Salí de allí y caminé para allá,
cualquier cosa menos segura, mis pasos hicieron el camino. En la
plaza que hay justo antes de llegar me detuve, ojeé un libro, ojeé
a mí alrededor. pensé en acercarme a tres amigas que le reían al
sol. Mi pensamiento nunca fue más que eso. Casi a mi lado había un
hombre vestido con un solemne traje negro, parecía zumbido en algún
pensar. Un poco más lejos había un anciano que le oraba algún Alá
o Zeus, nunca lo supe. Miré el sol y enseguida supe que era mas
tarde que la hora que habíamos pactado el encuentro. Volvieron mis
pasos al camino aprendido pero lento, cada vez más lentos y todos
ellos y todas ellas cada vez más rápido pasaban a mi lado. Me
pechaban sin disculpas y no me molestaba. Entré a un kiosco cuando
casi llegaba, esperé que la cola se diluyera y fuera mi turno para
irme. Doblé la esquina y ya tenía la enorme puerta delante de mis
ojos. La miré intrigada una y otra vez, después me detuve en el
timbre. Y mi mano sin orden alguna lo tocó.
g.
Muy bueno! Me gustó mucho
ResponderEliminargenial g, me gusta mucho tu texto, espero seguír leyendo de usted por acá
ResponderEliminarsalud!