viernes, 31 de mayo de 2013

LA BORRA DEL PICHÍ

No sé exactamente cuándo o dónde comenzar esta historia. Podría ser el día que asumí que no sabía qué mierda hacer con nada. O poco tiempo  después de entonces (hace 30 días) cuando decidí llamar a pedir hora para que me lean la borra del café y me dieron turno para el próximo mes. O podría ser con mi sueño de anoche…
En el que con los pantalones medio bajos me hacía pichí frente a un espejo de cuerpo entero que colgaba atrás de una puerta rosada. Y sentía  el calor del meo irrefrenable que dejaba ir sabiendo que al abrir esa puerta me enfrentaría a tener que disimular el olor y el empape durante el resto de la noche estando entre la gente. Estando de hecho en una especie de cita con un hombre joven, rubio y muy apuesto en relación al común de los tipos que me seducen. En el sueño entendía que aquello era bastante terrible, porque ya estoy grande para mearme los pantalones. Asombrosamente, pasaba desapercibida en tal episodio…
Por la mañana desperté confundida y nerviosa por llegar a tiempo a la cita de la lectura de la borra del café. La mujer que me apuntó me advirtió la importancia de la puntualidad. Su casa quedaba en un barrio muy lejos del mío, al que nunca había ido y no sabía con seguridad cómo llegar.
Por algún motivo qué realmente no sé, las acciones cotidianas de la mañana se vieron interferidas en querer sacar los platos guardados en un estante bajo que nunca usé. Me invadió desde el mismo, un horrendo olor. Investigué más de cerca, y descubrí que en la vajilla honda había un viejo caldo de orín. Acepté asumirme dramática en el hallazgo, deseando haber mal interpretado el líquido estancado del plato y que aquello solo fuera un resto de aceite guardado, o cualquier putrefacción lógica de la cocina. Pero el hedor solo asqueaba al pichí amarillo flúo casi verde y caliente. Creí en los zombies y en los extraterrestres. Los imaginé de ese mismo color. Creí en cualquier disparate lejano que me rescatara de este espeluznante encuentro con lo comprobable durante algunos segundos. Los nervios y la confusión se tornaron en un mareo absoluto que golpeaba contra la memoria rígida de identificar qué humano mugriento y tarambana podría haber sido el responsable de semejante barbaridad. Solo un hombre podía ser autor de tal desprolijidad. Por la violenta fineza de no gotear otra cosa que  aquel plato hondo. Desde la ansiedad enferma de su incontinencia... En un silencio que ni conmigo misma rompí sospeché y culpé a dos o tres. Me rezongué por no haber obedecido a mis tías y abuelas sobre no dejar entrar a cualquiera a mi casa. Intenté perdonarme recordando que para mi ellos nunca fueron cualquiera. Me sentí yo otra mugrienta tarambana y otra vez volvieron los zombies y los extraterrestres.
Herví agua repetidas veces y la volqué sobre los platos meados. Los enjaboné y limpié unas veinte veces tal vez, prohibiéndome sentir tener que ver incluso en lo más mínimo con todo ese desastre. Pensé mejor, que mi casa estaba embrujada y que tenía que huir a la cita de la borra del café.
Tomé mal el ómnibus y me bajé mal en la parada. Corrí desenfrenada por cuadras que nunca llegaban a la esquina. Corrí con el aliento de quién corre hacia la verdad. Corrí como si al llegar, por fin todo se iba a resolver. El tiempo, la distancia, el lugar, el misterio…
No llegué tan tarde. El lugar no decía nada. Paredes lisas, sillas comunes, un poco de frío.  El café ya estaba servido sobre la mesa. Un pocillo pequeño sobre un plato y un mantel.. La mujer me explicó como tomarlo y me dejó ahí. 
Yo que estaba agitada, en verdad quería agua. Pero bueno, me había ido hasta la otra punta lejana a por ese café. Así que lo tomé… La tipa no volvía, no se escuchaba un ruido. “¿Lo habré tomado bien?”, pensé. (Típico…)
La mujer apareció y comenzó a predecirme la vida sin parar.
Tuve que llorar. Lo que me dijo sobre el futuro un poco me aburrió. (Típico también…)
Cuando por fin se calló me fui.
Desde afuera miré su casa, casualmente era rosada. Volví a sentir el olor a pichí.

De regreso caminé tranquila las mismas cuadras largas de antes.
Mejor, dejarme de joder con los secretos que no sé.




                                                                                                    Rita de los vientos

jueves, 30 de mayo de 2013

Amor de quimera


No lo podía creer. Finalmente era el momento, mucho tiempo lo pensó, lo programó, lo deseó. Al fin estaba ahí. Tenía una sonrisa perfecta pintada en la cara, no había razón para ocultar la alegría, la satisfacción del momento. Había mucha luz y eso lo hacía más favorable, veía con claridad las cosas, buscaba y encontraba lo que quería ver, lo encontraba porque ahí estaba. Por un instante casi fugaz, casi imperceptible sintió calor, estaba muy atrapada en su ropa, hubiera sido mejor entonces que bajaran un poco las luces, una más tenue le habría dado otra especialidad al entorno.
Estaba sentada en una banqueta de madera frente a un tablero, hojas, reglas, si como toda la vida hubiese sido una arquitecta.  Y es que claro, siempre los arquitectos hacen falta y que mejor que lo fuera ella misma. Lo estaba diseñando, lo pensaba y lo materializaba en un esbozo que después se transformaba en real. A unos pocos metros estaba él, tocaba el teclado o algún instrumento, riéndose cómplice con sus amigos.
Cada uno desde su lado, se vieron desde el principio, y fue inevitable la sorpresa de haberse encontrado ahí. Veía su silueta desde lejos acercarse, al encuentro con ella:

