W.C.Chamberlain
El primer domingo que tuvo el Toman me dijo Augusto que era para mí, que publicaría lo que yo le mandara, así que le mandé un texto. Y le conté que estoy empezando a escribir algunas cosas, siempre tuve ideas en la cabeza y siempre supe que esas ideas bien pasadas a papel serían buenas, ahora el tema era pasarlas. Logré escribir un texto que según un amigo y mi vieja estaba prolijo y medianamente bien contado, así fue que decidí ponerme manos a la obra.
Augusto me dijo que si quería ponerme manos a la obra y dejar de hablar sobre escribir, había algo que no podía fallar. Era dejar de fumar porro todos los días. “Si no fumas antes de acostarte, al otro día tenés la elocuencia suficiente para escribir. “Para escribir hay que ser locuaz, y fumar saca la elocuencia” eso me dijo hablando por chat el domingo un rato antes de dormirme. Así que el que tenía armado, puesto en la boca a punto de prenderlo, decidí dejarlo para otro día, tal vez para el siguiente o con suerte para otro día.
Cuando desperté al día siguiente me sentía lúcido, práctico, es decir, todo lo que hacía me salía como yo esperaba, y empecé a notar cosas que nunca había notado. Por ejemplo, descubrí que el feo olor del baño venía de una bola de pelos acumulada en el fondo del desagüe de la ducha, enseguida lo limpié y solucioné un problema que tantos meses torturó a mi sentido olfativo pero que por pereza no lo había hecho. Luego en una hora limpié y ordené toda la casa y me preparé una comida liviana. ¡Asombroso! En ese tiempo, en las mañanas, no hago más que comer, cagar y salir corriendo a trabajar.
Apenas salí a la calle empecé a notar que mi relación con la gente era distinta. Ya en la parada de ómnibus me sentía bien, como si formara parte del grupo de personas que allí esperaban su ómnibus. Una mujer me vino a hablar, me dijo que dios estaba con nosotros, que nos acompañaba en el bien, en el camino a la salvación. Yo, que comúnmente la hubiese mandado a la mierda, mantuve una larga conversación con la señora, sin salir de mi manera de pensar. Así se fue dando el día, no me costaba estar parado, ni tampoco me costaba trabajar, la gente me miraba bien y yo no me sentía observado ni molesto con nadie. Todo lo contrario, en más de una ocasión en el día vi sonreírme a las chicas más bonitas que me cruzaba y no sólo me sonreían sino que más de una coqueteó conmigo. Tampoco me sentía mal con el mundo, me parecía que todo funcionaba bastante bien, comprendí que dentro de todo era yo el quejoso y que todas mis inconformidades y mis críticas al mundo eran causa de traumas, de complejos, o de haber sido un niño mimado con problemas para enfrentar la vida adulta.
A eso de las siete de la tarde volví a casa y estaba contento con mi día, un día igual a todos respecto a lo que sucedió, pero muy distinto respecto a cómo me sentí y cómo rendí. Llegué, me pegué un baño y me afeité. Luego me senté en el escritorio dispuesto a escribir y abrí la carpeta de los textos anteriores, los de mí tiempo de drogado. Aunque aún no había pasado por la experiencia de escribir bien lúcido ni tampoco de ser escritor, ya me sentía del bando de los escritores lúcidos, ya sabía que eso iba a rendir al igual que el resto de las actividades. Pero decidí leer algo de lo anterior a ver que me parecía. Apenas leí dos renglones de lo último que había escrito y me pareció pésimo, estaban mal los tiempos, mal contado, había palabras repetidas y comas mal puestas. Faltas de ortografías graves y palabras mal escritas. Además las historias no iban hacia ningún lado, eran delirios de un drogado en crisis. Me preocupé, no tanto por mi mismo, sino por mis textos. No podían ser tan malos. Me puse a borrarlos uno por uno. En un principio los leía y después los borraba, terminé por borrarlos sin leerlos. Cuando terminé de borrar todo lo que había escrito desde los quince años, me senté y me decidí a escribir. Puse las manos en el teclado y pensé en qué cosas me habían pasado en el día, qué había observado que disparara una historia, que situación perturbadora, ridícula, o digna de ser escrita se había posado en mi cabeza. Ninguna. Me preocupé, el mundo se había acomodado, yo me sentía bien y a tono con el resto del planeta. Decidí hacerme un sanguche y comerlo en el balcón. El sanguche quedó perfecto, lo terminé y lavé todo, no quedó ni rastro de que me había metido a la cocina a preparar algo.
Me senté y me dormí en el sillón leyendo un artículo de una revista.
Desperté y estaba amaneciendo. Normalmente me hubiera despertado contracturado, con el cuello duro, mal gusto en la boca y probablemente con ampollas en el pecho, producto de las brasas caídas del porro. No lo dudé. Fui al cuarto y prendí aquel que había dejado armado en la noche anterior. No me arrepentí. ¡Cuantas ideas se posaron en mi cabeza ese día! todas dignas de ser contadas... y descubrí… la falta de elocuencia es el motor de mi cabeza.
Aceitunero
esta muy bien lo que escribis. me gustó cómo lo contás.
ResponderEliminary entiendo que lo q decís tiene un significado profundo (una persona en equilibrio no tendría porque escribir, le bastaría su propia inmanencia manando hacia dentro, como un rey del puro-ser o algo asi, o el sonido de su propio silencio le bastaría,le haría pensar que no hay necesidad de agregar una cuenta más al rosario del mundo, o sea la escritura nace de una carencia, de una brecha, escribir es mostrar a los otros la cicatriz...)
un divague más o menos así
perdon
Bueno botija no desperdicies la oportunidad y segui trabajando. Gracias por sacarme del apuro pasa que tengo a mi guri el manso que se me vuelve a vivir pa casa y andamo complicadaso con todo el tema de la mudanza.
ResponderEliminarP/D willy te estamo esperando desde las 7 de la mañana anoche segui de largo me toy durmiendo hermano, va a traer ese camion o no.
Me gusto pila la idea del texto y los lugares comunes donde sedetiene. imposible no sentirse identificado por momentos.
ResponderEliminarBienvenido al mundo toman aceitunero! y vamo arriba
El Manso es insustituible, aun asi lo ha hecho bien estimado Aceitunero. Avisen si necesitan una mano pa la mudanza.
ResponderEliminarGracias a todos por los cumplidos.
ResponderEliminarContento de formar parte de esto, ya que cumplo con los requisitos, tomo, drogo, y hasta esta mañana no peleaba, pero enseguida me encargué de eso matando a puntapiés a un niño en la calle. No se preocupen, eso me inspiró un nuevo texto que ya compartiré con ustedes.
Con amor,
Aceitunero.
salud viejo, salud, esta muy bien el relato, muy interesante la idea
ResponderEliminarabrazo y exitos
Puff!
ResponderEliminarQué bien escrito.
Celebro la incorporación de Aceitunero.