jueves, 25 de julio de 2013

El trayecto

Recuerdo que en cierto momento dije saber mucho sobre un tema, tiempo después, no mucho, la realidad se empecinó en mostrarme lo contrario.
Para esos tiempos vestía formal. Un traje negro gastado, muy discreto, un sobretodo gris y un gorro. Muchos me confundían con seres de otra índole: artistas, periodistas, políticos; pero no era más que un simple empleado, al cual le tocaba vestir de cierta manera.
Pensaba mucho en las elecciones, en dónde radicaba la decisión de hacer o no tal acción.

En el fondo de un ómnibus supuse que el chofer podría ser nuevo. Medía cada acción con tal celo, que no parecía dominar su arte como lo hacen todos. No se sentía contenido por el espacio de la calle, le parecía, como a los simples transeúntes, que era muy estrecha para que pasara tan grande vehículo.
Pero al volver sobre mis propios pensamientos, pensé, cómo podría yo saber si los espacios eran lo suficientemente amplios para que pasara el ómnibus, en definitiva, no era más que otro transeúnte. Mi suposición no era más que meras especulaciones. Especulaciones fundadas en ciertos adjetivos que atribuía sobre ciertos fenómenos. No eran los suficientemente fuertes mis argumentos, la piedra angular de mi pensamiento carecía de sustento luego de una primera y rápida revisión.
Uno suele especular sobre probabilidades, lo sepa o no. Porque de eso se trata especular, de jugar con un cierto número, más o menos amplio, de posibilidades de que suceda cierto evento. Cómo y cuáles serán los atributos elegidos para integrar el selecto grupo de opciones, sobre las que luego se toma una decisión, es cosa individual. No por eso, a pesar de la consonante subjetividad que requiere ese proceso, el evento mismo sobre el cual se barajan las probabilidades debe serlo, es más, por lo general no lo es, es ciertamente mucho más objetivo.

Una figura femenina que se reflecta en el vidrio, suave, tenue, como queriendo no estar ahí. Rasgos blancos, rubios, colorados. Más allá esta el mundo, con sus reglas, tan particulares. Objetivas, o no, ahí reposa, esperando ser encontrado. El transmute es quien le da vida, con su mirada rápida y tajante.  Árboles con consignas. “Probabilidades: la revolución de la futurología”                                

                                                                     tito


                                                                 

1 comentario:

  1. Me gustó mucho, lo noté trabajado, prolijo. Encontré detrás de las palabras, entrajado y reflexivo, un personaje que puede ser interesante que desarrolles.
    Muy buena la moña del final, enganche y de cara al gol.
    Abrazo

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