- Hola, qué alegría verte! Qué haces por acá? Le dice él con una sonrisa

- Hola…Vine de casualidad. Responde ella con otra sonrisa
Se saludaron cordialmente, se contuvo las ganas de abrazarlo un poco más, pero no quiso excederse con la confianza, no la tenía.
Ellos, como todos los demás estaban disfrutando el momento, sintiendo placeres. Eran cuarenta o cincuenta personas más o menos las que estaban en ese lugar y le llamaba mucho la atención ver tanta gente ahí. Era el patio verde, ella estaba en el medio y distintos grupos de personas alrededor. No era la primera vez que estaba ahí, ni la segunda, ni la tercera. Conocía ese lugar de memoria, ya no eran esos amplios pasillos oscuros con columnas cuadradas, no era el patio blanco, no eran los salones desde adentro y afuera. Tanto conocía ese lugar que era realmente el más legítimo en dónde podía aparecer él de casualidad y encontrarse con ella. Era dueña de los movimientos en ese escenario, donde podía aplicar la dosis justa de historia y de fantasía.
En lo que dura un abrir y cerrar de ojos, estaban juntos en otro lugar. En una casa, muy grande, con muchas habitaciones y gente en distintos lados. Buscaban privacidad y no la encontraban. Las paredes eran altas de un color amarillento, desgastadas por el tiempo, con un empapelado desempapelado en las esquinas y puertas dobles con vidrio y madera. No se hablaban, iban de la mano buscando algún lugar para estar solos de una manera cómplice como si se estuvieran escondiendo. Encontraron una habitación, con mucho desorden. Había dos camas, cada uno se acostó en una y se durmieron.

Cuando ella se despertó, él ya no estaba, tal vez nunca estuvo, las paredes ya no eran amarillas ni empapeladas. Esforzó la memoria para traer esas imágenes a la cabeza, cuando las reconstruyó, cerró los ojos e intentó dormir nuevamente. Como no pudo, perdió las imágenes y todo vestigio de un amor que nunca existió.

Myriam Stefford

miércoles, 29 de mayo de 2013

Táctica Camaleón


Dicen que el camaleón cambia de color según la ocación. Dicen que el chamuyero siempre aplica las mismas tácticas.

Les voy a contar una historia de un amigo, chamuyero si los hay, que dada la ocación aplicó una táctica de chamuyo diferente a las de siempre, la cual refutó esta teoría de que el chamuyo es siempre igual.

Viernes a la noche en un Party Hostel de Cusco, Perú. El bar repleto de chicas de todas partes del mundo, rubias, morochas, coloradas, para todos los gustos. La gente empieza a jugar beerpong, otros optan por ir directo a los shoots que tan rapido nos embriagan. El clima de fiesta se nota en el ambiente y se ve en las caras de la gente esa sonrisa de estar disfrutando que se incrementa por el alcohol en sangre.
Junto a la barra se encuentran un par de chicas de Alemania tomando un par de vodka/sprite que el bartender "noblemente" les ha ofrecido en Happy Hour. Pasan las canciones, los vodkas y también muchos chicos que se les acercan con un claro fin de conseguir algo más que una simple charla, sin embargo ambas se mantienen en una tecitura algo distante hacia cada uno de ellos. Ahí es donde entra a jugar este amigo al cual llamaremos Ranga, argentino que anda viajando por esta linda ciudad. En todo este tiempo se mantuvo quieto, callado, sumiso frente a las chicas a pesar de que en un par de ocaciones ambas quisieron entablar una conversación con el, la cual llevo a cabo pero siempre hablando de temas específicos y sin profundizar mucho.
Al notar esta falta de encare de su parte me acerque a hablarle para tratar de avivarlo un  poco.

Cólo -Che Ranga no seas nabo, las dos minas te quieren dar charla y vos ni pelota le das como un salame.
Ranga -Vos dejame que yo se lo que hago.
Cólo -¿Me vas a decir que no están buenas? Mira la rubia, tiene una carita de perfección divina que no puede más y ni hablemos del cuerpaso, además la castaña no está nada mal.
Ranga -Ya se boludo te crees que soy ciego, haceme caso vos dejame a mi, dejame jugar mi juego.
Cólo -Perdoname hermano pero no puedo ver a alguien comerse los mocos de esta manera.


Y al grito de BODYSHOOT!!! les ofrecí un par de estos gratis a las chicas para que lo hicieran con mi amigo. Al principio dudaron y se hicieron las que no querían hacerlo pero con la insistencia de tan solo un minuto y al decirle que el que lo iba a hacer era Ranga aceptaron al instante.
Ranga me miro imprecionado como si no supiera lo que yo intentaba hacer pero tras un par de segundos de hacer que lo pensaba me miro con una sonrisa complice y solo atinó a decir "WHY NOT?" alzo a la castaña de las chicas sobre la barra y me dijo "trae el tequila".

Creo que no debo explicar en que consiste un bodyshoot, ya que espero que todos hayan tenido el gusto de probarlo alguna vez, pero por si contamos con algún simple mortal que no ha disfrutado del placer de beber una bebida sobre una mujer, aquí le va. La chica se recuesta con su espalda apoyada sobre la barra, se le da una pequeña tajada de limon la cual ella va a sostener con su boca, luego se levanta su ropa hasta el sutien o mas si ella lo permite para poner un poco de sal entre sus bubies, finalmente se vierte un shoot de tequila sobre su ombligo. El procedimiento es el mismo que tomar un shoot comun, pero lo disfrutable es que el privilegiado en hacerlo comenzará por la sal, deslizará su lengua por la panza de la chica hasta tomar el tequila y terminar con un beso al ir en busca del limon. ¿Divertido no?

De más está decir que acto siguiente pasó lo mismo con la rubia, el tipo terminó como un campeón de la vida.. Las miradas atónitas de los demas chicos que habían intentado charlarse a las gringas para por fin quedar  sentado entre las dos comenzando a charlar de una manera no tan tímida como lo venía haciendo.
Al cabo de un rato de intercambiar sonrisas y caricias con las dos de forma por demas amistosa se acerca a mi y me dice..

