una suave brisa corría,
el mar se agitaba y el mundo parecía querer decir algo.
- se está poniendo
feo- dijo una vos un tanto lejana
miré para atrás y
vi una figura, que con un disimulo poco eficiente buscaba acercarse
al grupo. se arrimó y pidió fuego. cada paso que daba era una clara
manifestación de sus intenciones, estaba solo, quería charlar, de
lo que fuera, eso no importaba.
ese día estábamos
particularmente callados, no fluía ningún tema, parecía como si
tan solo quisiéramos meditar frente al gran espectáculo que
teníamos de frente. el día gris empeoraba con cada segundo, el mar
reventaba grandes olas contra esa muralla de cemento llamada rambla.
a lo lejos las luces rojas de los barcos me transmitían variadas
emociones.
sentí toda la
magnitud de este mundo, de los barcos, de todos esos gigantes
atravesando el mundo para llevar cualquier tipo de producto, me
estremecí un poco, me sentí solo, insignificante. traté en vano de
atesorar ese sentimiento, pero peor fue, mi corazón se estremeció y
el miedo a la muerte toco mi puerta, me atravesó un espasmo por todo
el cuerpo que me hizo sacudir todo mi tronco. no aguante la ansiedad,
el miedo, tuve que hacer otra cosa. me dirigí hacia el extraño
-ernesto, mucho
gusto
-yo soy Proyecto,
pero no te preocupes: fracase.
no entendí que quiso
decir pero asentí con la cabeza, como para dejarla por esa, supongo
que no quería mas reflexiones. mentira.
la otra persona que
estaba a mi lado se paro, se desperezo y asintió con la cabeza. me
miro, sonrió y dijo
-me voy hermano,
esto va de mal en peor, te recomiendo lo mismo.
levanto su brazo,
con el puño cerrado y pulgar hacia arriba, se dio vuelta y comenzó
a caminar a pasos ligeros, escapando de eso que ya iba a venir, el lo
sabia.
paso el tiempo, yo
no me anime a hablar, aunque sentía muchas ganas, creo que ese
hombre que no conocía me daba algo de miedo, infundado, prejuicioso,
pero miedo al fin. el por el contrario pareció encontrar la
tranquilidad en mi compañía, fumaba largas pitadas de un tabaco
infinito, y se maravillaba con cada rayo, ese espectáculo genial del
que eramos espectadores de lujo. parecía como si los rayos fueran a
partir los barcos, se pintaban desde lo mas alto del cielo hasta ese
horizonte acuoso, en un mosaico gris azulado, que poco pueden las
palabras describir. aun así no importaba nada, no para mi, yo estaba
estirando lo inevitable, escapando a mi destino, me iba a ir, no
aguantaba mi alma turbia.
mucho tiempo
después pensé y me di cuenta que ese día escape a la cita que la
vida me había puesto, no supe entender que yo era el mismo Proyecto,
pero asustado, civilizado, corrompido. no quise abrirme, no compartí
el mismo miedo que el si pudo, que el si logro vencer, que le regalo
una tarde soñada.
un día, caminando
solo, mirando el paso de los autos, de la gente, de la vida, volvió
a mi esa escena, me di cuenta como yo era proyecto, como ese día
casi compartimos mucho, y terminamos compartiendo poco. me
entristecí, cerré los ojos y deseé que apareciera otra tormenta.
tito