“me levanté rabioso, pronto para pegarle muy duro, con toda mi rabia, pero al verlo, sus ojos me convencieron, eran todas buenas razones”
"no me rompas las bolas" se dijo con determinación y se esforzó por convencerse que todo estaría bien. Respiró profundo, repitió el ejercicio y tocó el timbre. Del otro lado apareció un muchacho de unos 25 años, una barba de cuatro días y cara de dormido. "¿vos sos el que venía?"." si ese soy yo, un placer" dijo mientras esbozaba una especie de sonrisa. De ahí paso a un hall chiquito que tenía otra puerta, sospecho que por ahí era la casa, segundos más tarde el muchacho abría la puerta, ni bien entró lo invadió un olor muy rico, fuerte y a la vez placentero, era cogollo, del mas rico, en ese momento se dio cuenta que el tipo no solo estaba dormido sino re loco. El muchacho lo miró como excusándose, con su cara de: que pasa, salió un fino, un mañanero, nada raro, para encara el día. Con un gesto lo invitó a sentarse en un sofá bastante nuevo pero muy mugriento, parecía que alguien lo usaba de cama, corrió una almohadón y se sentó. En ese preciso momento se acordó del mate. "che me podes dar un poco de agua tibia, pa` arrancar el mate". El otro que ya estaba saliendo del cuarto se volvió y le dio a entender que si, pero con los dedos pulgar e índice, le pedía que aguantara un cachito.
No supo bien cuando comenzó a preocuparse, pero si sabía que había sido mucho antes de que pasara un tiempo prudencial para hacerlo. El calculaba unos 10 minutos desde que el muchacho se retiraba de la habitación. Podían ser menos. Decidió quedarse tranquilo, sentado y esperar, seguro era todo cuestión de su cabeza. Aun así sentía como se le ponían todos los instintos alerta, sentía como su cuerpo se preparaba para cualquier situación. Volvió a experimentar una intensa liberación, paz. "perdoná estaba en el baño" decía el muchacho mientras le estiraba un vaso con agua tibia para hinchar el mate. "muchas gracias" respondió, se sintió mucho mas tranquilo. Abrió la mochila, sacó el mate y comenzó a echarle yerba de la bolsa, cubrió algo así como 2/3 del mate, luego inclinó este para que la yerba quedara en posición perpendicular. Finalmente echó agua tibia y dejó reposar.
Mientras estaba cebando el primer mate, entró en la habitación otra persona, alguien un poco mayor, alrededor de los 35, 40 años, estatura media tirando para arriba y una desarrollada calvicie. Saludó en un tono bastante amistoso, pidió perdón por hacerlo esperar y lo invitó a sentirse como en su propia casa. Fue ahí, cuando menos se lo esperaba, cuando menos lo nesecitaba, que alguien toco en su interior, era su cabeza, su cerebro. Volvió a sentirse ansioso, con una molestia terrible, un agobio. Se logró serenar mientras apuraba otro mate, pero aun así, sabia que estaba peleando con él, si cedía un poquito podía caer en su propia trampa; auto boicotearse. Sintió miedo, miedo helado y puro, a pesar de que para el afuera no se le movía ni un pelo. "señor, entiendo que usted quiere plantar algunas cosas que nosotros tenemos" le dijo con un tono muy suave el más viejo de ellos. "si, así es, me interesaría ser parte de ese negocio, creo tener la discrecionalidad apropiada, creo, eso lo garantiza el nombre de por quien hoy estoy aquí"
tito