Se me perdió algo. Empiezo a buscar,
sin ganas pero con un interés de por medio, entonces quiero alcanzar
ese fin. Empieza la búsqueda por el lugar seguro donde suponía que
iba a estar, no está. Busco en una habitación, no deja verse a
simple vista, entonces sacudo la tierra de los muebles, corro los
objetos que se interponen como obstáculos que entorpecen la
búsqueda, nada. Voy a otra habitación sabiendo que el resultado
iba a fracasar, era como lo supuse, no estaba. La situación comienza
a convertirse en un sutil misterio, busco hasta en el baño, sabiendo
que tampoco estaría. Entre muebles, entre hojas, entre libros, hasta
adentro de la heladera busqué. Recorro pasillos mecánicamente, de
un lugar a otro, la misión consistía en encontrarlo. En un
instante, comparable con el de un rayo de luz que anuncia al trueno,
imaginé en mi cabeza la respuesta del lugar donde estaría lo que
estaba buscando, y era correcto. Voy descalza pisando la madera del
piso, hago cinco pasos hasta una de las habitaciones. Enciendo la
luz, todo aparentemente normal, era la habitación a la que nadie
entraba, las cosas que estaban ahí tenían su lugar moldeado, nadie
las movía ni las tocaba, estaban para juntar tiempo y polvo. Pero yo
sabía que estaba ahí lo que buscaba, entonces miro debajo de una
cama y acerté con mi premonición.
Resulta que recientemente había
aparecido alguien que caminó por los mismos lugares que yo camino.
Compartimos los espacios y los movimientos, como también los hábitos
y los intereses. Es que estoy acostumbrada a ser dueña de mi
territorio, de trazar el camino que voy recorriendo sin que nadie lo
camine por encima. Además esa persona que transitó hoy, un día
cualquiera, un día más en el calendario, un día más de esa
secuencia de días interminables que hacen parte de una época de
vorágine, confusión, incertidumbre y penas, es decir, no cualquier
día o un día común; transitó con su particular y característico
tornado, cambiando de lugar las cosas, (justamente, el maldito objeto
que estuve buscando) rompiendo otras, y desnudando la vida misma.
La secuencia había sido más o menos
así: preparamos abundante comida, sabiendo que sobraría, dulces,
salados, frutas, verduras, carnes, todo para nosotros. Por momentos
sonaba la maravillosa Elis Regina en el fondo de la situación y eso
amenizaba. Se trataba de una dedicación de algo para alguien, de
esmero en las cosas, regalos, gratitud y si exprimimos los cuerpos,
caían algunas gotas de ternura. Yo comenzaba a escuchar y ver cosas
que no quería, que no quiero. Y si la moneda tiene dos caras, toda
situación de la vida también las tiene, o quizá varias más. Pero
acá veía como esas gotas de ternura se transformaban en violencia,
como toda esa cantidad de comida eran solo excesos que intentaban
llenar espacios que estaban vacíos porque se gastaron y no quedó
nada. Las melodías y la voz de Elis se transformaron en un cruento
silencio, en un portazo de puerta y un lugar abandonado.
Soy clara, mi manera de actuar lo
demuestra y lo que me justifica es la propia racionalidad,
características que se están caducando, que están tocando los
límites de mi personalidad, anunciando finales. Hoy fue uno de los
finales de este gran fin.
Acá estoy, sentada muy cómoda y
relajada, con las piernas extendidas y mirando mis pies descubiertos,
sola con mi soledad, de la que empiezo a asustarme, porque en
realidad pienso que en sí misma no existe, que esa brisa, el
escalofrío que recorre mi cuerpo desde las piernas, es la presencia
del fantasma que está junto a mí, que va a seguir estando, haciendo
lo que sabe hacer, de manera pasiva, silenciosa, y dañina, robarnos
a nosotras mismas.
Myriam Stefford
me gusto mucho el texto myri, me vi caminado tus pasos, siguiendo ese camino que es solo tuyo, ese territorio que hoy abris
ResponderEliminarun placer tenerte por el toman
salud!
Que lindo lo que decis tito, gracias. Besos
Eliminarque lindo!! Me gustó mucho, gracias por compartir. Rosina
ResponderEliminarGracias por leer y comentar! Saludos!
Eliminares enigmático este texto. me gustó el ritmo que tiene, la elección de la mayoría de las palabras.
ResponderEliminarseguramente es enigmático porque me resulta fácil describir sensaciones pero no así sus orígenes. Saludos seo!
ResponderEliminarAlejandra Pizarnik dijo, un 11 de julio del '65: “Me horroriza mi lenguaje. Miento todo el tiempo……me gustaría escribir en forma simple y clara”. Y pocos días después, el 25 de julio: “¿Y la literatura? Rotundo fracaso. Odio escribir con un nudo en la garganta pues me obliga a abstraer conceptos y a decir palabras huecas y sonoras……Si el escribir fuera lo mío no estaría siempre con esta seguridad de que lo principal de cada uno es indecible.”
ResponderEliminarqué curioso tu comentario Myri, y genial por cierto, porque hoy intercambie opiniones, entre otras tantas cosas, sobre lo simple y cuando releo y vuelvo a releer lo que decía Pizarnik no puedo dejar de hallar cierta magia en sus palabras y en las curiosidad de que vos transcribís esto, justo hoy
Eliminargracias!
Leí esa cita y me identifiqué un montón justamente en este texto. Que buena coincidencia la nuestra tito
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