viernes, 28 de marzo de 2014

Charlas I (fragmento)

Alberto, necesito que me hagas un favor.
Perdonáme pero no puedo; estoy al palo.
Enserio Alberto, es importante, necesito que me ayudes con algo.
¿Cómo te lo tengo que decir? Estoy al palo, no puedo.
Yo entiendo que estés ocupado, pero necesito que me des una manito con algo. Y tiene que ser medio que ahora.
A ver, te lo digo por última vez: no es que no quiera, es que no puedo. No tengo tiempo para nada.
No seas malo Alberto, por lo menos dejáme que te cuente de que se trata, así te das cuenta de que es importante y te dejás de hacer el ocupado.
No quiero saber nada. Sólo quiero terminar de comer e irme a la mierda, así que no me rompas más las pelotas.
Te das cuenta que me estás dejando tirado cuando más te necesito ¿No?
¿De que estás hablando? ¿Dejar tirado? ¿No entendés que tus necesidades coinciden con mi falta de tiempo?
Alberto no vas a necesitar mucho tiempo. Además es importante, de verdad, dejáme que te cuente.
¡No, no, no y mil veces no! No quiero que me cuentes.
¿Porque no?
Estás infumable.
Al menos explicáme porque no podés, aunque sea, escuchar lo que tengo para pedirte.
Muy simple: si te dejo que me cuentes, tengo que asumir que conocía lo que necesitabas. Y como no puedo hacerte ningún favor, no importa cual sea, da lo mismo si lo se o no. En el caso que yo supiera de qué se trata, por esas cosas estúpidas del cerebro humano, puedo llegar a sentir cierta culpa y sería al pedo, porque en realidad no tengo tiempo de hacerte ningún favor.
Es muy egoísta lo que decís, al menos podrías dejar que te cuente de que se trata. Y después vos decidís si tus cosas son más importantes las mías.
No me labures. ¿Porque no le pedís a Santi? El está al pedo, seguro que te puede ayudar.
Santi no me puede ayudar.
¿Por?
Porque lo que necesito es que vos...
¡No! ¡Pará! Casi me haces pisar el palito, no me cuentes nada, no quiero saber.
No lo puedo creer, siempre te consideré un tipo generoso, un Ser de luz.
¡Ah bueno! ¿Ser de luz? ¿Qué te pasa? ¿Estás drogado?
Ojala estuviera drogado, pero no, estoy más lúcido que nunca y puedo ver como me equivoqué al pensar que siempre iba a poder contar con tu ayuda.
No te hagas el perro puto y dejá de sicologiarme porque me voy a terminar calentado de verdad y ahí vas a necesitar dos favores; el que necesitabas antes y una bolsa de hielo para ponerte en la geta.
Alberto, estás muy mal. El individualismo te tiene enceguecido, no estás viendo con claridad como son las cosas.
¿Y esto? Te haces el monje budista ahora. En serio, decime, ¿qué fumaste?
El error es mío. Mi “yo superior” me hizo saber que vos no ibas a ayudarme y, sin embargo, yo insistí. Tenía confianza en tu luz, pero ahora veo que me equivoqué.
¿Metiste una tripa mañanera? ¿Le compraste al gordo alguna golosina?
¿De que hablás Alberto?
Mirá, lo mejor va a ser que te des una ducha y te acuestes hasta que se te pase. Enserio, hacéme caso. Yo te banco, pero si le vas con esto a otra persona te van a terminar cagando a trompadas.


Miguel Sanecasse

2 comentarios:

  1. no lo lei aun pero este autor me gusta !

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  2. miguel! que bueno tenerte en el toman, muy buena la charla, esperamos el siguiente fragmento

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