(Leer el texto de dos maneras, primero sólo lo que está en negro, luego el texto completo. Gracias.
PD: Cambia tu perspectiva acerca de mí, o no.)
PD: Cambia tu perspectiva acerca de mí, o no.)
“¿Así te gusta hijo de puta? Todo esto es por no hacer caso y no seguir las reglas que te pedimos que siguieras. ¿Entendés que es más fácil si nos hacés caso?”.
Mi manera de trabajo siempre contenía esta frase, mientras realizaba mi performance, decía estas palabras con un heroico tono en mi voz. Inconscientemente aparecía, he inconscientemente se iba.
Como si dentro mío hubiera una guerra entre dos personas totalmente opuestas y claro está, ganaba la violenta.
Solía trabajar en una tienda que vendía artículos de limpieza, el local siempre limpio, las relaciones humanas no. Me sentía cómodo en ese lugar, pero tampoco la pavada, es decir, si apareciera una propuesta un tanto más interesante, sin pensarlo partiría en retirada. Pero simplemente era un deseo utópico, nadie iba a ofrecerme trabajo entrando al local y diciéndome. “Nos interesa lo que hacés, nos gustaría tenerte en nuestro equipo”. Era un simple vendedor. Pero esta grandiosa experiencia laboral provocó en mí conocer mi vocación interna.
Todo comenzó un mediodía, el local se encontraba cerrado y yo almorzaba en el cuarto trasero del local.
Una porción de arroz con dos hamburguesas precalentadas trataban incómodamente de entrar en mi boca, mi ser deseando que alguien tocara esa puerta y por equivocación me trajera una muzzarella con roquefort, pero también una vez deseé una ferrari con una rubia y una morocha adentro y lo más cercano que vino, y sin pedirlo, fue Olga, 53 años, 5 hijos , fumadora compulsiva y obsesiva, a tal punto que una vez apareció en la puerta del local vestida con un bikini de 2 piezas con la intención de que yo le diera mi opinión sobre como le quedaba ese bikini. “Te queda bien, marca mucho tu cuerpo pero te hace una persona con un corazón enorme”. Creo que con esto zafé.
La puerta comienza a sonar, una persona parada golpeándola. Ya mi relación con esa persona comienza mal, no me gusta para nada su manera de hacer sonar la puerta, típico de esas personas que logran marcar presencia pero no por ser notablemente interesantes sino porque obligan al entorno a creer que ellos son personas interesantes. Están como en un nivel de energía más alto que el resto, no me van.
Trago mi pequeña porción del delicioso arroz blanco, me dirijo hacia la puerta.
Un hombre se encuentra esperando ansioso allí, le abro, me mira, lo miro, me mira esperando un hola ¿tal vez?, para cagarlo le digo buen día, le sirvió igual.
-Buen provecho- me dice.
Más mal me cae, ¿porque me tuviste que decir buen provecho?, si yo no te quiero decir gracias, ni tampoco entablar un diálogo contigo.
-Gracias- le digo. – Adelante, pase-le digo con mi mano extendida hacia adentro.
El hombre pasa, mira a su alrededor con sus ojos, como los de un búho. No me cae nada bien.
-Perdón si le interrumpí el almuerzo, si quiere vuelvo más tarde- me comenta.
Encima sos políticamente correcto, es obvio que no te voy a decir “volvé más tarde”, si estoy para vender, ya estoy pensando en todas las maneras de castigarte que tengo. Empezando por ponerte en volumen 89 un disco de Evanescence.
-No, señor no hay problema, nosotros siempre estamos a su servicio-mi dignidad por el suelo.
-Estoy en la búsqueda de jabón para manos con sabor a frambuesa del oeste de Egipto, ¿venden?- me pide.
¿Es joda esto? ¿Tengo cara de vender algo de este estilo?
-No vendo ese tipo de cosas-le comento.
-Ah, bien, pensé que vendían de todo-me dice.
Sí, vendemos de todo, autos, cuchillos para matar gente y escobas.
-Discúlpenos, no vendemos de todo-le digo.
-Está bien, tendré que ir a otro lugar, muchas gracias- con un tono totalmente molesto para mi persona.
El hombre se da la vuelta y comienza su retirada del local.
