Hace unos días, en el bar, conocí a Marcelo, no
recuerdo mucho, igual no importa, la cosa es que tardamos bien poco en hacernos
compinches, compartimos el gusto por el futbol, las buenas lecturas, las drogas
y las charlas estériles sobre como cambiar el mundo. Tomábamos cerveza, reímos,
hablamos de cosas al pedo y por alguna razón, por cierta magia del tiempo y el
espacio, terminé siendo el narrador de un hecho de su vida…
Hace cuatro días que Marcelo no sale de la casa,
tiene puesto un short negro con tiras blancas a los costados, le llega hasta la
rodilla, Marcelo es alto, castaño, buen mozo.
Lo estoy mirando, ahí, reposando en el sillón del estar, el parece no
percatarse. Su short esta sucio, creo que es semen, a lo mejor pasta de
dientes, capas mocos, pero es esa mugre sutil y casi imperceptible que se va
adhiriendo a la ropa por la rutina misma del ocio indispuesto, ese que es en
realidad otra cosa, más bien decidía. Marcelo
no esta bien. fuma largas pitadas de su cigarro Charamy sin filtro, una
situación que se repite, ah de estar fumando una caja de 20 por día. Lo curioso
es que mientras fuma parece buscar algo, no se que, no me atrevo a preguntarle,
esta un poco ideoso. Creo que no se ha bañado mucho. Apenas si come. Marcelo
pasa pegado al teléfono esperando esa llamada que todos los días no llega, creo
que es su madre, pero su madre murió y el lo sabe.
Entonces estamos de nuevo, Marcelo, la tele y yo.
Marcelo destapa una cerveza y sirve dos vasos, de palabras nada. Fumamos un
porro, otro y otro, Marcelo toma cerveza como si fuera el último día, creo que
esta ebrio, se pone verborragico, pesado y melancólico, una combinación espeluznante,
Marcelo logra asustarme, gesticula con tanta violencia, habla de cosas sin
mucha coherencia y no para de ofender al género opuesto.
tito
muy bueno tito!
ResponderEliminarTito que grata sorpresa che! Me re gusto el texto, la voz que lo cuenta, las imágenes, las reflexiones. Abrazo de gol negro T
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