Recuerdo que en cierto momento dije saber mucho sobre
un tema, tiempo después, no mucho, la realidad se empecinó en mostrarme lo
contrario.
Para esos tiempos vestía formal. Un traje negro
gastado, muy discreto, un sobretodo gris y un gorro. Muchos me confundían con
seres de otra índole: artistas, periodistas, políticos; pero no era más que un
simple empleado, al cual le tocaba vestir de cierta manera.
Pensaba mucho en las elecciones, en dónde radicaba la
decisión de hacer o no tal acción.
En el fondo de un ómnibus supuse que el chofer podría
ser nuevo. Medía cada acción con tal celo, que no parecía dominar su arte como
lo hacen todos. No se sentía contenido por el espacio de la calle, le parecía,
como a los simples transeúntes, que era muy estrecha para que pasara tan grande
vehículo.
Pero al volver sobre mis propios pensamientos, pensé,
cómo podría yo saber si los espacios eran lo suficientemente amplios para que
pasara el ómnibus, en definitiva, no era más que otro transeúnte. Mi suposición
no era más que meras especulaciones. Especulaciones fundadas en ciertos
adjetivos que atribuía sobre ciertos fenómenos. No eran los suficientemente
fuertes mis argumentos, la piedra angular de mi pensamiento carecía de sustento
luego de una primera y rápida revisión.
Uno suele especular sobre probabilidades, lo sepa o
no. Porque de eso se trata especular, de jugar con un cierto número, más o
menos amplio, de posibilidades de que suceda cierto evento. Cómo y cuáles serán
los atributos elegidos para integrar el selecto grupo de opciones, sobre las
que luego se toma una decisión, es cosa individual. No por eso, a pesar de la
consonante subjetividad que requiere ese proceso, el evento mismo sobre el cual
se barajan las probabilidades debe serlo, es más, por lo general no lo es, es
ciertamente mucho más objetivo.
Una figura femenina que se reflecta en el vidrio,
suave, tenue, como queriendo no estar ahí. Rasgos blancos, rubios, colorados.
Más allá esta el mundo, con sus reglas, tan particulares. Objetivas, o no, ahí
reposa, esperando ser encontrado. El transmute es quien le da vida, con su
mirada rápida y tajante. Árboles con
consignas. “Probabilidades: la revolución de la futurología”
tito
Me gustó mucho, lo noté trabajado, prolijo. Encontré detrás de las palabras, entrajado y reflexivo, un personaje que puede ser interesante que desarrolles.
ResponderEliminarMuy buena la moña del final, enganche y de cara al gol.
Abrazo