martes, 14 de mayo de 2013

Los anzuelos


El idiota miraba impasible a los transeúntes bajando a la escollera. Se contentaba observando a los pescadores, cómo éstos recogían sus tanzas velozmente, a veces trayendo un pez consigo. El brillo de los anzuelos lo encandilaba, le atraía más que cualquier cosa. Ni siquiera la lucha incesante de la bestia por librarse del anzuelo lo colmaba tanto de asombro. Cuando algún pescador se distraía, el idiota aparecía y tomaba sus anzuelos. Los olía, los sopesaba, los miraba como si fueran oro, hasta que advertían su presencia y era echado a gritos y a patadas. Se alejaba y acurrucado contra una roca, contemplaba anzuelos a la distancia. Cierta tarde invernal un anciano pescador fue atacado de convulsiones, sus compañeros fueron a asistirlo. El idiota, con la lucidez que da la picardía espontánea, recogió todos los anzuelos y uno por uno se los fue incrustando en la boca, sin indicio alguno de dolor. Cuando todos estuvieron colocados, desde una roca se lanzó al agua, hundiéndose como plomada.

Elugo

4 comentarios:

  1. Muy bueno Elugo! Fuah, tremendo, a Quiroga me hizo acordar.

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  2. me gusto elugo, esta interesante el idiota

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  3. A mi también me gusto este texto como el anterior que publicaste. Esta re bueno que los compartas. Y algo me dice que vamos a seguir viendo el aire de quiroga en ellos.

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  4. buenísimo, me encantó, me dejó de cara. impecable

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