Ranga -Hoy me quedo con la castaña.
Colo -¿Porque no la rubia que esta mucho mas buena?
Ranga -La rubia se va en dos días a Machu Picchu y la otra se va mañana a la mañana. Dejo la rubia para mañana a la noche.
Colo -No tenía ese detalle. Pero igual son amigas, le va a contar y no vas a poder estar con la rubia.
Ranga -¿No te dije hoy que me dejaras jugar mi juego? En realidad no son amigas, se conocieron acá. Mirá y aprende!

Salió caminando lentamente con su vaso de whisky y pasó delante de las chicas como si no las conociera, dió una vuelta por el bar y al regresar me pide 2 shoots de Pisco mientras invitaba a la castaña a tomarlo. Le sirvo y presto atención a su conversación.

Ranga -This is my last drink, I think I'm going to sleep now. Maybe I will smoke some weed before sleep, do you want to smoke with me?
Girl -Sure, I'll invite my friend, is that ok?
Ranga - I only have a little bit, enough for both of us, tell your friend that you're going to the toilet and I'll wait for you in the garden.
Girl -Ok, I'll be there in 5 minutes.
Ranga -Che cólo, chamuya a la rubia y decile que me fui a dormir que me sentia muy borracho. Juga conmigo!

No se si es necesario aclarar que el shoot te lleva a fumar y fumar te lleva a la habitación. Lo que pasó después solo el lo sabe. Lo que si les puedo contar es que la rubia paso 10 minutos mirando para todos lados, creo yo que buscando a Ranga. Hasta que cumplí con su pedido y pareció quedar más tranquila.
La noche siguiente Ranga volvió a ejecutar su tactica camaleón y al final de la noche terminó con la rubia en su cuarto.

Lo único que me quedó por preguntarle al día siguiente fue porque todo el tiempo me decía que lo dejara jugar su juego, a que se refería; a lo cual el me respondió.

-Escuchá y tomá nota. Como sabras no soy de los mejores hablando inglés, entiendo todo lo que se habla pero al momento de entablar una conversación siempre me ha costado hablar fluidamente. Por eso es que desde un principio pensé en como me podía chamuyar a esta cantidad de minas que se ven día a día y que solo podría comunicarme mediante el inglés y acudí a la táctica camaleón. Como te he contado los que me conocen hablando español saben de mis cualidades de chamuyero y no me resulta complicado, pero imaginate que me pongo a charlar mucho con una de estas minas y me quedo sin tema, peor, ponele que me tranco tratando de decir algo y la conversación queda en nada. Por eso como viste la otra noche mientras todos los pibes venían a chamuyarse a las alemanas yo me la jugué de tímido, de callado, intente hablar lo justo y necesario cuando ellas me hablaron para caer simpático y nada más. Después del bodyshoot habrás visto que pasé por delante de ellas sin siquiera mirarlas, otro las hubiera tratado de chamuyar al instante. Indiferencia papá, quiero creer que sabes que eso a las mujeres las mata y hace más fácil tenerlas detras tuyo.
A veces hay que actuar como un camaleón, si esto amerita cambiar el chamuyo o la forma de comportarse frente a las mujeres, hay que hacerlo. Si no estas en tu habitat natural y tenés que cambiar de color o idioma, hacelo!. Son como las tácticas de defensa que este animal aplica para no ser la presa de nadie y poder conseguir sus propias presas.


                                                                                                                                                  Sin Pecas
                                                                                                                   

martes, 28 de mayo de 2013

Excentricidades


El litoral uruguayo es tierra fértil en cuanto a especímenes humanos. Y ha parido algunos de los más excéntricos ejemplares. Así estaba “el loco Copay” que se creía ómnibus, caminaba por las calles como si fuera el conductor de uno y cuando se cruzaba con un conocido saludaba, no sin antes bajar la ventanilla; estaba “el hombre del balde en la cabeza” que circulaba por las calles en su vieja bicicleta, con un balde que hacía de casco y una caña de tacuara como lanza, imitando a un caballero medieval que emprendía batalla contra no sé sabe qué dragón quimérico y por último, y no sin menos laureles, el famoso “caminante”, al que uno podía ver simplemente caminando, infinitamente, por las calles de Paysandú... lo único que lo distinguía del resto: caminar y caminar, con rumbo incierto al parecer, disfrutando pura y exclusivamente del movimiento, del trasladarse constantemente. Incluso hay sanduceros que sostienen haberlo visto en Montevideo, caminando, como siempre.

El Caminante 

lunes, 27 de mayo de 2013

Las palabras no entienden lo que pasa

Saludo con un gesto levantando la mano.
Hasta mañana -me responden-mientras me alejo dándoles la espalda.
Camino con el cuerpo cansado por el pasillo largo, mi silueta no es más que una cabeza gacha, pasos cortos, como evitando caer, como si cada uno lo diera únicamente con ese fin.
Siento el taco de los zapatos golpeando contra el piso a cada paso, produciendo casi una música constante al caminar -toc toc toc-  el sonido me entretiene hasta que llego al ascensor que me escupe a la calle.
El día ya no es día, está oscuro, la tarde murió hace poco más de una hora, como todas las tardes  de invierno.
El cielo tiene un color especial, detrás de toda esa capa de nubes abundantes de lluvia estoy seguro hay una luna grande que las ilumina pero no veo, que les da ese color blanco en el cielo negro.
Me siento especialmente melancólico, como si el sentimiento después de descansar varios meses estuviera renaciendo de nuevo.
Trato de evitarlo, distraigo la mirada en la rambla, no voy a esperar el ómnibus, tengo ganas de caminar.
Le pongo música a mis oídos, quiero escuchar algo acorde al día, acorde a mi ánimo, acorde a Montevideo de noche y casi lluvia.
La voz de Alfredo me empieza a cantar suave al oído mientras me alejo…




