martes, 21 de agosto de 2012

Apología del Tilde. Parte 1.

¿donde quedaron los tildes?
 Félix se levantó temprano a la mañana. Preparó su mate y se largó a la calle. Afuera, por sobre un manto de hojas de otoño, saboreó el mate sin mucho entusiasmo. Pasó por un kiosco y compró caramelos de “mburucuya”, así los pronunció él y el atento quiosquero lo corrigió “mburucu-yá”, cosa que le extrañó pero no le hizo perder el paso.
 Llegó temprano al teatro, ninguno de sus compañeros estaba todavía allí, así que se dispuso a repasar el texto. Daba vueltas sobre el escenario enunciando las líneas de su personaje. Pero algo le resultaba raro. Todas sonaban igual. El personaje que hasta ayer estaba vivo, ahora había perdido toda su vitalidad, de su boca salían únicamente vocablos insulsos. Sus palabras habían perdido fuerza. ¿Qué le pasaba a Félix? Él mismo se sentía extraño, el texto que antes le parecía una genialidad, ahora se presentaba como una bazofia insufrible. Por más esfuerzo que hiciera, el texto siempre sonaba igual, desprovisto de gracia, de energía, algo estaba faltando, no sabía qué. Entró a desesperarse, detrás del telón, se encontraba Marta, la limpiadora, barriendo y desempolvando las cortinas. Le pidió que lo escuchara y le dijera que estaba haciendo mal. Para Marta fue una tortura escuchar a aquel hombre ensayar esa escena, y es que la imagen que inspiraba éste, era patética, daba vergüenza ajena. Parecía que se había olvidado de cómo entonar ciertas palabras, sus frases poco acentuadas parecían dichas por alguien con dificultad en el habla. Félix no era el personaje, se asemejaba a un telemarketer leyendo la guía telefónica, de forma tan neutra y aburrida que no entusiasmaba a nadie. Gracias al sexto sentido que desarrollan los actores, ese que les permite percibir hasta la mínima expresión de incomodidad ajena, Félix se detuvo. La pobre Marta suspiró de alivio.
 “Yo no sé nada de estas cosas…” dijo Marta humildemente “pero a usted le está faltando energía… dice todo igual…”.
 “Expliquese Marta…” casi la retó Félix.
 “No sé… es como si usted no aprendió a hablar bien, no dice bien las palabras, las dice sin gracia” agregó ella.
 “Usted no sabe nada de teatro…” murmuró Félix alejándose de Marta. Salió afuera a fumar un pucho. Pisó un sorete. Quiso putear a lo alto. Gritó, pero su grito fue poco acentuado. Una madre y un niño pasaron junto a él, ella educando a su hijo “Así no se putea Julián, cuando uno insulta tiene que hacerlo con ganas, con odio y con rabia… repetí conmigo: ¡Hijo de puta!”.
 Félix se frotaba su estresada sien, en la cual residían pensamientos monocordes, todos de un mismo tono. Contempló su imagen en el reflejo de un ventanal y se notó apagado, sin color.
 Marisa lo saludó efusivamente. Félix respondió a desgano, o eso pareció. “¿Qué te pasa? ¿Estás bajón?” le preguntó ella. “No, estoy lo mas bien” contestó él. “No se nota...” observó Marisa.
 En eso llegó Ramiro, que de por sí era un ser gris pero hoy se lo notaba más insulso aún. “¿Se enteraron?” preguntó sin saludar. “¿De qué?” respondieron a coro Félix y Marisa. “Venia escuchando por la radio, hay un nuevo virus en la vuelta… te ataca directamente las cuerdas vocales y la gramatica personal, empezas a hablar de otra manera, sin tildes, sin frases acentuadas… me parece que me lo agarre…”
 Marisa dijo “Pero vos siempre hablás así” y Félix agregó “Me parece que yo también me lo agarré”. “Me siento en una peli uruguaya…” comentó Marisa.
 “Ja Ja Ja” ríeron de forma depresiva Félix y Ramiro. “…parecen los típicos uruguayos, que este virus haya atacado justo este lugar es medio irónico ¿no?” acotó ella.
 Félix hizo que escuchaba pero no escuchó, se mantuvo pensante, imaginando como recobrar su antigua energía vital, esa chispa que lo caracterizaba… se despidió sin hablar, ya no quería hacerlo, y se fue pensando ¿donde quedaron los tildes?
Elugo

5 comentarios:

  1. ¿Cuál es con nosotros eh?

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  2. Control Zeta Films21 de agosto de 2012, 11:23

    Así somos los uruguayos ¿qué te pasa con nuestro cine?

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  3. La palabra tilde no lleva tilde

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  4. Bien Obdulio bien
    Qué te pasa Elugo, te vamos a matar loquito.
    En realidad yo quiero contar una historia: yo antes nunca escribía con tildes pero un día me dijeron que era muy importante, y que no había motivos para discriminarlos, ¿qué son negros?, me dijeron, entonces yo me di cuenta que no eran negros en realidad, y que por lo tanto no había ningún motivo para no usarlos.
    bueno básicamente era este el cuento, dejame pensar a ver si no me olvido de nada...mmmmm. no creo que por acá está bien, sí, está bien.
    Che me encanta verte acá
    beso

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  5. Gooooooooooooooooooooooooooooooooood

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