Cocinando.
¡Qué fea me quedó la salsa blanca! Recién después de tres años me doy cuenta
que no era la nuez moscada lo que le daba a la suya tan horrible sabor; Se le
quemaba. Igual que a mí. La única mujer a la que creí odiar: “pendeja de
mierda, histérica, imbécil, charra, trola ”
¡Aagghh! Hoy pienso que a pesar de la rabia que me provocaba nos
parecemos mucho. Por lo despistada, mi inutilidad en el lavado, el malhumor
repentino, lo perra... Capaz no tuvo
malas intenciones sólo que no pensaba bien. Capaz no era falsa y sí, me quería.
Mi progenitor, otro boludo. Cómo pudo ser tan cruel solía cuestionarme. Pero
otra vez, tras encarnar las mismas cagadas, con consecuencias más leves dada mi
corta edad, descubrí que no. Maldad no era, más bien desesperación: esa que
también me atravesó.
Así sucesivamente me fui viendo en las caras de
los demás, de casi todos. Ese punto de convergencia que cuesta asimilar. Borrar
el instintivo prejuicio de que el otro no podrá comprenderme ni yo a él dadas nuestras
diferencias: primer paso a mi Revolución. Mariana
me gusto
ResponderEliminares un viaje la memoria y los que con ella asociamos
en este caso el gusto, es un viaje
demas mari
abrazo
A mi también me gusto.
ResponderEliminarMari!!! Recién leo esto... Me gustó mucho, gracias. Espejito :)
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