Nunca me
gustó pensar que eran sólo eso, agua que viene y va sin dejar más que el
contorno de su húmedo esqueleto en la arena ya empapada.
Parece
que fuera su técnica, atraer millones de miradas que simplemente se pierden en
esa gran masa densa, tratando de abarcarlo todo en un sólo instante. Pero que
siempre terminan clavadas, allá, en la horizontal mas nítida que puede existir.
Allá. Donde nace el mar.
Pero fue
un día que me di cuenta, que esa inmensidad era tan sólo el telón rojo en el
instante previo a comenzar la obra. Y pude ver.
Ver.
Como cada
movimiento oscilatorio era perfectamente único, era imposible encontrar uno igual a otro en aquella grandiosidad. Cada
ola, cada una, única, hasta donde los ojos te permiten ver, única.
Son como
las personas, pensé.
Cada una
dueña de su lugar, en alguna parte de esa majestuosa extensión, que en un
momento, decidida, elije su mejor lugar para dar su show, y morir, al final.
Me gusta
pensar que existen por millones de años planeando ese momento, y cuando sienten
que llega el día, se arrastran decididas a una tierra lejana, y mediante un
acto mágico se despiden. Mueren.
Están las
que vigorosamente se levantan, mostrando toda su belleza ante un público
atento, se mantienen en alto los segundos necesarios para vestirse de los
reflejos más brillantes y caen, provocando un estruendo, atrapando todas las
miradas, descargando toda su energía en aquella costa, que ansiosa, espera su
final.
Están las
que tímidas, simplemente atraviesan miles de kilómetros totalmente desapercibidas,
y llegan, con un mismo movimiento oscilatorio para esconderse silenciosamente
en la arena, dejando colgados pequeños rastros de su escasa espuma, que,
quieta, parece no querer desaparecer jamás.
Están las
que se organizan para compartir su momento, como si no quisieran llegar nunca,
bailan sin coordinación, chocándose las unas con las otras al compás de una
música que pareciera no tener fin, se cubren de blanco y azul intenso y ahí se
quedan.
Están las
altas, las imperfectas, las reales, las alegres, las enamoradas.
Están.
Nunca me
gustó pensar que eran sólo eso, agua que viene y va sin dejar más que el
contorno de su húmedo esqueleto en la arena ya empapada.
Anonima
Anonima
es re lindo este texto, esta bien escrito y llega, me emociono pila.
ResponderEliminarun placer tener más gente dejando sus plumas por el toman, bienvenida, esperemos leer más
beso
Hermoso. Simplemente hermoso. Me hizo pensar en una canción que dice "del agua venimos y al mar volveremos". Gracias!
ResponderEliminarOtra anónima.
Muy lindo, coincido con tito; mucho brillo, resplandor y oscuridad, paz y bullicio, música y silencio... Cuando vuelva a ver una ola, miles, voy a recordar este texto.
ResponderEliminarToman no pares de aletear, jamás
Me hizo acordar a algo que leí por ahí de un señor que, dicen, supo tener en este mismo blog un espacio.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir esto con nosotros.
estas errado, anonima es debutante, tiempo al tiempo young padawan
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