domingo, 17 de febrero de 2013

Intermitencias


 Es increíble el miedo que sentimos a la oscuridad. Pienso que es un miedo distinto al que sentimos a morir de un cáncer, a perder un examen, a que alguien cercano nos abandone. Es un miedo por fuera de la razón.
 Sentado en algún lugar de la noche intento comprender ese miedo, dominarlo. Hago un esfuerzo por quedarme en donde estoy y no volver a la casa que está a unos metros. Me gusta en donde estoy y por eso quiero quedarme. Con un poco de suerte, pienso, mañana voy a poder escribir sobre esto.
 Miro hacia el cielo. Arriba de mi cabeza la noche está estrellada. Con mi mano apunto al cielo: mi cigarrillo encendido es la más brillante de todas.
 A mi alrededor la oscuridad lo envuelve todo, la realidad tiene un sola forma de la que mi cuerpo forma parte. Es como si cuerpo no me perteneciera, como si una parte de mi existencia estuviera puesta en duda o en jaque. A cada pitada profunda rescato una parte para después volverla a perder en la oscuridad. En este momento soy más que nada el pensamiento ciego divagando por el espacio que me rodea: entre los cerros, por entre los árboles. El mar y la curva líquida del horizonte.

 Mientras tanto el mundo sigue girando. A veces me gustaría pegar mi oído a la tierra. A veces siento como flotamos en el universo y me gustaría abrazarme a la tierra como un naufrago a los restos de un barco. Pero no lo hago. Ni siquiera ahora cuando es imposible que alguien me vea. Cuando parece improbable siquiera que alguien exista.
 Esas son las cosas que pensamos cuando estamos solos. Como ahora que escucho el aullido de los grillos y de los perros, el sonido del viento pasando por entre las ramas y encuentro en todos el mismo ímpetu alucinado, obsesivo, la misma voluntad abandonada, y pienso que por mi existen, para mi existen todos los sonidos del mundo.
 Es entonces cuando entendemos que el silencio es una imposibilidad y la Nada es un consuelo.

 Cuando termino tiro el cigarrillo. Lo miro hasta que se consume y la luz del cigarrillo se apaga y vuelve a la oscuridad. Decido que ya es hora de entrar y antes pienso en lo parecido que estar a lo oscuro es a la soledad.
 Me sueno los dedos y por un momento regreso a mi cuerpo. Intermitencias.    Yo también soy un sonido surgiendo de algún lugar de la noche.

                                                                                   Seoane

8 comentarios:

  1. Un disparate hermano! te abrazo el corazon!

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  2. Como ya te dije ayer me gusta bastante leer textos de los pibes del toman en general cuando siento que yo pase por los mismos lugares y no vi lo que ellos vieron. en este caso capaz no es tan asi porque noche y estrellas siempre invitan a filosofar un poco. pero me parece que esta bien contado
    por un momento me quede con ganas de que fiera mas largo como que cuando entre en clima termino
    por otro lado esta bien también que te fueras para adentro de la casa porque capaz no te precisábamos mas, lo importante de todo quedo ahí.

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  3. Me gustò mucho y la conclusiòn que aparece me sonò tal cuàl.(el silencio es una imposibilidad y la nada un consuelo).me hace pensar en la adrenalina de esos momentos , el hecho de pensar en escribirlo. A veces esos momentos se desvanecen a la hora de plasmarse, pero me parece que quedò bien señalado y descrita la situaciòn . las sensaciones que producen la ausencia de luz e imàgenes y los sonidos de la noche entrando en nuestra mente , estando en soledad y mezclados con los pensamientos. buen tìtulo!

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  4. me re gusto, me gustan estos textos reflexivos, introspectivos, sigua así cumple, vamo arriba

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  5. fa está buenísimo, buenísimo, me recontra encantó.

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  6. Impresionante, comparto.
    "En este momento soy más que nada el pensamiento ciego divagando por el espacio que me rodea..." Genial, genial!

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  7. muy bueno, muy bueno. asi tal cual,seo. buenas frases, y re bien transmitidas las sensaciones.
    así que parafraseando a nazareno cruz y al lobo..un disparate hermano! ceci.

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  8. Escribís con música. Me encanta leerte. Gracias a vos.

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