Hoy tuve una eterna disputa que me mantuvo en vilo toda la noche.
Ni bien cerré los ojos con la esperanza de dormir, empecé a escuchar una especie de zumbido, que iba y venía, arremetiendo contra mis oídos. Mi amiga también lo escuchó y confirmó mis suposiciones al decir “Anda un mosquito”. Y no sólo uno, dos, o tres, la verdad nunca distinguí cuantos eran pero por su velocidad e intermitencia en el ataque podría decir que fueron varios o, en todo caso, un mosquito japonés adiestrado en la técnica kamikaze. Y en este caso mi amiga y yo éramos Pearl Harbor. Y fuimos asediados toda la noche, logrando resistir y continuar con vida pero recibiendo ronchas varias alrededor de nuestros cuerpos.
Cuando percibimos su/s presencia/s nos limitamos a esperar para contraatacar, aguardando a que esos vampiros insectoides se posaran sobre nuestras epidermis para aplastarlos de un cachetazo certero. Fallamos en nuestros intentos ocasionándonos cachetes colorados y marcas de dedos en los brazos.
Desistimos en nuestra estrategia defensiva e ingenuamente pensamos que el enemigo se retiraría con la panza llena. Logramos dormitar un rato pero un nuevo contraataque aéreo nos despertó en la oscuridad de la noche.
Pronto me puse en guardia y cuando escuchaba ese aleteo repiqueteando en el aire, alzaba el brazo y cual Daniel San intentaba capturar a esos malditos chupasangres. En ese momento me percaté de que yo no era el único frente de batalla humano pues mi amiga también estaba lanzando manotazos al aire intentando cazar algún Jhonny Bombardero Mosquito. La oscuridad y la somnolencia nos jugaron una mala pasada, todos nuestros ataques fueron en vano e incluso hubo uno fallido en el cual mi amiga me dio tremenda cachetada en la espalda, “había un mosquito” se defendió ella pero yo intuí que ese friendly fire (fuego amigo en términos bélicos) escondía algún viejo reproche. Pero ésto lo pienso ahora encontrándome hecho un zombie cubierto de ronchas con tendencias paranoicas. Veo mosquitos en todos lados, ¡es más, uno está revoloteando cerca de mí! ¡Zas!... fallé y me golpeé la mano contra el escritorio intentando eliminar un insecto ilusorio. No voy a poder seguir, no estoy en condiciones, sigan sin mí. Pero ¿qué estoy diciendo? En este momento asumo que todo lo que estoy percibiendo puede ser una alucinación, producto de la falta de sueño y del ayuno que emprendí hace unos días para desintoxicar mi cuerpo y alimentar mi alma. Estoy atrincherado en una computadora, escribiendo lo que pueden ser mis últimas memorias, quiero que me recuerden como un buen soldado que nunca negó su patria.
Pero volvamos a los hechos de la noche y a cómo me mantuve con vida y logré salvar a mi camarada. En pleno ataque enemigo nos encontrábamos abrazados como previendo la muerte y adoptando una posición romántica de eternos amantes frente a ella. Si nuestra hora había llegado, la guadaña o en este caso la probóscide de un mosquito (como se denomina científicamente a la trompa del mosquito, gracias Wikipedia, siempre en nuestros corazones) nos tocaría a ambos a un mismo tiempo y en un mismo abrazo. Gracias a esta fuente de sabiduría virtual me entero de que las únicas que pican son las mosquitos hembras por lo que se me viene a la cabeza una nueva teoría, las muy perras estaban celosas de mi compañera y querían eliminarla a toda costa y quedarse conmigo, un notable trofeo humano… Pero ¡¿qué digo?! Sepan disculparme, es el efecto de la fiebre que me hace delirar, quizás tenga malaria, pero contradecir mi teoría no pueden, he aquí mi justificación: si existen humanos zoofílicos porque no admitir la existencia de animales homofílicos. Sepan disculpar estas derivaciones instructivas, vuelvo a lo concreto de los hechos: estrechados en un fuerte abrazo nos despedimos con un beso el uno del otro y pacientemente aguardamos el golpe final… pero nada, el enemigo parecía haber retrocedido. Radiantes de felicidad nos abrazamos con más fuerza y nos besamos con más entusiasmo pero pronto escuchamos los zumbidos de la muerte y nuestras caras se empaparon de una expresión de horror. Tuve que actuar rápido y gracias al conocimiento obtenido de un documental educativo que enseñaba a los niños a protegerse en caso de un ataque nuclear pudimos resistir con éxito. “Duck and cover” rezaba aquel documentaloide, “agáchate y cúbrete” cual tortuga asustada. Y eso fue lo que hicimos, nos enrollamos cual atemorizados bichos bolita formando una sola masa humana y nos cubrimos de sábanas, logrando así una capa resistente a cualquier probóscide enemiga. Además, para una mayor protección, astutamente logré conformar con el par de almohadas que tenía a mano una barricada resistente que contuvo al enemigo hasta el final. Saldo de muertos: 0 para ambos bandos, saldo de heridos: 2 por nuestra parte y 1 por ellos, pues creo haber manoteado a uno y dejarlo medio atontado, ojala se haya estrellado y haya muerto al instante, lo que subiría al saldo de muertos de OK a 1 para el bando enemigo.
¡Pero, ¿qué es eso que veo en el horizonte?! ¡Una masa deforme y voladora que se acerca hacia mí y crece desmesuradamente! ¡Es un enjambre! ¡Una horda de mosquitos sobreviene hacia mí! ¡Que imbécil, debo haber noqueado a uno de los altos mandos! ¡Ayuda! ¡SOS! ¡Mayday, Mayday!...
Elugo
Ahora que huiste tu amiga quedo sola?
ResponderEliminarqué esta insinuando señor anónimo? cuáles son sus intenciones?
ResponderEliminarPD: fuera de eso me gustó el texto, esta divertido y es bastante inventivo.
jajaja... me gusto mucho, super espontaneo. Lindo de leer. Salute!
ResponderEliminarnotable augusto
ResponderEliminarme gusto la parte de pearl harbor porque me hace acordar a la pelicula de los dos pilotos maricones y la divina de kate beckinsale. Los mosquitos son o peor, pensaba que su capacidad de vuelo nollegaba hasta un 5to piso, pero si.llegan cansados y son presa facil
ResponderEliminarMuy bueno como siempre!!!! jajaja
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