-Espere, ¿De casualidad conoce a alguien que arregle cañerías?-lo freno con esta gran pregunta. Nuevamente la suerte está de mi lado.
-Yo soy plomero, me puedo fijar cual es el problema- Me dice.
-Ah buenísimo-le digo.
-Pero le voy a tener que cobrar por la visita- aclara.
Listo, te ganaste todas las fichas.
Lo hago pasar al fondo del cuarto con la famosa frase del lobo de caperucita “pase por acá, es por aquí” que si mi memoria fallara y no fuera una frase del lobo, sólo quiero decirte lobo que esta frase podría haber cambiado la historia.
Lo primero que tengo que hacer es encontrar el momento exacto para desarrollar mis movimientos a la perfección.
La escoba es una opción. Los frascos de shampoo también. El hombre se agacha y comienza a mirar las cañerías. Las estudia, las toca, las prueba. Pero nada.
Al levantarse del suelo, se da vuelta y me mira, por suerte vendemos alcohol en el local, obviamente ya tengo un paño lleno de alcohol en mi mano.
En ese momento no sabía si en las películas generalmente usaban alcohol para desmayar gente, así que tenía mucho que perder. Le tomo la cabeza y le pongo el paño en la boca y nariz.
Debo haber estado intentando que se desmayara alrededor de 40 minutos y nada, evidentemente el alcohol no hace efecto.
Tomo un frasco de vidrio que se encuentra en un mostrador cercano adonde estábamos los dos peleando por nuestra libertad y se lo pongo de sombrero al hombre. Fueron como 600 toneladas del alcohol que estaba usando antes, ahora sí se desmayó, tengo la prueba perfecta para demostrar que el alcohol funciona, si lo acompañas de un frasco de vidrio a la cabeza.
Como no estaba interesado en que me llamaran “el hombre de las jarras de vidrio en la cabeza”, decido utilizar una escoba que se encuentra a escasos metros míos.
¿De que manera? Bueno básicamente el palo de la escoba tiene forma de falo por lo tanto está destinado a orificios, siempre. Se preguntarán ¿cual? Bien, si me hubiera agarrado de otro humor hubiera ido directo a la boca, pero como en desde un principio esta persona no me cayó bien y no me dejó terminar mi delicioso almuerzo, su destino era más que obvio.
Mi manera de trabajo siempre contenía esta frase, mientras realizaba mi performance, decía estas palabras con un heroico tono en mi voz. Inconscientemente aparecía, he inconscientemente se iba.
Como si dentro mío hubiera una guerra entre dos personas totalmente opuestas y claro está, ganaba la violenta.
Solía trabajar en una tienda que vendía artículos de limpieza, el local siempre limpio, las relaciones humanas no. Me sentía cómodo en ese lugar, pero tampoco la pavada, es decir, si apareciera una propuesta un tanto más interesante, sin pensarlo partiría en retirada. Pero simplemente era un deseo utópico, nadie iba a ofrecerme trabajo entrando al local y diciéndome. “Nos interesa lo que hacés, nos gustaría tenerte en nuestro equipo”. Era un simple vendedor. Pero esta grandiosa experiencia laboral provocó en mí conocer mi vocación interna.
Todo comenzó un mediodía, el local se encontraba cerrado y yo almorzaba en el cuarto trasero del local.
Una porción de arroz con dos hamburguesas precalentadas trataban incómodamente de entrar en mi boca, mi ser deseando que alguien tocara esa puerta y por equivocación me trajera una muzzarella con roquefort, pero también una vez deseé una ferrari con una rubia y una morocha adentro y lo más cercano que vino, y sin pedirlo, fue Olga, 53 años, 5 hijos , fumadora compulsiva y obsesiva, a tal punto que una vez apareció en la puerta del local vestida con un bikini de 2 piezas con la intención de que yo le diera mi opinión sobre como le quedaba ese bikini. “Te queda bien, marca mucho tu cuerpo pero te hace una persona con un corazón enorme”. Creo que con esto zafé.
La puerta comienza a sonar, una persona parada golpeándola. Ya mi relación con esa persona comienza mal, no me gusta para nada su manera de hacer sonar la puerta, típico de esas personas que logran marcar presencia pero no por ser notablemente interesantes sino porque obligan al entorno a creer que ellos son personas interesantes. Están como en un nivel de energía más alto que el resto, no me van.
