jueves, 30 de mayo de 2013

Amor de quimera


No lo podía creer. Finalmente era el momento, mucho tiempo lo pensó, lo programó, lo deseó. Al fin estaba ahí. Tenía una sonrisa perfecta pintada en la cara, no había razón para ocultar la alegría, la satisfacción del momento. Había mucha luz y eso lo hacía más favorable, veía con claridad las cosas, buscaba y encontraba lo que quería ver, lo encontraba porque ahí estaba. Por un instante casi fugaz, casi imperceptible sintió calor, estaba muy atrapada en su ropa, hubiera sido mejor entonces que bajaran un poco las luces, una más tenue le habría dado otra especialidad al entorno.
Estaba sentada en una banqueta de madera frente a un tablero, hojas, reglas, si como toda la vida hubiese sido una arquitecta.  Y es que claro, siempre los arquitectos hacen falta y que mejor que lo fuera ella misma. Lo estaba diseñando, lo pensaba y lo materializaba en un esbozo que después se transformaba en real. A unos pocos metros estaba él, tocaba el teclado o algún instrumento, riéndose cómplice con sus amigos.
Cada uno desde su lado, se vieron desde el principio, y fue inevitable la sorpresa de haberse encontrado ahí. Veía su silueta desde lejos acercarse, al encuentro con ella:

- Hola, qué alegría verte! Qué haces por acá? Le dice él con una sonrisa

- Hola…Vine de casualidad. Responde ella con otra sonrisa
Se saludaron cordialmente, se contuvo las ganas de abrazarlo un poco más, pero no quiso excederse con la confianza, no la tenía.
Ellos, como todos los demás estaban disfrutando el momento, sintiendo placeres. Eran cuarenta o cincuenta personas más o menos las que estaban en ese lugar y le llamaba mucho la atención ver tanta gente ahí. Era el patio verde, ella estaba en el medio y distintos grupos de personas alrededor. No era la primera vez que estaba ahí, ni la segunda, ni la tercera. Conocía ese lugar de memoria, ya no eran esos amplios pasillos oscuros con columnas cuadradas, no era el patio blanco, no eran los salones desde adentro y afuera. Tanto conocía ese lugar que era realmente el más legítimo en dónde podía aparecer él de casualidad y encontrarse con ella. Era dueña de los movimientos en ese escenario, donde podía aplicar la dosis justa de historia y de fantasía.
En lo que dura un abrir y cerrar de ojos, estaban juntos en otro lugar. En una casa, muy grande, con muchas habitaciones y gente en distintos lados. Buscaban privacidad y no la encontraban. Las paredes eran altas de un color amarillento, desgastadas por el tiempo, con un empapelado desempapelado en las esquinas y puertas dobles con vidrio y madera. No se hablaban, iban de la mano buscando algún lugar para estar solos de una manera cómplice como si se estuvieran escondiendo. Encontraron una habitación, con mucho desorden. Había dos camas, cada uno se acostó en una y se durmieron.

Cuando ella se despertó, él ya no estaba, tal vez nunca estuvo, las paredes ya no eran amarillas ni empapeladas. Esforzó la memoria para traer esas imágenes a la cabeza, cuando las reconstruyó, cerró los ojos e intentó dormir nuevamente. Como no pudo, perdió las imágenes y todo vestigio de un amor que nunca existió.

Myriam Stefford

9 comentarios:

  1. me gusto, que bueno volver a leerte por acá
    saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias tito, siempre sos el number one.
      Pido disculpas porque todo el mundo sabe que hoy era día de un capítulo más de la cita y este textito de morondanga cortó la rutina. Pero en realidad no debería hacerme cargo, me parecé que acá hay problemas de gestión del blog ya que augusto le da bastante al escabio (no quiero ser botona pero: subió el texto con algunos errores, se equivocó con mi apellido y otros problemas técnicos)
      Saludos!

      Eliminar
    2. no es un texto de morondanga, la cita puede esperar, y esto es un blog sin dias, cualquier dia de cualquier pluma
      lo de el escabio de augusto ya no es novedad, ojala solo fueran problemas tecnicos y de apellidos myriam, este viejo es una lacra, ojo

      Eliminar
  2. Grandioso, Myriam. Gracias por compartir!
    Noemí

    ResponderEliminar
  3. Que buena esta sana costumbre de ver sangre nueva en el Toman.
    Aunque ya de a poco Myriam se va volviendo de la casa.
    Por eso (lamento que sea a mi a quien le corresponda decirlo) en unos días te vamos a estar haciendo llegar las facturas con los gastos ya divididos y te pedimos que cuando te bañes después dejes el piso seco.
    Gracias.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jaja, una da la mano y le agarran el codo. Gracias por al advertencia, Seoane

      Eliminar
  4. me pareció un muy lindo relato! el final sobre todo, me sorprendió, no lo imaginaba.
    Mari

    ResponderEliminar