Salió corriendo del lugar en el momento
preciso. Nunca pensó que le podía pasar a ella, y menos en un estado de
completa ebriedad. Cuando pasó por delante de la seccional creyó que lo mejor
sería contar a los oficiales lo que estaba pasando, pero luego entendió que
poco podían hacer ahora que ya habían pasado al menos unos treinta minutos
desde que había salido de ese horrible lugar.
No sabía a donde ir, a quien llamar, ni
siquiera sabía si tendría el valor suficiente para alertar a alguien de lo que
acababa de pasar.
El miedo la inundó por completo, hasta dejarla
en blanco, como en un estado de trance del que sabía no iba a salir muy
fácilmente.
Después de caminar largo rato, entró a un
quiosco con intenciones de comprar algo de tomar, las personas del lugar se
percataban de su nerviosismo, pero nadie preguntó nada. Se acercó a una de las
heladeras mirando hacia los lados, perseguida, indecisa. Pensó en el agua como
una opción, pero no bastaba, necesitaba un trago. Tomó una botella de vino y pagó
sin decir palabra. Salió e inmediatamente abrió la botella para tomar un trago.
Se sentó en el cordón de la vereda, eligió un lugar retirado de todos y todo.
Entró en razón cuando llegó a la mitad de la botella y ahí con la cabeza sobre
sus rodillas trató de reconstruir lo que había pasado. Con mucha dificultad los
recuerdos empezaron a caer a cuenta gotas y el esfuerzo por recordar surtía
algo de efecto.
Confusas las imágenes caían en su cabeza y de
atrás para adelante reconstruyó toda la historia.
Había salido de la casa de su madre a las
23:00 pm, con intenciones de pasar un buen rato con amigas.
Después de algunas cervezas prefirieron
moverse hacia el boliche que había sido desde siempre el predilecto en esas
noches en las que solo cuenta divertirse. Todo venía bien, hasta que entró el
que había sido el gran amor de su vida, y con quien las cosas no habían
terminado del todo bien. Él también estaba con sus amigos y al pasar por
delante solo cruzaron mirada, una de esas intensas que dicen mucho más que las
mismas palabras.
Luego de varios tragos, ya con la sonrisa
totalmente desdibujada, un estúpido impulso la arrastró al lado de uno de los
chicos de la barra. Lo conocía pero no tanto como para entablar una
conversación, de hecho no tenían nada en común más que el lugar de encuentro.
Después de unos minutos de una charla sin sentido y de la que ella nada podía
sacar de bueno, se acercó a la mesa donde estaban sus amigas catalogándolo como
un perfecto imbécil pero atractivo – a ellas les encantaba burlarse de los
hombres, era su gran diversión.
Volvió a la barra y él le invitó el último
trago antes de irse aun lugar más “tranquilo”. Antes de llegado el momento de
partir saludó a quienes se encontraban sentados en la que había sido su mesa, y
volvió la mirada hacia la barra donde estaba su gran amor. Ahí lo vio, como
estaqueado, duro, sin expresión, pero clavándole los ojos y con eso bastaba.
Cada momento era evaluado con tal nivel de
conformismo que parecía un total absurdo por donde se lo mire, y aunque era
consciente de eso continuaba con el juego.
La noche no le había prometido tanta acción,
pero igualmente se subió a ese auto, y sin evaluar mucho la situación y
prefirió dejarlo a la suerte.
Cuando llegaron a su casa noto un cambio en la
forma de dirigirse a ella, se había vuelto algo autoritario e irrespetuoso a
tal punto que un insulto detonó lo que sería el trágico fin de esa noche.
Con la botella aún cargada lo noqueó y el cayó
tendido en la alfombra. Trató de despertarlo pero fue en vano. No entendía bien
lo que acababa de hacer pero ya era un hecho y recordó lo que alguna vez
prometió junto a sus tres mejores amigas, que nunca dejaría que un hombre se
sobrepasara por el solo hecho de creerse más poderoso.
Estaba allí paralizada, no pudo hacer ni siquiera
una sola llamada para tratar de que no pasara lo peor y se dio cuenta de que
entonces había llegado la hora de partir.
No quedaba nada más para hacer más que tratar
de olvidad ese horrible momento.
Tal vez contarlo de ésta manera calmó en parte
la angustia y el pesar de conciencia, aunque hasta hoy lo sigo viendo cada vez
que voy a ese lugar, donde todo empezó como una noche más.
En fin, un imbécil menos.
Cumbio.
Me pone nervioso esto, es demasiado bueno botija me metiste toda la presión para publicar algo decente el próximo Miércoles y no perder mi lugar.
ResponderEliminarÉste es tu lugar y bien ganado lo tenes, a mi desde luego me queda muy grande.
EliminarComo se mueve la producción del toman da gusto che.
ResponderEliminarBienvenida cumbio entretenido relato pero resuelto demasiado rapido para mi gusto.
Vamo arriba y vuelva pronto
no entendí muy bien el final pero esta muy bueno, me re gusto doña cumbio
ResponderEliminarsaludd
Coincido con tito en lo del final. Me fue atrapando de a poco hasta que me di cuenta de que me gustó.
ResponderEliminarAlgunos hombres creen que pueden llevar a la cama a cualquier mujer, pero no se dan cuenta que la decisión la toman ellas.
Bienvenida/o al toman, pronto regreso!