(Este es un texto que, hace ya un tiempo, Seoane escribió en colaboración con la manodiestra de su compañero en el crimen Idioteque. Compartimos con ustedes, esperando, como siempre, que sea de su agrado.
Atentamente
William Comodoro Chamberlain
o simplemente
Willy)
si
esto fuese una película el primer cuadro serían mis ojos. después la cámara
alejándose lentamente, el cuerpo de barney ganando segundo a segundo cada pixel
de la pantalla. ese soy yo. un hombre vestido de barney rodeado por niños. un
absurdo.
es verdad
que siempre es algo repentino lo que enciende la mecha, pero desencadenado por
un hecho concreto, un accidente, como esas fichas de dominó que van cayendo,
etc. asimismo, uno se acostumbra al mal tiempo, a los días malos, aún así hay
un darse cuenta, epifanía, moments of being, llamalo como quieras, en
todo caso es un ya está, esta vez va en serio pendejo. y todo lo demás
que uno pueda pensar en momentos así, claro está. la mecha, el dominó, cada
pensamiento desatando los pies del otro. de repente ves el centro del
laberinto. estás ahí. y lo único en lo que podés pensar es en abejas. zumban
como abejas esos niños a mi alrededor. no es que molesten, pero son niños, y estoy
seguro que ni shakespeare ni nietzsche ni (usted ponga el nombre que más le
gusta) tenían que pensar rodeados de pendejos insufribles que te quieren
abrazar o pegarte en las pelotas. margarita: me quiere no me quiere. bssssss.
bssssss. todo el tiempo. cosas como esas. el otro día uno de ellos dijo que me
amaba. ¿qué puede saber del amor un niño de 8 años? pregunto ¿qué puede
entender ese niño sino la parte de la estupidización, de lo banal, lo que le
enseña la tele y sus padres y los aparatos del estado en horarios de protección
al menor? yo mismo, vamos. sobre todo qué puede entender si afirma amar a un
montón de huesos y procesos químicos envueltos en tegumento, envuelto en
polifón lila de feria con forma de saurópodo bípedo: barney.
mierda.
era mucho más sensata la nenita de pelo rubio sentada en un escalón detrás de
cámaras, escrutándome con desconfianza, como diciendo la pija sos barney,
vos sos un empleado disfrazado, no me jodés a mí, la pija sos barney. o
mismo los dos o tres niños por programa que se asustaban al verme demasiado
hiperactivo. porque claro, para ellos faltaba tiempo para la cocaína.
aún
y con eso, el grueso de los pequeños hobbits o bien decía amarme o bien se
comportaba como si fuese a decirlo. yo fingía que los amaba y todos fingíamos
ser felices (te quiero yo/ y tu a mí/somos una familia feliz) en una
traumática rutina refritada que más por cansancio y repetición que por tener un
sentido fingía ser una vida. como un goteo constante que corroe una piedra y al
mismo tiempo finge ser un hilo de agua o alguna mejor comparación de la que
deslindo responsabilidades en tanto pésimo (intento de) escritor, suponiendo la
existencia de un sustantivo o significante que pueda contenerme y contener algo,
como quien dice que existe una caja de puchos o un arma cargada. sujeto y
predicado.
tampoco
era un proceso difícil el de fingir. de hecho es más fácil fingir que se ama
que fingir que se odia. las putas y los gatos enseñan eso.
¿qué
soy? ¿cómo llegué acá? pensaba ¿me aman, realmente? ¿qué parte del proceso
civilizatorio ocupo? ¿ella me ama o dice amar algo que proyecta sobre mí? ¿la
habrá querido bien su papi? tengo más años de pareja con ella que de empleo
siendo barney, pero seguramente en toda mi vida no hice sino ser esto. barney.
una PNT ambulante que roza lo macabro y con grotesco mal gusto para refritar estereotipos
bienpensantes de autocomplacencia. un reírme sin entender los chistes o hacer
como que no capto las indirectas que sí percibo. no tiene objeto un día más en
este circo mintiendo, proclamo, y formando parte de todo una serie de círculos
concéntricos que se van autoconteniendo para limitarle la mente a quien toque
limitar. un sistema erróneo que tuvo fundamento hace 2000 años cuando comenzó a
gestarse, pero que hoy está ahí sin que nadie sepa bien por qué.