                                                                                                                       Nano
                                                                                                                                    




domingo, 26 de mayo de 2013

Beso Perfecto


Todo comienza cuando uno se pone a pensar si en algún momento llegó a querer tanto a una persona, al punto de llamarla enamorado/a, es en este punto en el que me encuentro ahora y tengo que aceptar que sí,me enamoré de una persona que jamás pensé, sería tan compatible y a la vez tan distinta a mí.
Para poder explicar cómo fue que todo esto llego hasta este punto, comenzaré diciendo que la conocí hace unos meses atrás, ella llegó junto a su amiga como muchos otros turistas tratando de hacer tours y conocer un poco más de la historia local. Fue en ese momento en que la conocí, sin intención alguna de llegar a tener algo con ella, luego de casi dos semanas de estancia y de vivencias juntos sucedió lo que todos imaginarán, solo que esta vez en particular fue totalmente distinta a cualquier otra que haya vivido, junto a una caricia en mi rostro, rozaba mis labios de una manera inimaginablemente delicada. Al momento de besarnos por primera vez, pude vivir y sentir la perfección de sus besos, y en cuanto a perfección me refiero a que jamás había encontrado a una persona que bese exactamente de la forma que a mí me gusta; era ella la que con un solo beso me podía mostrar el infinito si así lo quería. Luego de ese día perfecto entre besos y abrazos ella tuvo que partir, dejándonos los dos con la misma sensación de vacío y de que había entre nosotros dos, algo pendiente, algo que debíamos culminar en algún momento, fue así que seguimos en contacto (casi a diario) y que en uno de esos días tomé la decisión de comprar un vuelo e ir a verla, mi idea fue darle una sorpresa y llamarla desde el aeropuerto, pero por cosas que ocurrieron justo el día previo al vuelo, me vi forzado a perder el vuelo y perderme en una noche junto a amigos y alcohol.
Fue así que volví a casa a poco menos de las siete de la mañana y decidí enviarle un mensaje vía Facebook contándole lo ocurrido. Obviamente ella no lo tomó bien al comienzo y mucho menos ahí luego de no obtener respuesta alguna debido a que desperté cerca a las 5 de la tarde, lo bueno fue que gracias a lo fácil que fluían las cosas entre nosotros, la confianza y la comunicación, logramos superar lo pasado, a tal punto que decidimos que ella retornaría aquí. Finalmente eso se realizó y pasamos una semana estupenda, aprovechando al mismo tiempo la oportunidad que teníamos para conocernos más el uno al otro. A mi manera de pensar, creo que fue la mejor experiencia que he vivido hasta el momento, quizás, es porque por temor a cosas ocurridas a mis amigos cercanos anteriormente, no me di a mi mismo la oportunidad de sentir algo asi por otra persona, pero al mismo tiempo creo que tuvo que ocurrir de esa manera y que tenía que ser con ella con quien ocurriera por primera vez.
Luego de su partida, decidimos juntos (aunque debo confesar que yo no estaba muy de acuerdo con eso) el tomar esto con calma ya que por ahora los dos llevamos vidas distintas en cuanto a lo laboral y social, así que llegamos a la conclusión de que dejaríamos esto como esta y que decidiríamos el siguiente paso más adelante, pero juntos, y que por el momento llevaríamos cada uno el recuerdo de lo maravilloso y perfecto que fue el estar juntos, tan perfecto, como aquel beso que nos dejó marcado por el resto de nuestras vidas.


                                                                                                                Con Pecas

sábado, 25 de mayo de 2013

silencio


de mi silencio dependía 
pendía el silencio de mi suerte
yo sabía que él
sabía que ella
sabía que yo
no podía silenciarlos
pero sí suspenderlos
con mi silencio 
con palillos de ropa
con cintas y con grampas
como fuera
pero tenerlos alambrados
en mi silencio

ella me dijo que si yo decía
se terminaba el mundo
mejor callar, me dijo
estoy en tus manos
yo tenía once años 
ya podía pensar
qué pronto aprendemos a mentir

él dependía de mi silencio
su presencia pendía de mi
sino no había él
sino no había yo
pero quizá no había de todos modos
el terror a una ausencia es una ausencia

un silencio sostén
del orden de lo intolerable
como contrapartida
toda mi voz cantinela infinita
vieja cantinela infinita

al llegar de la escuela
el silencio
adentro de la ducha
en el auto
en la plaza
en las canciones
en las conversaciones de sobremesa
en la noche
cuando empezaron a crecer brazos y piernas
a tirar los vasos
a darse contra las puertas
estaba ahí el silencio acariciándome
contra mi voluntad
metiéndose en mi sexo, manoseándome
traicionero silencio del que pendía el mundo

de mi silencio dependía
pendía el silencio de mi suerte
yo sabía que él
sabía que ella
sabía que yo
no podía silenciarlos
pero sí suspenderlos
con mi silencio 