Trago mi pequeña porción del delicioso arroz blanco, me dirijo hacia la puerta.
Un hombre se encuentra esperando ansioso allí, le abro, me mira, lo miro, me mira esperando un hola ¿tal vez?, para cagarlo le digo buen día, le sirvió igual.
-Buen provecho- me dice.
Más mal me cae, ¿porque me tuviste que decir buen provecho?, si yo no te quiero decir gracias, ni tampoco entablar un diálogo contigo.
-Gracias- le digo. – Adelante, pase-le digo con mi mano extendida hacia adentro.
El hombre pasa, mira a su alrededor con sus ojos, como los de un búho. No me cae nada bien.
-Perdón si le interrumpí el almuerzo, si quiere vuelvo más tarde- me comenta.
Encima sos políticamente correcto, es obvio que no te voy a decir “volvé más tarde”, si estoy para vender, ya estoy pensando en todas las maneras de castigarte que tengo. Empezando por ponerte en volumen 89 un disco de Evanescence.
-No, señor no hay problema, nosotros siempre estamos a su servicio-mi dignidad por el suelo.
-Estoy en la búsqueda de jabón para manos con sabor a frambuesa del oeste de Egipto, ¿venden?- me pide.
¿Es joda esto? ¿Tengo cara de vender algo de este estilo?
-No vendo ese tipo de cosas-le comento.
-Ah, bien, pensé que vendían de todo-me dice.
Sí, vendemos de todo, autos, cuchillos para matar gente y escobas.
-Discúlpenos, no vendemos de todo-le digo.
-Está bien, tendré que ir a otro lugar, muchas gracias- con un tono totalmente molesto para mi persona.
El hombre se da la vuelta y comienza su retirada del local.
-Espere, ¿De casualidad conoce a alguien que arregle cañerías?-lo freno con esta gran pregunta. Nuevamente la suerte está de mi lado.
-Yo soy plomero, me puedo fijar cual es el problema- Me dice.
-Ah buenísimo-le digo.
-Pero le voy a tener que cobrar por la visita- aclara.
Listo, te ganaste todas las fichas.
Lo hago pasar al fondo del cuarto con la famosa frase del lobo de caperucita “pase por acá, es por aquí” que si mi memoria fallara y no fuera una frase del lobo, sólo quiero decirte lobo que esta frase podría haber cambiado la historia.
Lo primero que tengo que hacer es encontrar el momento exacto para desarrollar mis movimientos a la perfección.
La escoba es una opción. Los frascos de shampoo también. El hombre se agacha y comienza a mirar las cañerías. Las estudia, las toca, las prueba. Pero nada.
Al levantarse del suelo, se da vuelta y me mira, por suerte vendemos alcohol en el local, obviamente ya tengo un paño lleno de alcohol en mi mano.
En ese momento no sabía si en las películas generalmente usaban alcohol para desmayar gente, así que tenía mucho que perder. Le tomo la cabeza y le pongo el paño en la boca y nariz.
Debo haber estado intentando que se desmayara alrededor de 40 minutos y nada, evidentemente el alcohol no hace efecto.
Tomo un frasco de vidrio que se encuentra en un mostrador cercano adonde estábamos los dos peleando por nuestra libertad y se lo pongo de sombrero al hombre. Fueron como 600 toneladas del alcohol que estaba usando antes, ahora sí se desmayó, tengo la prueba perfecta para demostrar que el alcohol funciona, si lo acompañas de un frasco de vidrio a la cabeza.
Como no estaba interesado en que me llamaran “el hombre de las jarras de vidrio en la cabeza”, decido utilizar una escoba que se encuentra a escasos metros míos.
¿De que manera? Bueno básicamente el palo de la escoba tiene forma de falo por lo tanto está destinado a orificios, siempre. Se preguntarán ¿cual? Bien, si me hubiera agarrado de otro humor hubiera ido directo a la boca, pero como en desde un principio esta persona no me cayó bien y no me dejó terminar mi delicioso almuerzo, su destino era más que obvio.
Almuerzo+Escoba+Hombre que no me cae bien= Pérdida de dignidad, dejo que la imaginación vuele.
Este cuerpo no iba a quedar en el local, decido tirarlo por unos bosques a unos 1000 kilómetros del lugar donde vivo. Todavía no me han llamado.
