domingo, 13 de noviembre de 2011

El hombre de los jabones

No recuerdo bien cuando comenzó mi interés por los jabones.
Algunos me comentaron que ya desde chico demostraba fascinación por los objetos resbaladizos.
Recuerdo perfectamente mi primera experiencia físico-visual en el arte del jabón.
Algunos dirán que no es un arte, pero hay tanto arte que pretende serlo y se autodenomina arte que una mancha más en la historia no creo que provoque el Apocalipsis, aunque a veces pienso que es mejor que se llame chorizo de rueda y no arte.
Mi primer experiencia data de mis épocas de jardín, extravagantes tiempos si los hubieron.
Siempre una chica en el medio, siempre el mismo problema. Mayra se llamaba, esta última palabra termina en aba porque no sé que es de la vida de ella. Tengo una leve teoría pero es sólo una teoría. Más tarde la contaré, o no.
Mayra era mi amor infante, pero como todo amor infante, en realidad como todo amor yo no era ni su amor y menos su amor infante y menos que menos su infante, aunque me haya ofrecido más de lo necesario para serlo.
Ella estaba enamorada del chico popular , Carlitos (es un nombre raro para un chico popular, actualmente sería candidato fácil para la agarrada de cande (término usado para expresar la agarrada de punto de una persona hacia otra: Cande: Caramelo masticable, de aquí viene la frase, uno mastica, mastica y mastica durante mucho tiempo y no lo termina (con el tema de los paréntesis veré como cerrar, son demasiados))) jugaba bien al futbol, hacía las mejores piezas de plasticina, dormía con la maestra en los campamentos, su mundo era el deseado por todos, no podíamos envidiarlo porque no había tiempo.
Quiero hacer un paréntesis en el ítem “dormía con la maestra”, el problema más grande aquí era que el resto de los niños o sea todos menos Carlitos, nos orinábamos  y teníamos  que dormir toda la noche con el charco de orina propia, sin embargo Carlitos, que también se orinaba, tuvo siempre una cambiadora particular, esto ayudó a su precocidad, su primera relación sexual fue con la Maestra Silvia, difícil pensar en el progreso social sexual cuando el adinerado sexual es una persona precoz, situación complicada.
Se orinaba y aparecía manoseo en las partes bajas, si bien para la maestra no significaba nada, para Carlitos era un acontecimiento y para todos nosotros sus lacayos mucho más que un acontecimiento, la firma de nuestra carta de esclavitud.
Carlitos nos brindaba todo, imposible odiarlo. Pero me rebelé, no lo soporté más.
Fue en el campamento de fin de año, como siempre él durmiendo con la maestra.
Nos tocaba bañarnos, la vida me puso en ese lugar porque mi misión era totalmente clara. Mismas duchas, mismo lugar.
Jabón en mano, agua caliente encendida, sin ropa interior, situación perfecta.
Mi mano, sin esperar indicaciones, lanza el jabón a centímetros de los pies de Carlitos, esperando a que pique como lo hacen las lombrices muertas en el anzuelo de la caña. Me enjabono mi cabeza con shampoo, no soy fan del shampoo, las lombrices si.
Al fin Carlitos se agacha a recoger el objeto, no de la manera como me hubiera gustado, me queda incómodo. Me alcanza el jabón con una ingenuidad que da escalofríos, como todo líder, a su inteligencia la pongo en duda.
Así narrado parecería como si fuera un perverso abusador de menores, pero en esa época era muy chico, era de la misma edad que mi enemigo, por lo tanto vale.
Vuelvo a intentar, esta vez con más clase que antes. Esta vez picó. Su cintura realiza un despliegue hacia el suelo con el objetivo de tomar nuevamente el jabón para alcanzármelo solidariamente.
Aquí empezó su decadencia, mientras él comenzaba a perder todo su imperio construido a base de talento o suerte yo comencé a perfeccionar mi arte, conocí mi vocación y empecé a hacer dinero, si así como lo leen, mi carrera comenzó a los 12 años, luego de un par de años de entrenamiento. Los primeros trabajos fueron cosas pequeñas, del tipo “mirá necesitamos un par de jabones en el vestuario del mirador rosado que hoy vienen unos contratistas” (El mirador rosado es un cuadro de baby futbol). Al principio mi cachet eran caramelos, a medida que fui creciendo y los trabajos se tornaron más difíciles comencé a pedir dinero.
Sin ir más lejos mis últimos trabajos de cierta manera se encontraban relacionados entre sí, las víctimas todos líderes de algo, los que me contrataban solamente pretendían que la situación de sus víctimas se tornara confusa del orden de “Mira Vanesa no estoy seguro de que es lo que quiero” o del tipo “Nada, simplemente estoy abierto a cosas nuevas” frase complicada si las habrá, a ¿qué se refieren con cosas nuevas? Se me vienen a la mente demasiadas cosas nuevas en la que caballos y vacas son las primeras opciones.
En cuanto a Carlitos, lo último que se de él es que abrió un local nuevo en el que hace de dueño, empleado, administrativo y todo lo que una empresa seria como la suya tiene que tener. “El Canapé de carne alegre” se llama el local si mi memoria no me falla.

Mayra: te sigo buscando, no sé para que pero te sigo esperando, tu historia prefiero guardármela.

El Bigote Castro

5 comentarios:

  1. esta bueno el relato bigote, y me gusta lo de los parentesis pero me deja unas dudas perversas, puedo ser yo, por eso dudaba en hacer el comentario
    arriba y venvindo

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  2. bienvenido bigote loco. vamo arriba

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  3. me hizo acordar a la prosa del manso sosa.

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  4. Muchas gracias por los saludos y bienvenidas. Me siento muy orgulloso de poder participar de este gran blog de personas. Se viene la segunda parte de la trilogía de la limpieza...

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  5. Hola Bigote! Abrazo grande y bienvenido!

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