“He de confesar la verdad sobre mi hermano, no es
que haya cedido a librarme de ésta por unas cuantas monedas de oro, sino que sé
que fuerzas más poderosamente peligrosas me están observando.
Al pie de una pirámide, donde el Nilo moja con su
cauce la llanura desértica, bajo los ojos de una majestuosa y estricta esfinge,
se dio el encuentro entre aquél sacerdote y mi hermano Sandor Krasna.
Sandor rogó al sacerdote que le sea otorgado aquel
talento divino que dota a los insignificantes hombres de una percepción sonora
tan exquisitamente delicada como la del búho y de una agudeza visual comparable
a la de los felinos.
Así Sandor fue hombre mitad búho, mitad gato, pero
tuvo que abandonar su memoria a cambio.
El sacerdote saboreó gozoso el intercambio, sabía
que al reunir todas las memorias de los hombres, la suya quedaría al fin
sabiamente anestesiada.
Sandor se compadeció de sí mismo, su pasado le
había sido arrebatado en un trueque injusto. Pidió al sacerdote que al menos le
dejara las imágenes de ese pasado.
El sacerdote con mirada altiva y soberbia tomo su
bastón y rozó la sien de aquél hombre-búho-gato. Un torrente de imágenes, a
manera de un tormentoso espiral danzaban en la cabeza del desgraciado hombre
sin pasado.
Sandor partió de aquel lugar para percibir al
mundo con sus nuevos dones y en el camino fue construyendo la leyenda de su
pasado, moldeándola en un caótico orden.
Qué maravilloso placer le causó el descubrimiento
de ese aparato que “todo lo recuerda”, lo contempló extasiado y cuando filmó
por primera vez y luego observó lo que había filmado, se sintió en presencia
del propio recuerdo de su memoria.
Así es que este ser va creando las leyendas de sus
momentos, observa atentamente, escucha con cautela. Tiene la ventaja de tener
de aliada a la cámara, que recuerda todo lo que percibe.
Así, se ha propuesto desentrañar y descifrar los
enigmas de este infinito mundo y se ha dado cuenta de que sólo llega a dar con
la superficie de los mismos. Pero no se rinde, es su espíritu curioso el que lo
impulsa a seguir y encuentra regocijo en dicha búsqueda, juega con los símbolos
de su memoria, los atrapa y los decora como insectos que se echan a volar sobre
la cabeza de Cronos y a los que puede contemplar desde el exterior mismo del
tiempo, la única eternidad que nos queda.
Él, ahora sólo sabe esperar y el planeta, por sí
sólo, pondrá en escena el trabajo del Tiempo. Es su deber en ese momento
inspirarse en las manualidades del reloj de arena, adentrarse en cada una de
ellas, ser ellas, impregnarse intensamente de las mismas y de esta manera
recordarlas tal cómo las absorbió en aquel instante.”
Jensur Krasna
Sans Soleil (Chris Marker, 1983): http://www.youtube.com/watch?v=2d4_YKpMQLc
muy bueno estimado Jensur, bienvenido, esperemos seguirlo viendo por estos lados
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