Y bueno, este es mi inicio en la lucha por el bien de las personas y del pueblo, soy un superhéroe del pueblo.
(Más tarde me enteré, que este hombre golpeaba a toda su familia, llegando a niveles insospechados de violencia. Luego de su desaparición, su mujer conoció a un hombre, una persona de bien que durante un tiempo trabajó en una tienda de venta de artículos de limpieza. Ahora son más felices que nunca, se huele solamente paz y amor en esta casa)
Para ir terminando mi presentación, ya que apareceré más adelante, contándole mis hazañas quiero dejarles otra pequeña historia, un tanto más resumida pero que tiene un aprendizaje muy importante para entender la vida.
Este hecho me ocurrió hace ya algunos años, en un domingo normal, mi día libre.
Me dispongo a ir a ver una película al cine. Haciendo la fila para poder entrar, una persona recién llegada se dirige directamente hacia la puerta como si conociera a las personas y entra como si nada. Rápidamente me dirijo hacia la puerta para saber que ha pasado, el porqué esa persona no hizo la cola como el resto. El hombre me contesta que él pasa porque él quiere que sea así. No me gustó su manera de hablarme y no me cayó bien que ese hombre entrara sin hacer la cola, no es justo. Una persona que se encuentra haciendo la fila me grita que no moleste más y que vuelva a la fila. Tres.
Espero en mi lugar sabiendo que la venganza se está acercando. Por suerte siempre llevo escobas de más. Al primero que pongo en mi mira, es al hombre de la fila, en un momento se sale de la fila para ir al baño. Lo sigo y aplico mi sistema de venganza, esta vez sin alcohol ni jarros de vidrios en cabezas. Solamente palos de escoba, sería como una especie de operación sin anestesia. Duele pero es efectivo. Mi primer trabajo hecho. Tranco uno de los baños y dejo el cuerpo dentro.
(Luego me enteré que este señor de 66 años era una traficante de pornografía de menores, haciendo fortunas en base a este negocio, vendiendo a sus hijas y obligándolas a hacer estas prácticas sin su consentimiento)
Vuelvo a la fila, me permiten entrar a la sala. Comenzada la película me levanto y salgo de la sala, hacia mi nueva víctima: “El cortador de boletos”.
Para mi suerte este hombre sufre de esfínter incontrolado, esto es cada cinco minutos, baño.
Nuevamente al baño, lo sigo y una vez dentro del baño aplico mi sistema sin anestesia nuevamente. Lo guardo en el baño junto a mi otro enemigo, este último con la cabeza dentro del water, formando la posición 69 con el otro. Me limpio las manos ya que debido a su esfínter punk me salpico de orina en los brazos.
(Un primo de mi primo me contó que este hombre es un asesino en serie de personas y utiliza para matar a sus víctimas, litros de jabón de tocador, se los hace tragar hasta que se mueren de intoxicación. Un asesino limpio)
Mi último enemigo se encuentra dentro de la sala, tengo que esperar a que salga y encontrar así el momento justo para terminar mi trabajo. Al cabo de un rato el hombre sale, lo sigo a través de las calles de la ciudad. Llego a una calle totalmente vacía y desolada, aplico mi sistema sin anestesia, éste grita demasiado, trato de hacerlo rápido para no despertar a la población. Logro mi cometido, tiro el cuerpo en un contenedor verde y salgo corriendo lo más rápido posible.
(Luego me entero que este hombre pensaba asesinarme debido a que no le caía bien, mi muerte no era para nada placentera. Es más, diría que innecesaria, usá un arma no una máquina de carnicería en donde se pueda cortar las extremidades. Esto es el lejano oeste, cerrás los ojos y te llega tu balazo a la frente)
¿Conclusión? Si es que la hay, llevá siempre muchas escobas porque siempre hay un pelotudo hijo de puta que te caga las salidas.
Este cuerpo no iba a quedar en el local, decido tirarlo por unos bosques a unos 1000 kilómetros del lugar donde vivo. Todavía no me han llamado.
Y bueno, este es mi inicio en la lucha por el bien de las personas y del pueblo, soy un superhéroe del pueblo.
