El amigo le comentaba que su escrito era la viva imagen de su talento. Degustó el comentario
como quien saborea una seta venenosa. Sabía que aquello era una caricia ponzoñosa, de esas
que se permiten en el ejercicio lúdico de la amistad. Lo invitó al balcón, lo convidó con uno de
sus puros y bajo una nube de humo ambos contemplaron el valle lindado por el arroyo. Aquel
paisaje bucólico era una postal en negativo del alma de aquel hombre, que como enfermedad,
sentía como la envidia navegaba por sus venas y calaba hasta los huesos. Sabía que su pluma
nunca igualaría a la de su amigo. Dejó de pensar, distrayéndose con el volar de un pájaro sobre
el arroyo. Se lo señaló a su amigo. Éste se apoyó sobre la baranda del balcón y con su mirada
buscó el ave. El hombre, con ambas manos, tomó a su amigo por los tobillos y lo levantó hacia
arriba, haciéndolo caer desde la terraza. Acabó su puro contemplando la inmensidad del valle,
limpió las cenizas de la baranda y entró de nuevo a la casa.
Maldoror Le Fou
aguanten los martes
ResponderEliminarvamo y vamo
salud!
Sselente botija
ResponderEliminarMuy pero muy bueno! Los experimentos salen bien, eh?
ResponderEliminarAmigo genio
hay ke tirar mas amigos por las terrzas.
ResponderEliminarmuy bueno