jueves, 20 de septiembre de 2012

La Ceremonia - Parte I


Este texto está inspirado en un relato que me hizo mi madre sobre un corto uruguayo que una vez vio, no se de quien es, es más, solo vi un pedazo, pero aun así debo decir que la idea disparadora es ajena. De quien sea, vos extraño y misterioso cineasta también tienes tu porción de reconocimiento.

 Hacía un buen tiempo que Esteban venía meditando el asunto. Al principio no le cerraba del todo, claro está, "como a cualquier ciudadano" pensaba él. Al tiempo lo que es del tiempo. Poco a poco la idea tomó más forma, hasta que finalmente lo empezó a seducir. Al principio se asustó, no entendía qué le pasaba. ¿Como podía estar comenzando a sentir esas cosas, esos pensamientos. ¿Era posible que estuviera fallando? Segundo a segundo aquello se transformaba en una danza armoniosa pero persistente, hasta que un buen día, el pobre y derrotado Esteban se dejó, se abandonó, se aferró a sus pensamientos, a sus ideas y en ellas encontró la paz.
 Una tarde de primavera mientras volvía a su casa, sin miedo, sin ninguna preocupación notó como no sólo que sentía paz en sus ideas, sino que también veía en ellas una especie de realización sublime y poética. No demoraría ni un día más. Con mucha paciencia y orden comenzó a idear ese "plan maestro" que lo consagraría, a él y a su vida. No quería que fuera una cosa simple, burda, del montón, el quería algo a lo grande, con estilo, con clase. Mientras meditaba bajo un deteriorado árbol —que era lo único que adornaba su horrible y pequeño patio— entendió también que tampoco quería caer en el reiterativo groncherismo nacional, en la subcultura grasa y el festejo enfervorizado a la ordinarieces.
 Una película fue la que terminó de despertarlo de su gran letargo. Ahora estaba totalmente pronto. Tenía los pensamientos, las ideas y el plan. Se enfervorizó mucho, mucho; tanto que esa noche por primera vez en mucho tiempo sintió algo parecido a la alegría. Temprano en la mañana del viernes 25 de octubre fue a visitar a su antiguo y querido sastre, Simón Mancilla. Luego de un cortés saludo y una breve charla para recordar alguna que otra tarde de charlas y café, el sastre comenzó a tomarle medidas. "Veni el viernes que viene" le comentó. "Simón, yo se que usted es un hombre atareado y con muchos clientes; pero yo puedo hacer un pequeño esfuerzo si esto queda para el martes". "Delo por hecho compañero" fue su respuesta.


                                                                                                  tito

3 comentarios:

  1. Quedan todas las puertas abiertas, apenas se muestra una pequeña esquina de la historia. Veremos como se desarrolla.

    ResponderEliminar
  2. Que grande Simón! Cuantas vidas ha marcado.
    Esperemos para ver por donde sigue esta historia...

    ResponderEliminar
  3. Llegue tarde pero con todo voy para el dos nos vemo ahi compañero!

    ResponderEliminar