el silencio jamás es pasado
jamás es olvido
ojalá lo fuera
pero no lo es

La Gata Flora

jueves, 23 de mayo de 2013

La Cita VIII



Todos los viernes la muchachada hacia un asado. Ese día no fue la excepción, el mitin fue en casa de Antonio. Quiso la causalidad que Osvaldo fuera el primero en llegar. No era algo normal ya que no se caracterizaba por ser un tipo puntual. Ese día se trataba  de la pura necesidad de expresarse, de compartir un momento con un amigo, sin capas, sin peros, sin cortinas. Pero Osvaldo no lo sabía. El era de esas personas que se mantienen calladas, esos que esquivan hablar de si mismos. Risas, chistes, preguntas sin respuestas son sus métodos. Si bien para sus adentros era un tipo muy reflexivo, no lo exhibía, no por miedo, o que lo juzguen, el era así, reservado. Antonio por su parte era todo lo contrario. Era un tipo de esos que están esperando que les preguntes qué le pasa, y como mucho, alguna vez, se hacia preguntar dos veces.
-¿Qué haces hermano?- comentó Antonio mientras abrazaba efusivamente a su amigo-¿Todo lindo?
-Bien, bien, todo en orden, por suerte. ¿Vos?, ¿todo bien? Me entere que estas de soltero- y mientras se reía cambio la voz- la patrona se fue a ver a la madre.
Terminada la risa y los chistes fáciles que dos amigos suelen hacerse, hablaron de cosas al pedo, un poco más de relleno para ir preparando el plato principal, que de alguna manera ambos sabían que llegaría. Antonio, que no era nada bobo, a pesar de ser un poco atolondrado, notaba en Osvaldo un cansancio extraño, particular, algo que se lleva directamente en el cuerpo, ojos, hombros. Además, que su amigo estuviera ahí a esa hora era por si solo un motivo de sospecha. Osvaldo también lo noto, callo en cuenta que su extraña puntualidad no se debía a una mera casualidad. Su amigo, sin más preámbulos lo encaró
-Che Osvaldo, de verdad loco, ¿vos todo bien?
Fue una voz calida la que hablo, esas que inspiran confianza, las que abrigan una charla. Era un amigo del alma, esas personas que están siempre. Aún así a Osvaldo le costaba. No encontraba un punto de arranque a todo este asunto que le andaba complicando. No podía ponerle pies y cabezas. Se encontró mareado ante los acontecimientos.
-Si, loco, que se yo, con algunos temas- y cuando quiso llenar de humo el asunto fue que se desplomó, un repentino anhelo de descarga lo hizo escupir todo- En realidad hermano, ando con un tema re jodido. Es con el viejo, capas exagero pero me ha tenido en vueltas.
Sin entrar mucho en detalles, le explico a grandes líneas que andaba medio caliente con el viejo porque pensaban diferente y que se habían puteado feo. Antonio era un tipo pragmático, no se preguntaba mucho las cosas. Al pan pan y al vino vino. Era una persona desapegada,  no cargaba en los demás penas propias y eso le daba una ventaja a la hora de tomar decisiones drásticas. Además, si bien conocía a ambos y solía coincidir más con Alberto, fue tajante al defender a su amigo.
-No le des bola, que se valla a cagar por viejo de mierda.
Antonio estaba convencido de que si el viejo no lo quería respetar como era, que no había más que hablar. Y fue tal la verdad que exhibió, o con la firmeza y convicción con las que dijo esas palabras, que fueron una suerte de suero para Osvaldo, que al contrario de el, si solía dejar reposar en el otro algunas valoraciones personales o penas propias.

                                                                                      tito

miércoles, 22 de mayo de 2013

La Sombra (Segunda Parte)


Con un gesto el doctor Kollmann me indicó que me sentara en un pequeño living que estaba junto a la ventana; una alfombra, tres sillones y una mesita. Mientras me acomodaba, él se acercó a la pared y corrió una de las puertas que estaban debajo de las estanterías.
—Voy a tomar un trago, ¿me acompañás?
No tenía ganas y además estaba seguro que no me iba a invitar ni un refresco, ni un vaso con agua, sin embargo, a veces el invitado no puede dejar a su anfitrión bebiendo solo, por lo que más allá de lo que se me antojaba acepté.
—Un trago nos va poner en ambiente ¿no te parece? —me preguntó al tiempo que se puso en cuclillas y metió la mano en la alacena que estaba empotrada en la pared.
—Si, claro —respondí.
El doctor Kollmann apartó un par que estaban adelante y estirando el brazo sacó una de las botellas del fondo y la apoyó en la mesa junto a una caja. Mientras traía los vasos, aproveché para girar la botella y ver la etiqueta: MacAllan Fine Oak 18 años. Nunca la había visto.
—Lamentablemente los problemas no se resuelven aplicando siempre la misma lógica —explicó el doctor Kollmann mientras quitaba el lacre de plástico que cubría el cuello de la botella—. A veces, para ver ciertas cosas con más claridad, uno debe desenfocar la situación, quitarle la lupa, buscar otra nitidez, otro enfoque. Justamente ahí es cuando una copa ayuda, para mirar las cosas con otra perspectiva.
—Eso siempre que uno no beba demasiado. Porque los borrachos, lejos que resolver problemas, suele provocarlos —respondí.
El doctor Kollmann hizo un gesto de extrañeza y giró la tapa. Un pequeño chillido me llamó la atención; la botella tenía tapón de corcho.
—Eso es relativo estimado Miguel —dijo el doctor Kollmann mientras servía una medida muy generosa en cada vaso—. Una borrachera en el momento adecuado puede solucionar un problema, ¿o acaso no fue eso lo que salvó a Borges?
Hurgué rápidamente en mi cabeza y un par de cuentos de Borges, donde los tragos juegan un papel medular, se me vinieron a la cabeza. Pero mi curiosidad por saber a cual se refería pudo más y entonces le pregunté:
—¿A Borges?
—Así es —el doctor Kollmann hizo una pausa, tomó un sorbo y agregó—. A Borges un trago, o mejor dicho, varios tragos le salvaron la vida.
—¿Si? —pregunté con más curiosidad.
—Antes de ser quién fue, Borges tuvo intenciones de suicidarse. Supongo que por algún despecho o algo por el estilo. Entonces se compró un revólver, una botella de ginebra y una novela policial que ya había leído, para no entusiasmarse con el final y así fallar en sus intenciones, y se fue a un hotel que estaba a las afueras de la ciudad. Tirado en la cama se puso a leer y tomar ginebra mientras el arma esperaba en la mesa de luz. Por suerte la ginebra hizo efecto rápido y Borges, borracho como un cosaco, se quedó dormido. Al otro día, la resaca era tan grande que las penas y el arma ya no le interesaban.
Quedé en silencio un instante y con tono serio comenté:
—Es un buen ejemplo, pero en realidad nunca sabremos si lo que salvó a Borges fue la ginebra o el libro.
El doctor Kollmann esbozó una sonrisa y llevó la conversación a otro lado.
—¿Estás escribiendo en algún lado?
—Casi nada. De vez en cuando publico alguna cosa en la revista Todos todos, que es de unos conocidos, pero nada más que eso.
—Pero estás trabajando en el ministerio, ¿correcto?
—Si, ya hace casi un año —contesté con desgano.
—¿Y? ¿Es el ministro tan incapaz como todos dicen?
—Se quedan cortos. Igual no creo que sea incapacidad, es algo más parecido a la…  —hice una pausa buscando las palabras que retrataran mejor lo que tenía en la cabeza— digamos que el ministro tiene un entusiasmo, casi adolescente, por las superficialidades.
—¿Eso se parece mucho a la definición de estupidez?
—Si, algo de eso hay —contesté sonriendo—. Pero mirá que lo peor no es el ministro, eso es lo todo el mundo ve. Lo peor está en la secretaría general, ahí si que la estupidez te pasa por arriba. Por momentos es hasta bizarro ver como y porqué se resuelven algunas cosas; todos son favores. No hay que molestar a nadie, no hay que meterse en ninguna chacrita ajena.
—¿Y que haces trabajando ahí? —preguntó el doctor Kollmann con tono preocupado.
—No se, la verdad me lo pregunto seguido—respondí dejando escapar cierta angustia—.  Paga mis cuentas, supongo que eso es suficiente por ahora.
El doctor Kollmann quedó en silencio por un instante. Aproveché para tomar un largo sorbo del whisky. El aroma era agradable y el sabor suave; pero al tragar la sensación fue diferente. De repente una tibieza me abrazaba la garganta, se desparramaba por el cuello y llegaba a hacerme cosquillas hasta en la nuca. Entonces el doctor Kollmann agarró la caja que estaba en la mesa y dijo:
—Bueno Miguel, vayamos a lo nuestro. Te preguntarás para que te hice venir con tanta urgencia, ¿verdad?.

