Fijaba la vista en el espejo tratando de enderezar su jopo para colocarlo en esa posición ideal que rendía justo homenaje a su mejor cara. Llenó de gel sus manos y desparramó viscosidad en sus cabellos ariscos, amansándolos como quien doma caballos.
Se puso a repasar su arsenal de muecas y gestos: primero representó a un padre que mató a su hija confundiéndola con un ladrón (sabía que la escena estaba vigente), para esto, desdibujó su rostro en una mueca triste e incluso probó las gotitas que te hacen llorar (esas que venden en el barrio de los judíos) y comprobó su eficacia; luego evocó a un personaje villanesco y puso su mejor cara de malo, de “a mí no me hacen ni las balas” y hasta se asustó de su propia imagen; continuó emulando a un bufón y se deleitó agotando todas las muecas graciosas que tenía en su haber, para la decimoctava ya estaba aburrido. Tomó su campera, se perfumó lo bastante como para ser distinguido a una cuadra a la redonda y salió de su casa.
Nombre: Nelson, oficio: actor, o al menos así lo quería creer él a pesar de que su historial de carrera se limitaba a unos cuantos trabajos como extra y a una oportunidad en la que le dieron un par de líneas en un comercial de tránsito lento. Esto poco le importaba, se sentía satisfecho con lo que hacía, pasear de casting en casting y cobrar chirolas por ser explotado en dichos rodajes. Ahora se dirigía a un casting…
Tocó el timbre de aquella roñosa puerta de aquel penoso edificio y una voz gangosa lo atendió desde dentro “¿Sí?”, “Para el casting de Redus fat fas” contestó Nelson y la voz le dijo “Adelante, pase”.
Ya dentro, saludó a la oficinista gangosa y ésta le devolvió el gesto con cara de pocos amigos y pocos polvos. Tomó asiento y encontró a su lado a un viejo colega que había estado fuera de las canchas por una lesión muscular en la pierna derecha. Portaba ahora un bastón y estaba más gordo que antes.
-¿Qué haces hermano?- saludó Nelson.
-¿Todo en orden Nelson?- contestó el gordo.
-Bien, todo lindo. ¿Vos? ¿Cómo estás de esa gamba?
-Y ahí… casi recuperado del todo…
-Me alegro- dijo complacientemente Nelson aunque por dentro pensaba que el gordo era ahora otro competidor más a la hora de obtener papeles importantes; y qué competidor, sabía actuar con total frescura y naturalidad y esta nueva gordura le otorgaba un aderezo simpaticón. Como para no pensar en el tema, Nelson agregó:
-¿Y el litigio contra la productora? ¿Se arregló eso ya?
-No, qué se va a arreglar. Es todo un chanchullo, a uno lo tienen parado en cuclillas viéndole el culo a Gaspar y escuchando sus pelotudeces veinticuatro horas seguidas y resulta que estaba todo en el contrato. Es la letra chiquita Nelson, la letra chiquita. Por eso me traje los lentes, para leer todito
-Bueno, tampoco te quejes, tuviste la oportunidad de actuar junto a una estrella del ámbito local. Sabés lo que daría yo por tener ese parlamento, ¿cómo era?
-Ay, qué linda experiencia, todavía me acuerdo… esas líneas las recito todas las noches como si fueran el padrenuestro, te digo que a pesar de haber terminado con la pierna rota y con quemaduras leves por estar todo un día al rayo del sol, valió la pena
-Bueno, ¿pero cómo era lo que decías?
-Yo le decía “No hay más gas, Gaspar” y él me contestaba “A Gas le venís a preguntar por gas, para eso llama a Acodike”
-Un guión exquisito… y sus actuaciones sublimes
-Si, Gaspar ganó el “Chirimbolo de oro” por su actuación… lástima que sacaron el comercial del aire porque muchas personas luego de verlo se sentían inclinadas a dejar la llave de gas abierta esperando que apareciera Gaspar, pero nada, palmaban antes de que llegara
Nelson, con obvias intenciones de desviar la conversación, puesto que aquel hecho había catapultado al Gordo a la fama mientras que él quedó en el ostracismo, le preguntó:
-¿Vos estás más gordo que antes no?
-Si, tanta quietud te achancha
En eso salieron un gordo y un flaco de una de las habitaciones, atrás salió un veterano “cool” con sombrerito, camisa y chaleco que al ver a Nelson y a su colega les dijo: “Ustedes son los próximos… mmm… perfecto, vos hacés el Antes y vos el Después”, a lo que Nelson contestó “Pero no nos parecemos en nada”, a lo que el humanoide publicitario astutamente respondió “Eso no importa, después le photoshopeamos la cara al más simpático y se la pegamos en el cuerpo del otro”.
Nelson entró, tragándose su dignidad y sabiendo que la cara del gordo simpaticón sería la photoshopeada.
Elugo
q pasó elugo? 0 comentarios? ni el loro?
ResponderEliminarbueno va: a mi me gustó, me pareció un buen relato.
destaco dos momentos: "Llenó de gel sus manos y desparramó viscosidad en sus cabellos ariscos, amansándolos como quien doma caballos".
y otro, el final: "Nelson entró, tragándose su dignidad y sabiendo que la cara del gordo simpaticón sería la photoshopeada".
bien elugo, lo felicito, hasta el final produciendo, dando la cara por el TDP
Jaja gracias Seo, vos siempre dando palante... uno se pone el equipo al hombro y así lo recibe la hinchada... se ve que pal humor se acepta al Manso nomás...
ResponderEliminarSTAGE et alter, jaja
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