jueves, 17 de noviembre de 2011

Garrapiñero

Paso a paso voy observando cómo un pie adelanta y el otro acata, uno tira pa delante, el otro lo sigue. Camino feliz por 18 de julio en la ciudad del general L.Gomez, la gloriosa Paysandú, pueblo de ratas, víboras y Milton Wynants. Contradiciendo la frase del celebre escritor oriental “Manso Sosa” diré yo “ésto sí viene al caso”. Resulta que yo tenia la firma de tío Milton, él fue a mi escuela por el 2000, ese día fue lo mas parecido a un triunfo, logre tocar su silver medall y sentí ser el mismísimo personaje, aunque no sería hasta años más tarde que tendría sus garabatos.
Al proseguir con mi relato me entran en la cabeza consideraciones morales muy importantes y me doy cuenta que no debería contar esta anécdota por la pura salud de imagen de tío Milton, pero que más da, una mancha más al gato montes no lo transforma en dálmata. Yo, como otros tantos ratas de chico, me acuñe bajo la celebre frase “de arriba un rayo” y chocho andaba por la vida con ella, será tanto que me hice de la juventud macdonaldiana, no recuerdo bien que beneficios me trajo ser aliado de don Ronald pero creo que todos los meses nos invitaban al pelotero y nos regalaban caramelos, no sin antes adoctrinarnos en la fe Ronald. Un precioso día de primavera, de un año posterior al 2000 mientras cantábamos “Yo, Ronald y el mundo feliz”, por demás un jingle muy bueno que habla de la hermandad y el compañerismo, fue que divisé a lo lejos a tío Milton con dos Combo 1 recargados. Este miró para un lado, luego para el otro y un poco más para todos lados hasta que se sintió seguro de los ojos curiosos de los sanduceros y se sentó a degustar su burgy. Preso de un impulso, capturado por Don Espontaneidad abandoné mi posición original y decidí encararlo, esta vez sí que no me iba a perder la oportunidad de tener su preciada firma. “tío Milton, soy yo tito, de Mafalda te acordas?”, él me miró, me volvió a mirar, sonrió un tanto asustado pero con una cintura digna del Negro Jefe me acaricio la cabeza y fue a emitir sonido, pero no lo dejé, le tiré la posta “Milton sos un grande, dame tu firma”, le arrimé una servilleta, extrajo una de sus tantas lapiceras y metió el sarpazo, estampó sus caracteres. Yo me ruborice mucho pero no se notó, porque soy pardito de nacimiento, y en la primavera se me acentúa. Todo era un delirio de colores, me elevé, sentí que era una especie de súper hombre, tocaba el cielo con las manos, cuando de repente otra fue la mano que me bajó a tierra, que me mostró la cruda realidad del mundo. Ante mí tenía la cara de un choborra mal oliente, desprolijo, mal afeitado y con una cara de lija que no queda nadie, era el hijo de su madre del garrapiñero muy mal disfrazado de Ronald, y no solo eso, se le notaba una visible abstinencia que lo traía de un pésimo humor “vos violaste los estatutos donald, ahora tenés que pagar”, me decía, mientras me extendía una cajita de zapatos. Curioso como soy la abrí de wanda, que mierda, pensé, estaba llena de bolsitas de garrapiñada, levante la vista y lo miré con mi mejor cara, el me miró maliciosamente y me dijo “ah vivito, te jodiste ahora empeza a soplar”
                                                                                      
                                                                                                              tito

6 comentarios:

  1. todo cuento en el que aparezca milton wynants es un buen cuento para mí.

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  2. excelente, digno de un pulitze, grandes figuras en un mismo cuento, EL MANSO, TITO y MILTON que mas se puede pedir!! besos abrazos y caricias!!

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  3. gracias manso, sos todo lo que un amigo quiere, y das a entender derecho a roce, mejor aun.
    anónimo estamos hablando de MILTON
    pd se viene la entrevista

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  4. Que lindo que lindo. vamo arriba con la entrevista tito seria excelente

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  5. ole ole ole ole mylton mylton!!!!!

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