Miguel Sanecasse.

martes, 21 de mayo de 2013

Perro


Lanzaron alaridos los perros, deambulando alrededor, olfateando sangre. El hombre gimió de dolor mientras se escarbaba la herida, logrando desenterrar algunos perdigones de su abdomen. Levantó la cabeza para ver, a unos kilómetros, las antorchas parpadeantes del pueblo. La lejanía era tal que nunca llegaría arrastrándose y por más que quisiera, gritar no podía. Contempló impotente las sombras de los hombres en la entrada del pueblo. Un chispazo de lucidez lo hizo recobrar la fe. Amistosamente extendió su mano a los perros, que moviendo su cola se acercaron. Cuando el más flacucho estuvo lo bastante cerca, el hombre lo
cogió con su mano hábil y clavó los dientes en su vientre. El perro aulló de dolor. Su grito fue tan estruendoso que los hombres del pueblo lo advirtieron. Pronto llegaron al lugar para encontrarse con la figura diabólica del hombre, que cual bestia, seguía hincando sus fauces en el vientre desgarrado del pobre animal. Sin dudarlo, dispararon sus escopetas.
Juan Páramo

lunes, 20 de mayo de 2013

La parte encantada del ser



Poética rama del corazón que se expande como por intuición
Te miro fijo, te miro. Son tantas las cosas que puedo rescatar de vos.
Analítica Mente, demente! Una explosión del Ser.

No se como escribir, como siento. Que expreso cuando cuento,
Estoy enamorada. Si eso es cierto, de qué, no sé. Pero si enamorada, me siento.
Mirando en la calle, que extraño, que lejano, que cerca... lo pienso.
Alineación del cuerpo, lento.
Y de repente, no es cierto. Me quedo con sueño.
Ay! Me duermo… Pestañeo, cierro los ojos y tiemblo.
Me hallo ajena en las sábanas encantadas,
Con tantos, con nada.
La respiración acorde, la música ayudante.
Te miro, vuelvo a sentarme. Suspiro generado y tu mirada expectante.
Son intensos, todos ellos buenos momentos
Te quiero, porque te siento.

sábado, 18 de mayo de 2013

l´ amour


hoy voy a destruirlo todo
hacerlo todo mierda
pensar en que todos los mejores referentes que tuve alguna vez
eran unos putos conservadores fracasados de mierda
y que todos me llegan a la puta punta del pie
y entonces me cago en las patas y pienso
que estoy siendo soberbia 
o que estoy deprimida
y me dan ganas de meter la cabeza en mi tacho de basura
o en el caño de la puta pileta que está tapada
y se llena de grasa como la ducha se llena de pelos
entonces pienso que la concha de mi madre
saben qué? hoy estoy siendo el puto ombligo del puto mundo
y apenas me puedo levantar de la cama
siento recuerdos de todas las personas fracasadas
que amé, me causan vómito
ya no puedo jugar la recontra putísima madre que me parió
ya no puedo jugar y saben qué
la recontra puta poesía me importa una mierda
porque no me sirve para absolutamente nada
porque no hay nadie del otro lado 
y a nadie le importa un reverendo carajo
que mi pileta esté rota y la grasa no pase
entonces voy a terminar esta mierda de poema
con una putita frase inteligente
inteligente y sutil como debe ser
me importan todos una reverenda mierda
se pueden ir todos a la requeterecontra concha de su madre
ahora es el momento en el que dicen ¡Me gusta!


