martes, 8 de mayo de 2012

Pies

Tengo una cara de domingo y un par de ojos enfermos. Manos no tengo.
Donde tenía un corazón late un tímido desierto.
Lejos está la cara de ensalada que enfermó mis ojos, postrada hacia al vacío con expresión de nada. Amo esa cara. Mis pies siempre me acercaron a ella. Hubiera querido conservarlos. Pero a ella no le bastaron mis manos, ni mi corazón, ni mis ojos. Tenía que llevárselos también.
Con ellos caminaba, corría, saltaba y bailaba. Ya no puedo hacer.
Mis pies disfrutaban tanto de caminar junto a ella, que cuando un día se frenó, dio media vuelta y dijo “Ahora quiero seguir sola”, ellos siguieron tras su sombra embobecidos. Se desembarazaron de mí fácilmente, olvidándome y volcando mi triste cuerpo sobre la calle.
El camino fue eterno, cual gusano quise arrastrarme hacia casa pero no tuve las fuerzas necesarias. Suerte que algunos que pasaban se compadecieron de mí y me patearon como si fuera una bola de carne. Agradecí el gesto alegremente. Cada patada, aunque dolía, me acercaba más a casa.
El camino fue eterno, sentía una nostalgia tremenda, ya extrañaba mis pies. Mi cara se puso más domingo que nunca. Recordaba como los dedos de mis pies (en especial los gordos) se estremecían de placer al ver sus piernas. Se retorcían excitados, sabiendo que pronto acariciarían su piel.
Bastaban mis pies sobre sus pies, desnudos sobre la cama, para ser felices. Ya no hay pies, no hay los suyos, no hay felices.
Sin corazón soy un torso hueco, donde el frío eco de un amor flota incesantemente.
Sin manos, sin pies y sin ojos que quieran ver, me asemejo a un matambre salteado a la lágrima, receta triste si las hay. Si alguien me viera así, tirado sobre la cama, tendría la necesidad de bañarme en mostaza y meterme en el horno. Pero no salgo de mi cuarto. Reposo inmóvil, paralizado. Ella robó mis pies.
No hay nadie que me patee lejos.  No me puedo mover. Te envidio Gregorio Samsa, serás un insecto maloliente pero al menos tenés patas de sobra. Yo no tengo ni un par, soy sólo un cuerpo desmembrado, al que le arrancaron las extremidades sin piedad.
Ojalá llegue el día en que haciendo un gran esfuerzo pueda rodar sobre mí mismo, caer de la cama y dar de lleno contra el suelo. Allí mis ojos, si es que dejó de llover en ellos, se encontrarán con los restos de un corazón roto. Al que van a abrazar con la mirada. Él se va a arrastrar hacia mí y se va a hundir en mi pecho. Lo voy a escuchar latir. De mis muñones van a nacer manos con las que voy a borrar de mi rostro esta expresión de domingo.
Con un par de manos, un par de ojos secos y sanos y un corazón latiendo me voy a preguntar ¿qué me falta? ¿Ella? Seguramente no.
¿Y mis pies? Van a volver de repente, me los voy calzar, les voy a dar un beso y un perdón. Voy a salir a caminar…
Elugo

13 comentarios:

  1. me encanto elugo, es muy lindo, te felizito

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias tito, me uno al club de los corazones rotos

      Eliminar
  2. zi la verdad que esta lindo.

    ResponderEliminar
  3. hermoso. el final es genial

    ResponderEliminar
  4. que mina jodida eh. putas harry, son putas.

    ResponderEliminar
  5. Una de las cosas más lindas que he leído en mucho tiempo.
    ¿Será que estoy leyendo poco? Ja ;)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias Anónimo! Recuerda que lo importante es la calidad, no la cantidad... jojo

      Eliminar
  6. vamo arriba querido!!! por lo menos no se robo tu hombría!

    ResponderEliminar
  7. es triste, dulce, tierno y lindo :). hermoso final si!

    ResponderEliminar