domingo, 7 de abril de 2013

Inviernos muertos


I

Entonces va el ómnibus en la oscuridad de la noche por la ruta vacía, las luces le van abriendo camino y las estrellas, todas ellas, lo rodean hasta donde le permite el horizonte.
La última ventanilla de la derecha va dejando un destello de luz en el desierto y modificando alguna parte del universo en su paso.
A través del vidrio se puede ver a un tipo sentado, la espalda recta, lleva un cuaderno de tapa azul y dura, una lapicera en la mano derecha de cuerpo rojo y punta de metal que en algún momento le regalo su padre.
La agita sobre el papel desparramando  algunos versos.
Ese tipo soy yo.
Se aleja, el camino lo lleva lejos, su cabeza se aferra  y empeña en volver con ella.
Siempre con ella.
Se despega del papel y del mundo que sobre él ha creado.
Se entretiene en su propio reflejo en la ventanilla, se esfuerza pero no logra ver también  reflejado  su rostro, el de ella.
Le produce una extraña sensación la imagen esfumada entre el vidrio y la noche, siente casi la necesidad de juzgarse,  su rostro se dibuja  con el mundo que se proyecta a cada paso.
La analiza, sostiene la mirada a sí mismo, logra ver más allá, la tierra roja que se abre paso a los costados,  las montañas de colores que se elevan hasta las nubes, que ahora tapan el cielo por completo y que empieza a gotear de a poco, como si estuviese roto.
La tierra se moja lento.
El tiempo avanza, la lluvia también que se desparrama, ahora sí, toda, chorreando por el fino cristal de la última ventanilla de la derecha, bajando por la frente del reflejo de ese tipo que soy yo, atraviesa los ojos y se desliza como lagrimas por el rostro.
El olor de la tierra mojada se filtra, el cristal que con el agua constante pareciera perder esa consistencia firme y ser agua también, las gotas que deslizan por el rostro de ese tipo, que soy yo, llevándose una parte y volcándola en la ruta.
Todo se mezcla y lo trasportan directo a los inviernos que se fueron y que se la llevaron, a reflexionar sobre el tiempo.
Siente la sensación en el pecho, la incomodidad en el estomago y la seguridad de lo que está pasando en las piernas.
Sensación conocida, detecta los síntomas, aparece la voz que sabia no tardaría en aparecer y con ella las ideas, conocidas también.
Las retiene, las investiga, sabe que tomarlas lo pueden herir.
Pero decide hacerlo porque al menos así estará con ella.
Comprende que este viaje en ómnibus en la noche será peligroso, desequilibrante, como todos.

II

La mañana había llegado fría de sobremanera, ella con los ojos todavía cerrados me buscaba entre las sabanas (como amaba verla despertar un día mas) siguiendo el rastro de calor de mi cuerpo.
Acostado boca arriba y con los ojos puestos en ella la veía moverse despacito hasta que me sentía.
Entonces me pasaba el brazo por sobre el pecho una pierna sobre las mías y se acurrucaba en mi cuello.
Movía la cabeza dos o tres veces, hacia arriba y abajo, como moldeando el lugar, rozándome la piel con la naricita fría.
A mí me era imposible no querer besarla, así que esperaba que volviera a perderse entre sueños, la giraba intentando no  traerla a este lugar porque sabía que donde estaba al fin era mucho mejor.
No necesitaba tomar demasiado cuidado, casi nunca despertaba, primero porque estábamos acostumbrados a bailar juntos en la noche, a recorrer la cama de a dos, bastaba apenas con presionar alguna parte hacia alguno de los lados para que esta se deslizara acompañando el movimiento.
Segundo porque los cuerpos se conocían, se percibían los unos a los otros sin demasiada conciencia, entendían que no era necesario despertar, solamente dejarse llevar.
Ahora quien abrazaba era yo, la besaba despacito pero con besos largos que demoraban en desprenderse.
Uno, dos, tres y cuatro.
Después bajaba recorriéndola a besos hasta el cuello.
Cuando no me quedaba lugar donde besarla volvía a abrazarla con los labios calientes y su gusto en mi boca, unidos le hacíamos batalla a la mañana que había llegado fría de sobre manera.

III

La luz atravesaba las nubes grises y gordas, entraba recta desde afuera, casi paralela al piso, con un color blanco que alumbra distinto.
El reloj, obsesión de los dos en nuestros últimos días, giraba sin demasiado protagonismo.
Nos sentábamos uno frente al otro  en la mesa redonda con tazas de café,  tostadas calientes y manteca que se derretía en ellas.
El viento amenazaba desde afuera, quería ocupar su porción en nuestra mañana, así que me llevaba hasta el ventanal y este afuera a través del vidrio.
El esqueleto de los arboles típico de otoño, de un potente color negro por la lluvia, intimidaban aun mas que el mismo viento y convencerían a cualquiera de que esta mañana existía para verla desde la comodidad del hogar.
Entonces giraba y la volvía a ver deslizando el cuchillo sobre el pan tan indefensa entre mis ropas que la cubrían toda, el pelo suelto le caía por todos lados, como la lluvia afuera.

IV

Ese tipo, que soy yo, mastica los recuerdos, los aprieta entre los dientes.
Sabe que es tarde para volver, que no podrá regresar a la lapicera de cuerpo rojo y al mundo que espera en el papel.
La luz puntual enfoca la hoja en blanco desde arriba, como esperando algo, el ómnibus avanza, se lo lleva solamente como un cuerpo pesado, hundido en el asiento.
Quiere dormir, apagarse.
Las ideas se escaparon y ahora cabalgan solas.
Rompen el lugar, destrozan la armonía donde ellas mismas tendrán que vivir, le hablan al oído.
Toma el celular, la pantalla le ilumina la cara, le hace doler los ojos, con esfuerzo enfoca la hora, 3:00 de la madrugada del jueves.
No puede despertarla, para decirle que cosa?
Lo que desea es llamar al pasado, arrancarla de los sueños para traerla a este lugar junto a él sería demasiado injusto porque al fin donde esta ella es donde el querría estar y sabe que es mucho mejor. 



                                                                                                                     Nano

13 comentarios:

  1. Norteñamente bella la descripción del paisaje Nano. Muy buena la construcción de "ese tipo" a través del viaje. Interesante lunes

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  2. que linda sorpresa encontrar este texto
    me gusto nano, lo voy a voler a leer, te felicito por tu regreso

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    1. Gracias tito. jaja Sorpresa? es verdad que estoy volviendo al toman pero tan frenada estaba la cosa che ? vamo arriba el juveves!

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  3. Aplausen aplausen no sean brutos!!!
    que bien hermano!
    es duro y delicado

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    1. Gracias naza. Me entere que vamos a tenerte mas seguido por aca o al menos eso esperamos todos.

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  4. que bueno nano me gusto mucho.

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    1. Espero que no lo digas porque sos mi hermana :)

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  5. Dedicate a esto Nano! Dejate de números.

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    1. jaja. Gracias vale eso dice que te gusto entonces.

      P/D que bueno seria que el toman algún día vea un peso y mira que somos re baratos

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    2. jaja. yo estoy dispuesto a llamarnos Mc toman igual. A que aparezca una imagen de ronald al costado de cada texto. Aprovecho este espacio para decir que si alguien sabe de alguien que quiera invertir en publicidad esta es su oportunidad. Un espacio con 1000 visitas diarias.

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    3. Hay que moverse, pero antes de eso, escribir. jaja vamo el toman bo!

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