Como sabemos todos, existen todo tipo de tetas. Hay tetas gordas y tetas más flacas. Hay tetas más suaves y otras más duras. Hay tetas que usan lentes, tetas morochas, rubias, pelirrojas, tetas bajitas, tetas malhumoradas y tetas más simpáticas. Hay tetas abogadas y tetas enfermeras. Pero las tetas de esta historia tenían rulos y no usaban soutien.
Él estaba en el cuarto de las tetas ese martes a las ocho. Después de un día largo de estudio y trabajo no había nada mejor que charlar con estas tetas que tan amigas eran de él.
Era de esos días de buen humor y de calor. Él le comentaba de su día; que había ido a estudiar, que se le había pinchado la bici, que había llegado muerto de cansancio a su casa y encima no había nada para comer y otros pormenores cotidianos que ellas parecían no escuchar. Estaban paraditas y duras, como mirándolo fijo… “Qué raro” pensó él, “si estas tetas no fueran amigas desde hace tanto tiempo pensaría que me están mirando de otra manera, que me miran raro…”
Trató de desviar la mirada de las tetas pero no podía. Ellas eran como dos focos de camioneta y él una liebre en la ruta sin poder mirar para otro lado.
Ahora eran las tetas las que hablaban sin parar y él, el que parecía no escuchar. Era como un juego. Un serio. Donde el primero que se distrae, pierde.
Ellas le explicaban muy concentradas pero él solo escuchaba palabras aisladas como “almacén”, “calor”, “inflador” y “profesor”. “Que raro” pensaba él, “juraría que me hicieron una guiñada… No, no puede ser, son ellas, las tetas de siempre, mis amigas. ¿Están más grandes? ¿Por qué están como mojadas? Que idiota que soy, es la musculosa sin soutien que les da ese efecto y además es sudor, si hace calor…”
Justo cuando su cabeza empezaba a maquinar las ideas más disparatadas, ellas se dieron vuelta y lo dejaron de mirar. “Voy al baño” dijeron. Menos mal, parecía que se lo hicieran a propósito eso de mirarlo fijo y sin soutien. ¿Cómo podía ser que lo miraran diferente de un día para otro? Él, toda la vida había podido charlar de lo más tranquilo con ellas como el mejor de los amigos. Pero hoy, ellas lo miraron diferente.
Aprovechó que se habían ido al baño para distraerse. Miró las cosas que estaban en el cuarto de las tetas: muchos libros de filosofía, algunos de ciencia ficción, un colchón en el piso que oficiaba de cama, una tele chiquita a blanco y negro, muchos cds de música… Agarró uno y lo puso en el equipo de audio. “Como demoran” pensó él. Empezó a sonar Luzbelito de los Redondos. ¿Por qué están demorando tanto? Agarró un libro por curiosidad. Era “Cuentos de Amor Locura y Muerte”. ¿Por qué se demoran tanto? Lo abrió para ojear sus primeras páginas. Escuchó la puerta del baño y ahí salieron las dos piernas, de shortcito y depiladas, a paso firme y decidido, para sentarse junto a él…
Él estaba en el cuarto de las tetas ese martes a las ocho. Después de un día largo de estudio y trabajo no había nada mejor que charlar con estas tetas que tan amigas eran de él.
Era de esos días de buen humor y de calor. Él le comentaba de su día; que había ido a estudiar, que se le había pinchado la bici, que había llegado muerto de cansancio a su casa y encima no había nada para comer y otros pormenores cotidianos que ellas parecían no escuchar. Estaban paraditas y duras, como mirándolo fijo… “Qué raro” pensó él, “si estas tetas no fueran amigas desde hace tanto tiempo pensaría que me están mirando de otra manera, que me miran raro…”
Trató de desviar la mirada de las tetas pero no podía. Ellas eran como dos focos de camioneta y él una liebre en la ruta sin poder mirar para otro lado.
Ahora eran las tetas las que hablaban sin parar y él, el que parecía no escuchar. Era como un juego. Un serio. Donde el primero que se distrae, pierde.
Ellas le explicaban muy concentradas pero él solo escuchaba palabras aisladas como “almacén”, “calor”, “inflador” y “profesor”. “Que raro” pensaba él, “juraría que me hicieron una guiñada… No, no puede ser, son ellas, las tetas de siempre, mis amigas. ¿Están más grandes? ¿Por qué están como mojadas? Que idiota que soy, es la musculosa sin soutien que les da ese efecto y además es sudor, si hace calor…”
Justo cuando su cabeza empezaba a maquinar las ideas más disparatadas, ellas se dieron vuelta y lo dejaron de mirar. “Voy al baño” dijeron. Menos mal, parecía que se lo hicieran a propósito eso de mirarlo fijo y sin soutien. ¿Cómo podía ser que lo miraran diferente de un día para otro? Él, toda la vida había podido charlar de lo más tranquilo con ellas como el mejor de los amigos. Pero hoy, ellas lo miraron diferente.
Aprovechó que se habían ido al baño para distraerse. Miró las cosas que estaban en el cuarto de las tetas: muchos libros de filosofía, algunos de ciencia ficción, un colchón en el piso que oficiaba de cama, una tele chiquita a blanco y negro, muchos cds de música… Agarró uno y lo puso en el equipo de audio. “Como demoran” pensó él. Empezó a sonar Luzbelito de los Redondos. ¿Por qué están demorando tanto? Agarró un libro por curiosidad. Era “Cuentos de Amor Locura y Muerte”. ¿Por qué se demoran tanto? Lo abrió para ojear sus primeras páginas. Escuchó la puerta del baño y ahí salieron las dos piernas, de shortcito y depiladas, a paso firme y decidido, para sentarse junto a él…
Chepe
Qué lindas y graciosas son las tetas! tan comestibles! Todo esto es válido para el texto también! Lo saludo señor Chepe, esperamos verlo de nuevo por acá!
ResponderEliminarEspero la secuela de las piernas
ResponderEliminarjajaj buenisimo!
ResponderEliminargenial!
ResponderEliminaren serio?
ResponderEliminarmuy simpático!
ResponderEliminarjojójo es buenoooo
ResponderEliminarme gusto, es divertido y esta muy bien narrado.
ResponderEliminarsos un winner viejo
Chepe nomá!! Que bien loco, buenazo tenerlo por acá.
ResponderEliminarme desperto la imagen de unas tetas preciosas durante todo el texto solo por eso merece el comentario. gracias
ResponderEliminaresta bien escrito ee? demas me gusto jajaja
ResponderEliminarabrazo y venvindo
salud