(Más tarde me enteré, que este hombre golpeaba a toda su familia, llegando a niveles insospechados de violencia. Luego de su desaparición, su mujer conoció a un hombre, una persona de bien que durante un tiempo trabajó en una tienda de venta de artículos de limpieza. Ahora son más felices que nunca, se huele solamente paz y amor en esta casa)
Para ir terminando mi presentación, ya que apareceré más adelante, contándole mis hazañas quiero dejarles otra pequeña historia, un tanto más resumida pero que tiene un aprendizaje muy importante para entender la vida.
Este hecho me ocurrió hace ya algunos años, en un domingo normal, mi día libre.
Me dispongo a ir a ver una película al cine. Haciendo la fila para poder entrar, una persona recién llegada se dirige directamente hacia la puerta como si conociera a las personas y entra como si nada. Rápidamente me dirijo hacia la puerta para saber que ha pasado, el porqué esa persona no hizo la cola como el resto. El hombre me contesta que él pasa porque él quiere que sea así. No me gustó su manera de hablarme y no me cayó bien que ese hombre entrara sin hacer la cola, no es justo. Una persona que se encuentra haciendo la fila me grita que no moleste más y que vuelva a la fila. Tres.
Espero en mi lugar sabiendo que la venganza se está acercando. Por suerte siempre llevo escobas de más. Al primero que pongo en mi mira, es al hombre de la fila, en un momento se sale de la fila para ir al baño. Lo sigo y aplico mi sistema de venganza, esta vez sin alcohol ni jarros de vidrios en cabezas. Solamente palos de escoba, sería como una especie de operación sin anestesia. Duele pero es efectivo. Mi primer trabajo hecho. Tranco uno de los baños y dejo el cuerpo dentro.
(Luego me enteré que este señor de 66 años era una traficante de pornografía de menores, haciendo fortunas en base a este negocio, vendiendo a sus hijas y obligándolas a hacer estas prácticas sin su consentimiento)
Vuelvo a la fila, me permiten entrar a la sala. Comenzada la película me levanto y salgo de la sala, hacia mi nueva víctima: “El cortador de boletos”.
Para mi suerte este hombre sufre de esfínter incontrolado, esto es cada cinco minutos, baño.
Nuevamente al baño, lo sigo y una vez dentro del baño aplico mi sistema sin anestesia nuevamente. Lo guardo en el baño junto a mi otro enemigo, este último con la cabeza dentro del water, formando la posición 69 con el otro. Me limpio las manos ya que debido a su esfínter punk me salpico de orina en los brazos.
(Un primo de mi primo me contó que este hombre es un asesino en serie de personas y utiliza para matar a sus víctimas, litros de jabón de tocador, se los hace tragar hasta que se mueren de intoxicación. Un asesino limpio)
Mi último enemigo se encuentra dentro de la sala, tengo que esperar a que salga y encontrar así el momento justo para terminar mi trabajo. Al cabo de un rato el hombre sale, lo sigo a través de las calles de la ciudad. Llego a una calle totalmente vacía y desolada, aplico mi sistema sin anestesia, éste grita demasiado, trato de hacerlo rápido para no despertar a la población. Logro mi cometido, tiro el cuerpo en un contenedor verde y salgo corriendo lo más rápido posible.
(Luego me entero que este hombre pensaba asesinarme debido a que no le caía bien, mi muerte no era para nada placentera. Es más, diría que innecesaria, usá un arma no una máquina de carnicería en donde se pueda cortar las extremidades. Esto es el lejano oeste, cerrás los ojos y te llega tu balazo a la frente)
¿Conclusión? Si es que la hay, llevá siempre muchas escobas porque siempre hay un pelotudo hijo de puta que te caga las salidas.
El Bigote Castro
siga así compadre y pronto se ganará el lugar que le corresponde en el corazoncito de Augusto!
ResponderEliminaresta bueno bigote
ResponderEliminarsalud
me gustan las cosas que haces, tenes ideas originales y me gusta eso de colgarte tanto con palabras o ideas que te llevan a otras y esas a otras.
ResponderEliminarno se en este caso si las letras en rojo agregan tanto al relato.
bueno vamo arriba y espero verlo por acá de nuevo en algun tiempo
Gracias por todos los comentarios. Con respecto a las frases en rojo pretendí reafirmar su lado justiciero para los que piensan mal. Es un dilema, no se sabe si es un psicópata o un justiciero...Saludos!!
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