viernes, 25 de noviembre de 2011

Distancia del olvido

  Pero espérame 
  Gúardame tu dulzura
  Yo te daré también
  Una rosa

  Pablo Neruda

    I

  ahora ella me estará olvidando. como si el olvido fuese una planta que al crecer fuese desalojando los recuerdos, los rostros, los nombres. como si nos fuese desalojando.

  yo hubiese querido comenzar el relato con esta frase, Y no me sorprendería que hasta hablase con las flores. y es que lo primero que me viene a la mente al querer recordarla es ella regando sus plantas, el olor a menta que se desprendía de los canteros y que nosotros arrancábamos para llevarlo lo más cerca del rostro posible, el olor a dulce de las flores, el chorro de agua de la manguera que atravesado por el sol formaba en pleno jardin un arcoiris privado. a veces, si uno tenía suerte, podía ver hasta dos o tres picaflores surgir desde el más-allá de los muros del patio y entonces nosotros corríamos a anunciarle que tenia visitas y ella parecía no sorprenderse, como si se tratase de invitados puntuales y apreciados con los cuales tuviese, a cambio de su presencia, un pacto de distancia y discreción. desde el ventanal del vidrio del comedor yo la veía regar sus plantas y ahora me doy cuenta que era como ver a un pintor derramando colores ante un liezo enorme y en blanco. recuerdo que cuando el rosal florecía ella se agachaba con unas tijeras y cortaba una de las rosas para que yo la lleve hasta casa. en el camino de regreso, era como llevar parte de su belleza entre mis manos.

   II

 tomaba el te hirviendo. estando los dos solos de tarde en su casa (ella hacía tiempo estaba enferma) me habló de una mujer llamada celia. celia era la esposa de su cuñado muerto hacía más de 30 años. me contó cómo todos los dias hablaba con ella, cómo las dos se llamaban para hablar de la vida, de los hijos, del tiempo que pasa. yo en ese entonces desconocía si celia seguía viva, pero sabía con certeza que era imposible que lo que me contaba sucediera en alguna parte, en verdad no podía imaginarme cuanto tiempo la separaría de la última vez que habló con ella. pero no tenía sentido decirle abuela te parece? no estarás equivocada, confundida, como tantas veces le decíamos y simplemente me dediqué a escucharla, a preguntarle, a desenredar la madeja de sus recuerdos que a mi se me parecían tanto a una sesión de espiritismo. yo veía como el tiempo se deshacía en su boca como el azúcar que le echaba a mi te mientras esperaba que se enfríe y ella esperaba que yo termine el mio. pocas veces sentí una sensación de irrealidad tan grande o la realidad me pareció tan frágil, tan vulnerable, capaz de ser amenazada por una voz hasta sus cimientos. lo terrible es que cuando me vaya yo voy a ser el fantasma, pensaba, y celia la confidente, la amiga, la compañera de horas de olvido.

  III

  cuando mis abuelos no estaban los días pasaban lentos. extrañaba salir del colegio y caminar las dos cuadras que me separaban de su casa y al llegar encontrarme, con algo de suerte, con mis primos y tíos y tomar el vascolet licuado (aunque en realidad a mi no me gustaba y solo lo guardaba en secreto porque a mis primos y a mis hermanas les parecía una maravilla) y sentir algo tan simple como ser bienvenido y aceptado en una casa sin importar las circunstancias. bastaba levantar el telefono apenas algo antes del mediodía para anunciar que iba a comer y el si siempre como un eco del otro lado de la línea y recuerdo cómo había que insistirle a mi abuela para que se sentara a comer y que nunca lo hacía hasta que la última persona estaba servida y cómo siempre preguntaba si estabamos llenos y si no querías algo más con una voz tan ajena al compromiso y la recuerdo despues limpiando los platos y sacudiendo los manteles con una paciencia enviadiable hasta que todo quedaba exactamente como antes y no se enteraría uno que ahi pasó algo si no fuera por esa sensación de paz que da la ausencia del hambre y el gusto a comida que todavía descansaba en la boca.

  IV

 mucho tiempo despues, y cuando ya había olvidado varias de las recetas que le habían dado un nombre entre mi familia y las ganas de cocinar, fui a visitarlos de noche. yo estaría charlando con mi abuelo de fútbol al lado de la estufa cuando de repente la vi levantarse e ir hasta la cocina y de a poco desmenuzar un pollo que mi abuelo habría comprado en una rotisería y cortar algunas verduras y fritarlas en una sarten para tener algo con que convidarme. yo tendría que haberme encerrado en el baño y llorar hasta correrme el color de los ojos. no recuerdo si en ese momento sentí algo. tendría que haberme dado cuenta que había algo ahí que estaba tocando su ocaso, tendría que haber visto la ternura en el fondo al terminar de raspar lo último que quedaba del plato.

  V

 me estará reservando un lugar especial en el olvido. como si la memoria fuese una flor deshojada al viento y este el pétalo que alcanzo a descolgar con mis manos.

                                                                                                                     Seoane

11 comentarios:

  1. hermoso Seoane, hermoso y certero... como si te patearan el pecho y sintieras placer... aplaudo este regreso! Salud!

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  2. Fa. Me emocionaste mucho. Mucho. Un abrazo grande. Qué fuerza tiene la sencillez cuando habla desde el alma.

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  3. Que alegria ver a un hermano escribir cada vez mejor!

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  4. paaa no puedo parar de llorar y pensar en ella..pablo sin palabras, ojala todos hayan tenido una abuela como la nuestra. ceci

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  5. muy bueno seoane esta genial, aplaudo de pie

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  6. Cuantos recuerdos afloran..yo también tuve una abuela dulce y servicial. Su vida se desarrollo entre baldes, cepillos y nueve hijos y a la noche sola sin dinero y sin caricias. Sabia a jabon y pan.

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  7. hermoso homenaje a la abuela...nudito...yo me niego a creer que en algun momento se vaya a olvidar de nosotros..en algun lugar tienen que estar los recuerdos..no es justo..por que le viene a pasar esto a la persona mas dulce del mundo? jime

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  8. Se juntò la flia.
    Pabb, què lindo y triste a la vez.. hasta un tanto emocionante. Pero bueno, es una realidad que muchos debemos aceptar.
    Muy injusto, pero es parte de la vida. A algunos nos toca.
    Creo que en algùn pequeñìsimo rincòn de su cabecita, siempre nos va a recordar, siempre vamos a estar ahì.

    PD: Seoo! no pueeedo creer que hayas ocultado el secreto del vascolet licuado durante tanto tiempo, y mas me cuesta creer que no te pareciera ricoo (mas aùn si era hecho por la abuela)

    TE QUIERO ABUELA MARUJAAA!!!

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  9. Pablo: son las 23.30 en casa. Hace unos días que supe que habías escrito sobre tu abuela. Pero no me atrevía a leerlo. Ahora te puedo decir que me enterneció, me emociona ese relato pleno de colores, olores, gestos, ruidos de chicos, de pájaros... pero no me dejó un sabor triste, sino que rescato la entrega amorosa de mi madre: a nosotros primero, a sus nietos después, a sus amigos, vecinos, a mi abuela, a sus plantas...cuanto amor, cuántos dones y haber sido quien es. Gracias por poder expresarlo y compartirlo con nosotros.

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  10. No soy de la familia.
    O sí. Hay una familia, tan grande, donde vivió esa abuela. U otra, parecida. O algo igual, en otra abuela.
    Soy de esa familia.
    Gracias.
    Y fuerza.

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