La Gata Flora

jueves, 16 de mayo de 2013

La Cita VII



En otro momento esas palabras hubieran lastimado mucho a Osvaldo, pero no esa noche, el estaba cómodo. Se rió sarcásticamente y asintió con la cabeza, como quien da palmadas en la espalda.
-Yo sabía que iba a pasar esto- comentó con aire de superioridad- al pedo te dije que vengas, ¿sabés que viejo? Ya fue, somos diferentes, vos no entendés, ni querés entender y seguro pensás que a mi me pasa lo mismo- y para rematar se puso un poco sentimental- Yo te quiero mucho viejo, de verdad, no quiero pelear.
El señor Alberto, lejos de estar calmado, como pretendía estarlo, parecía desencajado, estaba bastante colorado y no podía parar de apretar los dientes. Le molestaba de sobremanera la actitud de su hijo, su superioridad moral, campechano, de no pasa nada, paz y amor. Subió la apuesta.
-Osvaldo, vos perdóname que te diga esto -mientras terminaba de hablar se paro, se puso detrás de la silla y posó sus brazos en la parte superior del respaldo- Yo también te quiero, pero quiero que sepas que vos no sos, ni cerca, la gran persona que te crees ser, vos sos un mediocre, eso y nada mas.
El terminar la frase fue una descarga de guerra, lo dejo centrado y sin dudas mucho más aliviado, pero cuando Osvaldo fue defenderse volvió a hablar.
-Andas por la vida con esa actitud de no pasa nada, de que sos mejor, ¿mejor qué quien? Sos un mediocre, que se esconde, que se regocija de serlo y cuando la vida aprieta papito, papito. Y lo peor de todo es que capacidad no te falta, sos un tipo despierto, eso es lo que te encanta pensar, “si yo quisiera” pero no, eso era antes, ahora sos un hombre, y sos eso: un mediocre.
Osvaldo quedo un poco sorprendido, la artillería pesada de su padre lo sacudió bastante pero no fue lo suficiente como para llevarlo a ese plano. Su padre ya le había hecho saber todo esto, capas no de forma tan directa pero si con actitudes y gestos. Igualmente su estado de ánimo cambió, ya no estaba sobrando la escena.
-Viejo, te pido que te vallas- ya no era soberbio, era sentido, estaba triste- otro día hablamos.
Su padre no tomo conciencia de la violencia del momento hasta que estaba por llegar a su casa, manejando apurado y con mucha ira. Lejos de querer ver las cosas como las planteaba su hijo, Alberto sumaba caballos de batalla a su causa y se vanagloriaba por tener razón, se mantenía prendido a ello, como quién lo necesita para vivir. Una vez acostado se dio cuenta que todo aquello estaba muy lejos de estar bien. Había perdido el control de la situación. Aún así, por un lado se siento tranquilo, de que hablo el corazón, que no guardo nada, pero un sentimiento de intranquilidad le hacía recordar los medios y no pudo coincidir con Maquiavelo. Se fue a dormir muy afligido, con la ambigua sensación de cómo debía seguir esto, la relación con su hijo. No tenia idea, y a un tipo como a él, eso lo molestaba. Maldijo con fuerza.
Ni bien su padre abandonó la casa Osvaldo se encargó de limpiar la picada, los vasos y volvió a mirar fútbol. Si bien estaba bastante dolido, sentía, como su padre, que se alguna manera ambos dos se habían expuesto tal cual eran, y eso era algo bueno. De todos modos odiaba escuchar a su padre hablar así, sentir toda esa rabia. Como podía ser que fueran tan diferentes, que no pudieran tener una conversación normal y civilizada. Recordó un poco atónito escenas donde su padres discutían, y el sentía una extraña complicidad con su padre. Su madre parecía retarlo por cosas tan tontas, tan torpes, ideas locas, extravagancias de la vida. Ese recuerdo le regalo una sonrisa. Él no era así, el también podía ser un romántico.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Una montaña, una relación y una foto.

Miro a través de la ventana del bus y veo un paisaje único. Enormes montañas tras cerros con una gran diversidad de flora y fauna predominando cactus, llamas, cabras, entre otros.
Me siento atrapado al observar las montañas de piedras con un sin fin de obstaculos que estas generan tratando de impedir que el turista llegue a la cima para sacar esa preciada foto del hermoso paisaje.
Conozco a una chica de Holanda llamada Stella, rubia de ojos claros, una mirada hermosa y una de las mejores sonrisas que creo haber visto en mi vida. Ella es una chica que está viajando sola por el mundo, comenzamos a charlar y me cuenta de su viaje.
Lo que más me llama la atención desde el primer instante es que constantemente me habla de su novio, un tal  Felipe, el cual hace ya varios meses que no ve. No logro concebir como es que se puede mantener a flote una relación de esta manera pero ella se encarga de hacerme entender (al menos asi lo creí) que su amor es tan puro que es posible regresar de su viaje y que todo sea como si solo hubiera pasado un día en el tiempo para poder vivir la vida con su amor tal como lo hacía antes.
Pero no todo es tan fácil para Stella, lo que sucede es que en este largo viaje todo el tiempo conoce e interactua con chicos de todas partes del mundo, algunos lindos y otros no tanto, pero sobre todas las cosas todos se caracterizan por tener buena onda hacia ella, algo que se incrementa claramente por su admirable belleza.
Me pongo en su lugar y pienso que podría estar con cuantos ella quisiera, sabiendo que su novio nunca se enteraría y al vovler a su hogar todo seguiría como si nada hubiera pasado, pero en realidad se que ella ni lo piensa.

Hay gente que cree que una infidelidad cambia la relación de una pareja sin importar de que la parte engañada se entere o no. A diferencia de ellos yo tengo una forma distinta de ver este tema, hay un aspecto clave para entender mi forma de pensar que es el cargo de conciencia que puede generar o no la persona que engaña, en caso de no generarlo la relación puede continuar como si nada hubiese sucedido. También está quien piensa que alguien que engaña no siente amor, porque de sentirlo no haría algo que pudiera lastimar a su enamorado/a, pero influyen muchos factores que pueden llegar a cometer una infidelidad sin dejar de sentir amor hacia tu pareja.

Como pasa con Stella que está plagada de oportunidades -llamemosle piedras- y solo de ella depende seguir escalando en su relación.

