jueves, 27 de junio de 2013

La Cita X

La segunda noticia fue la afirmación de una realidad que el no sabia, por el simple echo de que se había olvidado del asunto, y porque no le interesaba, aunque estaba directamente relacionada con el. La reciente y poco real relación de su padre con la doctora Hernández era el boca a boca en el mundo medico. Nuevamente el chisme lo traía Edgar, de boca de su mujer. Osvaldo, que para esa altura estaba bastante distraído poco le importo el contenido, mas bien lo que lo dejo despierto y curioso, con una mezcla de repudio y encanto lírico, fue el echo de cómo corría el chisme en esa ciudad.
 Los centros médicos eran mucho más que un lugar donde ciertas personas atienden pacientes y les brindan una calidad de vida mejor. Ese lugar es un submundo con sus propias reglas, con sus instituciones y sus vías de comunicación. Pensó que este submundo en particular era la fuente principal de chismes en el gran torrente social. Se asusto un poco al pensar en la retórica de la salud. ¿Era eso salud? Volvió a cuestionarse algunas cosas que no eran nuevas, y a sentir que su punto de vista era el correcto, pero eso no lo tranquilizo.
 Fue el momento y la energía el que no le permitieron enredarse en un sin fin de cuestionamientos mundanos y amplios, como esos que discutía con Javier. Igualmente no se contuvo y se lo comento a Edgar, el se lo tomo como lo que era: un comentario y nada más. Compartieron percepciones y la charla se generalizo. Algunos decían que Osvaldo exageraba,  otros compartían su posición. Se divertían discutiendo, era muy evidente, sus caras, sus gestos, sus provocaciones intencionadas en direcciones totalmente subjetivas y hacia personas concretas. Algunos se divertían a pleno, no ponían nada de corazón en la plática y podían ir de un lado al otro a su antojo, jugando con los diferentes puntos de vista. Osvaldo, que solía integrar este bando, podía sentir todo lo irritante que solía ser, porque su posición era muy cómoda e inequívoca. Como te digo una cosa te digo la otra y a eso el agregado de humor justo que deja en una especie de nebulosa al juicio vertido y lo adentra en el terreno de lo que no se sabe si es cierto.
Pasada con creces la sobremesa se crearon dos grupos, en el mas grande y bullicioso, estaban bastante ebrios, hablando a los gritos y sin oírse mucho, más bien respetándose ciertas pausas, donde nadie se escuchaba sino que simplemente hacia tiempo para buscar argumentos nuevos o más convincentes, que en realidad no eran escuchados sino que servían como pruebas de fe al propio orador. El otro, jugaba un truco, estaban más tranquilos pero no menos mamados. Eran parejas de 2, el que perdía salía y así se daba la circulación, la retroalimentación en estos grupos tan disímiles. En ocasión que le toco a Osvaldo, acompañado por Federico, pasar a la mesa fue que recibió de Agustín la última noticia, la tercera, la más linda de todas. Agustín se caracterizaba por saber los pormenores amorosos de sus amigos, recordaba nombres, caras y situaciones. El sabia exactamente de cada uno de ellos que clavos dolían aun y cuales quedaban por martillar.
En medio de una partida bastante conversada y aburrida, por la diferencia en el marcador, Agustín soltó la bomba:
-¿A que no sabes a quien vi el otro?- y miro de lleno a Osvaldo.
-Ni puta ida hermano, ¿a quien?- pregunto este mientras ojeaba las cartas por su parte superior una a una, primero para saber el palo y luego los valores.
- A Martina.
Osvaldo no preciso mucho más, sabia que Martina era por el interlocutor que le daba la noticia. Una alegría intensa le recorrió el cuerpo, su solo nombre era suficiente para alegrarlo, y al parecer no pudo disimularlo
-Si, si, tu Martina esta acá, y según me dijo se viene a vivir, es temporal, por el trabajo, esta en una especie de proyecto o algo así.
-Mira vos ché, bien por ella- comento Osvaldo en una falsa actuación, en un lugar donde no lo precisaba, y al darse cuenta remato- mándale saludos si las ves de nuevo.
Todos rieron, todos sabían, algunos más, algunos menos la historia de Martina. Ella era una especie de ángel para el, era una figura que veneraba como si no existiera, su relación fue muy corta, pero la intensidad de  cada uno de los momentos que vivieron la convertía en uno de los amores de Osvaldo, el más loco y zúrrela, instantáneo y fugaz, pero que de alguna manera se presentaba como el más honesto, en largas charlas con Agustín se lo había comentado. Lo extraño de todo aquello radicaba en que eran personas extrañas que de un segundo al otro habían abierto una brecha en el tiempo, un presente muerto en el incesante rodar de este mundo en el cual se aprovecharon al máximo y se amaron sin límites.
 
                                                                                                            tito

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