domingo, 19 de agosto de 2012

CARTA DE ANTONIO



Sucedió de casualidad. La gente de la mudanza no demoraba. Mire los muebles tapados,
deslicé los dedos sobre el juego de comedor. Cerré mis ojos, ahí estaba el juego de
roble de mis abuelos, sus sillas tapizadas en rojo y en el centro de la mesa un mantel
almidonado, siempre blanco y sobre el un florero con agua transparente cambiada todos
los días para que las rosas, jazmines o calas lucieran bellísimas.
Al costado el escritorio con su máquina Olivetti y su hoja con el carbónico en el rodillo
y dos libros esperando ser leídos. El piso cálido de madera y un mueble grande, pesado
de un color caoba oscura, siempre estuvo ahí. Desde un portarretratos nos sonreía toda
la familia, en una esquina la foto en sepia de mi bisabuela portuguesa.
Suspiré, como siempre lo hacemos cuando sentimos nostalgia y abrí los ojos, el mueble
estaba ahí, gallardo, firme, el tiempo no pasó para él. Con mis primos habíamos
intentado moverlo, nunca lo logramos.
Mi abuelo siempre lo culpó de haberse tragado las escrituras de la casa que se
extraviaron. Me acerco, lo toco y con el toco los recuerdos. Me apoyo para verlo mejor
y de pronto asoma la punta de un papel... las escrituras perdidas pensé. Temo romperlo,
tironeo despacio, es un sobre cerrado, amarillo, viejo, lo hago girar entre mis dedos, lo
abro, estaba dirigido a mi tía Gloria.
Lisboa, 5 de julio de 1955
“Amada Gloria mía:
Debe sorprenderte mi carta tardía, pero al llegar la noche los
duendes y fantasmas no me permiten dormir. Quise seguir a esta amante que no me
abandono: la música. Estuve siempre tironeado entre tu amor terrenal y ella que
me absorbía y embriagaba. La elegí a ella. Recorrí el mundo, me halagaron con
condecoraciones y aplausos, obtuve lo que siempre soñé pero tú siempre rasguñabas
mi corazón. Siempre estoy acompañado pero siempre estoy solo. Ansió regresar. Paso
mucho tiempo, no se si tus ojos enamorados y tu sonrisa radiante aun me pertenecen, si
es así el próximo jueves estaré con un ramo de flores en el anden del ferrocarril.
Gloria mía fuiste mi única gloria
Tuyo siempre
ANTONIO
Tengo un vago recuerdo de mi tía Gloria cortando flores, danzando en el jardín y
diciéndome:
“Ya llegara carta de Antonio”
La carta llego pero…50 anos mas tarde.
Afuera hace frío, anudo mi bufanda y salgo como todas las tardes de sábado a visitar a
la tía Gloria.
La carta me pesa en el bolsillo de la chaqueta, ahí esta ella esperándome con su sonrisa
calida y sus ojos extraviados. Hundí mi mano sudorosa, estruje la carta y la deje debajo
de su almohada. Llegando a la puerta y sin volverme le grité:
“Carta de Antonio”

                                                                                                  
                                                                                                   AVELLANEDA

3 comentarios:

  1. Muy lindo avellaneda, que bueno verla de nuevo por el toman

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  2. linda historia, triste, y con ternura al final. muy bueno

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  3. Me gusto mucho, me dio ternura el final.

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