Al fin y al cabo las relaciones son como las montañas, ningunas son iguales y cada una de ellas tienen distintos obstaculos que sortear para llegar a sacar esa preciada foto.


                                                                                                                                                   Sin Pecas

martes, 14 de mayo de 2013

Los anzuelos


El idiota miraba impasible a los transeúntes bajando a la escollera. Se contentaba observando a los pescadores, cómo éstos recogían sus tanzas velozmente, a veces trayendo un pez consigo. El brillo de los anzuelos lo encandilaba, le atraía más que cualquier cosa. Ni siquiera la lucha incesante de la bestia por librarse del anzuelo lo colmaba tanto de asombro. Cuando algún pescador se distraía, el idiota aparecía y tomaba sus anzuelos. Los olía, los sopesaba, los miraba como si fueran oro, hasta que advertían su presencia y era echado a gritos y a patadas. Se alejaba y acurrucado contra una roca, contemplaba anzuelos a la distancia. Cierta tarde invernal un anciano pescador fue atacado de convulsiones, sus compañeros fueron a asistirlo. El idiota, con la lucidez que da la picardía espontánea, recogió todos los anzuelos y uno por uno se los fue incrustando en la boca, sin indicio alguno de dolor. Cuando todos estuvieron colocados, desde una roca se lanzó al agua, hundiéndose como plomada.

Elugo

sábado, 11 de mayo de 2013

Dos

Me corro de cerca
jadeo, aúllo
me veo de atrás
la espalda grande
la torpeza en las piernas
estiro la mano y casi me toco
dale che estúpida
no seas cobarde
pero me miro, me guiño y vuelvo a irme
corriendo
por la línea cronológica
haciendo equilibrio
me acerco tanto que puedo olerme
casi rozarme
solo miro mi nuca
si levanto la vista, cuando vuelvo a buscarme
ya me fui demasiado
ahí estoy una cuadra adelante
me doy vuelta y me hago
doble pito catalán
no llego, no me llego
yo soy la sombra, yo
estoy cansada

La Gata Flora

viernes, 10 de mayo de 2013

Uno de dos poemas que pensaba publicar en este día (título tentativo)


I

Algo
de poeta tiene
el niño
que le escribe una carta
a Papá Noel
Sobre todo
si pensamos en la distancia
que existe
entre la realidad
y el deseo
En esa brecha
entre realidad y deseo
se encuentra la poesía
y en la imagen
de un árbol de navidad seco
en pleno enero
Pero
al menos
escribir una lista
es avanzar en ese camino
es establecer un diálogo
entre nosotros
y el deseo
de la misma forma
en que poder nombrar a una mujer,
hacerla reir
no es hacer el amor
con ella
pero no hay nada
en este mundo
que se le parezca
tanto

                                                Seoane

jueves, 9 de mayo de 2013

La Cita VI



Si bien se habían visto hacía menos de dos días, Alberto y Osvaldo se trenzaron en un fraternal abrazo. “Pasá, pasá, dale viejo que está soplando”, “Traje una cosita, pa` amenizar la charla”. Su padre venía acompañado de un Whisky, no fallaba. Era mucho aceptar que la “cosa” sea en casa de su hijo como para caer con las manos vacías. Poco le importó a  Osvaldo. Él estaba muy contento de que su padre esté ahí, tenía mucho que decirle, quería poder plantear ese montón de cosas que le venían pesando en el alma, en el cuerpo, esas que pesan más que la gravedad. Por su parte Alberto, si bien no entendía mucho, sabía que su conciencia le indicaba estar ahí, estar en donde su hijo, escucharlo, hablar, tomar una copa.
En medio de una charla sin mucho sentido, sobre un partido de fútbol de alguna liga o copa, de esas tantas que se juegan, beberaje de por medio,  fue el hijo quien rompió el hielo.
-Mirá viejo, yo lo que quería decirte es que me tiene podrido este tema del médico. Yo sé que vos pensás diferente y me chupa un huevo, pero esto del problema crónico es una locura. No voy a tomar esa medicación, es más- mintió- ya ni me duelen los riñones.
El padre quiso interrumpirlo pero no lo dejó y prosiguió con su discurso, estaba envalentonado y con un aire que inspiraba mucha confianza.
-Seguro que ese problema es por cualquier otra cosa, ya veremos, pero que esta no es la solución es seguro.  
Ni bien terminó de soltar palabra, batió un poco su vaso, le metió el dedo, revolvió un poco y tomó un largo sorbo. Su padre quedó callado, un poco estupefacto por las últimas palabras. Lo del principio se lo esperaba, pero eso del problema lo desconcertó. Una extraña sensación recorrió su cuerpo. Las palabras de su hijo parecían inculparlo, exhibían una gran cuota de culpa y el destinatario era él. Lo corroboró cuando volvió los ojos. Vió como Osvaldo movía la cabeza hacia atrás, ceño fruncido y levantada de cejas mediante, mientras que hacía una mueca con su cara. Si bien estaba preparado para ceder, esto lo sobrepasó un poco, no la dejó pasar.
-¿Qué estas insinuando? ¿Qué el problema es mío? ¿Qué esto es culpa mía? Resulta que ahora, que vos tengas los riñones jodidos, porque te encanta una cosa el trago, como a mí, no lo niego, ¿es culpa mía?- su cara tomaba lentamente color- Osvaldo me parece que exagerás un poco.
-Mirá viejo- Osvaldo parecía llevar la discusión a un terreno donde él era amo y señor- yo no digo nada, solo digo que es una locura esto de los riñones. Soy un loco joven, y si te pasó a vos, y a tu viejo y me pasa a mí es porque hay algo más. Se que no crees en las cuestiones psicológicas, pero es así- y culminó la frase bien arriba- yo soy un romántico.
Su padre por su parte fue tajante.
-Vos no sos un romántico Osvaldo, sos un pajero.

                                                                                            tito