Las conjeturas de todos salieron a flote. El pechuga alegó que se trataba de un demonio y que el yorugua estaba poseído. El Doctor Baldoni refutó escépticamente estas supercherías religiosas y sugirió que se trataba de algún tipo de tic nervioso, algún espasmo involuntario sumado a una especie de amnesia momentánea y temporal. Alguien dijo que lo mismo le pasaba al chavo del ocho, que tenía un nombre pero no sé acordaba cual. La teoría del doctor fue la más aceptada (se confirma que los títulos inspiran aceptación en las masas) y el tema quedó por ahí.
Pero a la semana, el cambio en el yorugua era evidente. Ya no era el mismo. Sin duda aquel suceso había dejado huella en él pues las secuelas se hacían notar. Parecía más nervioso que de costumbre, y eso que todos sabemos de la serenidad por costumbre que caracteriza a los uruguayos (aún en situaciones trágicas de extremo peligro).
Cuando comía, los buches escupía, como involuntariamente. De noche cuando todos finalmente alcanzábamos cerrar los ojos, resonaba en la cueva alguna puteada esporádica proveniente de la boca del yorugua, lo que nos hacía despertar sobresaltados.
Una tarde con el pechuga y Ramírez (un cordobés bastante arrogante que había sido transferido esa misma semana a nuestro pelotón) charlábamos sobre cómo sería nuestro regreso a casa. Entre fantasías melancólicas, anhelábamos el encuentro con nuestras familias, en el umbral de nuestras casas. El pechuga recordaba a su novia y decía que cuando la viera de nuevo se encerraría con ella durante una semana en un cuarto “a comer, dormir y amar; que más se puede pedir”. Ramírez añoraba las empanadas de su vieja, decía que ni bien llegara a su casa, su vieja lo recibiría con una canasta llena de empanadas de carne que él devoraría en un santiamén para luego degustar un buen fernet junto a su viejo.
A todo esto el yorugua observaba con semblante serio, siguiendo el rastro de la conversación sin intervenir ni sonreír complacientemente. Y Ramírez diciendo “…y después al boliche a bailar un cuartetazo… a ver si levanto alguna mina…”. El yorugua suelta una carcajada, estupefactos clavamos los ojos en él. A nuestras caras él responde “¿Qué? La única mina que va a tocar este cordobés pelotudo es una antipersonal”. El cordobés le encajó un piñazo y se le tiró encima, luego de un par de puñetazos de descarga los separamos. El yorugua tras su boca sangrante reía desquiciado, el cordobés se lo quería comer vivo. El yorugua salió de la cueva tarareando un viejo jingle de detergente, el cual cantaba “Todos lavamos con Romir lailala, todos lavamos con Romir lailala” pero a esta letra la había reemplazado por “Todos vamos a Morir lailala, todos vamos a Morir lailala”. Compadeciéndolo, lo observamos perderse en la negrura de la noche.        
La guerra lo amparaba en su locura, le otorgaba la excusa perfecta para actuar cómo se le diera la gana, como si una impunidad absoluta rigiera su ser pudiendo así dar rienda suelta a sus deseos, hablando y actuando sin tapujos, mientras el resto de nosotros conservábamos algo de pudor. No lo etiquetamos de loco, todos sabíamos lo difícil que era mantenerse cuerdo en ese ambiente demente, más aún cuando aquella guerra era emprendida por locos en los altos mandos.
Además sus razonamientos seguían siendo los más lúcidos, a la hora de actuar, era el que mejor planeaba de antemano. Y era el único que se entendía con los gringos, si en las últimas semanas habíamos logrado sobrevivir, era en gran parte a sus persuasiones “in english” que nos proporcionaron comida, licor y cigarros.
Una mañana recibimos la visita sorpresa del General Martirena, “rutina de revisión” le llamaban. Se nos formó en la superficie y se nos pasó regla. Luego se nos comunicó que iríamos a reforzar la Pradera del Ganso (Goose Green) para aguardar la llegada de los ingleses a la colina de Darwin, contábamos con pocas municiones y nos superarían en número por lo que muchos de nosotros vislumbramos el peligro y la probabilidad de morir.
No todos pudieron contener su disconformidad con la estúpida decisión del General, el yorugua empezó a insultarlo en voz alta. El General se posicionó desafiante ante el yorugua, que sonreía macabramente. Exigió explicaciones “si escuchó lo que creía haber escuchado” y del yorugua sólo recibió un escupitajo en la cara. El General, furioso hasta la médula, lo golpeó en la jeta con su fusta. El yorugua se desplomó en el suelo y el General se desquitó a patadas limpias en el suelo. Lo encerraron en el calabozo y nunca más lo volvimos a ver. Después nos enteramos que como premio castigo, lo mandaron al Regimiento de Infantería 12 en Goose Green (nosotros nunca llegamos a pisar la pradera, en nuestro lugar mandaron a un grupo de ayuda de Córdoba), que ocupaba la primera línea de la defensa argentina, aguardando dentro de pozos trinchera. Dicen que fue uno de los pocos sobrevivientes del combate de Pradera de Ganso, que pasó días de encierro en un galpón de Darwin y semanas en un barco inglés y, consumada la rendición, fue escupido en Montevideo.”

Sorbió un trago de whisky que puso fin a su relato, me preguntó porque estaba tan interesado en “el yorugua” y le mentí que un familiar suyo lo estaba buscando. Le dije que estaba apurado y que me tenía que ir. Le agradecí por su valioso tiempo y le comenté del gran placer que me infundía el haber estado frente a frente con un valeroso veterano. Me miró con soberbia y apretujó mi mano “los jóvenes de ahora no saben nada de la muerte, ¿cómo pretenden vivir?”. Ese fue nuestro último intercambio de palabras, le dejé plata para pagar la cuenta (más de lo que correspondía a mi parte) y el la aceptó sin chistar. Tomé mi sobretodo y me largue de allí…   
Elugo