I
Un día voy a hacer una locura, me decía con los ojos fijos la loca de la que yo estaba enamorado. Ella está enamorada de un punto arriba de mi cabeza. O así parece. Lo mira fijo, sin pestañear mientras yo le hablo, como si estuviese viendo una mariposa muerta pegada a la pared.
Supongo que la cordura no es algo que pueda compartirse. Yo la abrazaba a ella, a sus brazos caídos, pero no podía abrazar sus ojos, no los podía descolgar como se descuelgan las estrellas de cartón del cielo de un teatro.
¿Qué pensás hacer? ¿En que locura estas pensando? pero ella no decía nada. Parecía provocarme con su silencio. Me recordaba mi fracaso.
Quizás no exista la comunicación entre los hombres, quizás cada intento por transmitir una idea o sentimiento se pierda y sea siempre un intento frustrado, pues nunca podemos saber que sucede en la mente de la otra persona, pero si vos no me decís nada, si vos no me decís en qué estas pensando o qué crees que te pasa le estamos haciendo el partido muy fácil a algo que realmente no necesita de la ayuda de nadie.
II
¿Cuanto tiempo tarda en volverse loco un hombre solo?
Se había ido hacía nada más que un rato y para mi solo quedaba sentarme de nuevo a la soledad.
Yo había sido feliz con ella y no necesitaba de la soledad para que me lo recuerde, pero ahí estaba ella, la soledad, como un invitado indeseado y borracho gritándomelo al oído.
Estaría por siempre atado a su recuerdo como un adicto, condenado a años futuros en que su ausencia actuara sobre mi memoria como un psicofármaco caprichoso, a ver su espalda por las calles de cualquier ciudad del mundo, a torturarme cada vez que no llegara a atender el teléfono por las noches y a soñar durante esas noches nuevas formas de perderla; a ser feliz con hijos que no me recuerden en nada a ella.
III
Afuera llueve y vos te estarás mojando en la calle, mirando las gotas caer desde abajo, con los ojos abiertos para que las gotas no te perforen los párpados. Qué formas raras de cuidarte tenías. Me acuerdo de aquella ves que llegaste empapada a casa, con una sonrisa en la cara, temblando, y yo fui corriendo a buscar una toalla para envolverte y cuando estuve al lado tuyo y vi tu cara no aguante más y me puse a llorar y vos me miraste y lloraste conmigo (porque siempre fuiste una loca de lo más generosa) y después los dos nos miramos y empezamos a reír, juntos. Y tanta agua no sabíamos a que correspondía, y si lo que nos corría por los rostros era la felicidad o la tristeza o la lluvia que seguía golpeando los cristales como un niño mojado pidiendo para entrar. Eso es porque nunca nadie pensó en ponerle nombres a las lágrimas, o a la lluvia, recuerdo haberte dicho, pero vos mirabas fijo a la ventana y yo pensé que no me habías escuchado. Unos meses más tarde (mi piel todavía se acuerda) me llamaste a no se que hora absurda de la noche. Me hablaste de un libro y de una lágrima goteando sobre la página, ¿la estás viendo?, la lagrima detenida, haciéndose lugar entre la tinta, abrazada a las palabras y al silencio. Un pétalo de lluvia sobre un desierto de sal. Tiene un nombre, me decías, le puse un nombre, vino a mí. Se llama Seoane.
IV
Ahora sonaba el teléfono y yo sabía que era ella. Enseguida pensé en el rostro que le había visto hacía menos de una hora y la lucidez engañosa del miedo me hacía pensar que era el que la había aguardado años, un rostro trabajado en años de niñez y de adolescencia, en cada invierno y por cada dolor insoportable, un rostro que habrían trabajado sus padres en ella y sus abuelos a través de sus padres y cada aborto en el mundo y que se lo recordaba y los animales muertos al borde de la carretera.
Me vas a ir a visitar cuando este internada.
No digas eso
Pero ya lo había dicho y yo la imaginaba ahora sentada en el parque de un psiquiátrico. La imaginaba haciendo el amor con locos entre árboles en flor, el camisón a flores levantado hasta la cadera, una mano temblando entre medio de las piernas, locos que le olerían el pelo mientras se agarraban la pija y que llorarían después de acabar pensando en la mujer que los amó del otro lado.
Me vas a ir a visitar cuando esté internada
No digas eso
Me vas a ir a visitar cuando esté internada
Si. Claro.
Seoane
llega, tiene fuerza, es sentido, claro. Me gusto mucho, lo voy a volver a leer y releer
ResponderEliminarPa como me gusto leer esto, lleno de momentos verdaderamente humanos.
ResponderEliminaresta frase me pareció genial:
"a ser feliz con hijos que no me recuerden en nada a ella"
Cuánta intensidad. Intensidad de poeta.
ResponderEliminarMucha pasión y ternura.
Bellísimo.
genial seoane, sos de lo mejor que hay en este blog, lo único que te cagan los murguistas y te eliminan 3 veces seguidas del play, pero sos un talentoso igual. TQM, Besisss!! ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
ResponderEliminarSos un hijo de puta! Magia loco, magia estás haciendo. Cuando veas esto, sentáte, servite un whisky y tomalo tranquilo pensando que estás haciendo algo genial, porque realmente lo es.
ResponderEliminargracias a la loca esa por inspirarte esta hermosura de texto!
ResponderEliminarEstimado Augusto, creo que ya es tiempo de hacer sonar los teléfonos de algunas editoriales.
ResponderEliminarexcelente seo, radicalmente excelente. chin chin !
ResponderEliminarexcelente, mismo. cuando quieras date una vuelta por el vilar, habrá más material literario...
ResponderEliminarMuy bueno, muy verdadero no quita que si estuviece mas limpio podria ser mejor, cuando se habla desde la verdad mas verdadera dificil que no nos llegue a todos, porque como quien no quiere la cosa los sentimientos humanos terminan siendo todos iguales al fin y al cabo... Me parece que podria ser mas contundente si se limpia un poco
ResponderEliminarAnónimo Dos: he estado pensando en vos. por una parte el consejo que me das puede tener mucho de cierto, es un consejo útil, puntual, de esos que solo se aprenden con el oficio y con el tiempo. pero leyendo tu comentario tu ortografía y tu redacción no parecen la de un narrador experto.
ResponderEliminary sin embargo sigo creyendo en la corrección que me haces y pienso en si esto que haces no es una prueba, y pienso cosas como que la verdad no elije la forma ni el lugar y solo es, de manera un poco inexplicable y pienso en si detrás del comentario no estará Dios esperando que meta la pata pa marcharse.
vos sos dios?
tu comentario, Seoane, podría ser el texto del próximo viernes, pensalo.
ResponderEliminarjezus.
lo que soy te pertenece Señor
ResponderEliminarBien los dos!
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