reproduciéndose en cada afeitadora descartable que usamos para afeitarnos,
autosuficiente y asexuado, sin precisar de contraparte, sin fundamento ni dueño,
yéndose en sangre por el desague o creciendo en fuego y mugre, como un
megahongo mutante devenido en ciudad que terminó por controlar a los vástagos
de sus creadores. hongo, bomba atómica, a la mierda chinos. paul tibbets vio,
desde su Boening B-29, la ciudad más efímera de la historia. litlle boy. soy
parte de todo eso. soy parte de un mundo en el que algunos se desengañan al
verme pero la mayoría prefiere decir que me ama y seguir ahí, nebulizados en
una idiotización enfermante. me enferman estos pibes idiotas, me enferman.
estas abejas integradas son las que en 10 o 15 años se van a rasgar las
vestiduras en nombre del mercado, de la revolución, de la puta democracia, de
lo que mierda sea. no hacen más que polinizarlo todo. son los que van a ir y
votar como quien compra un kilo de miel vencida sin mirar la fecha de
vencimiento; son consumidores, y encima consumidores torpes. no votantes, no ciudadanos.
forman parte de un sistema de consumo y no de un sistema de cogobierno social.
¿poder del pueblo? ¿conciencia ciudadana? ellos van y “votan bien”, votan bien
en vez de poner una feta de algo en el sobre, una feta rebanada de su pija
igual, loco. afuera de las casillas de votación: pibe tenés sangre en el
pantalón. no, eso no va a pasar nunca. estos guardianes de la moral y la
autocomplacencia protegen el statu quo de un sistema que es para
algunos, un sistema llenito de barneys, amor, putas y gatos. sin lugar para las
nenitas sentadas en un escalón escrutando al payaso con desconfianza, como
preguntándose qué rol tiene el dinosaurio flipador en la sociedad del
hipercontrol gélido. qué me quiere vender este hijo de puta. a qué parte de lo
más preciado de mi ser tengo que renunciar para ir y abrazarlo y sentirme parte
del todo. yo prefabrico otro poquito de esa lógica y por eso no soporto
esto, este lugar que ocupo. no hay lugar para barney. ni para el pelotudo que
barney esconde.
camino
hasta donde está mi mochila con mis cosas. siento el arma en mis manos, imagino
el frío del caño subiendo hasta mi cabeza. lento. lento. lento. pa! pa! pa! empiezan
a caer de a uno. desde el comunicador que tengo en mi oreja escucho las
palabras del director de cámaras en el estudio: ¡Barney la puta madre que te
parió, es el tercer ataque existencial que te viene en un mes sorete hijo de
puta! Siempre que escucho la voz en off no puedo evitar pensar en dios. ahora
me doy cuenta de eso. me habla. no lo veo. me da órdenes y trata de decidir
sobre mí. yo me cago en él: barney no tiene por qué obedecer a dios, señores. hoy
barney va a improvisar. hoy barney se caga en el libreto.
camino entre un charco de agua oscura que
supongo meo de niño. el líquido que humedece el pantalón deportivo del niño
debe ser orín pero ni eso o el miedo impiden que ese pibe sea hijo de un
verdadero hijo de puta. los espejos y la paternidad son abominables porque
multiplican el número de los hombres. ¿qué puede salir del semen de un tipo
despreciable? ¿qué pasaría si un barney se dedicase a matar a todos los hijos
de puta antes de que estos crezcan y cuando aún son pendejitos risueños
vidaperfecta? niño jesús estaría orgulloso. quizás yo sea el mesías que nuestra
sociedad proyecta. la idea me revolotea por la cabeza. bsss. bssss. dios. a mi
me tocó cargar con los pecados del mundo.
cada
uno tiene el peso para sus hombros. nada. me cargo tres pibes como quien se
carga la caja de puchos en el bolsillo. todavía tengo balas pero no hay más
niños. sólo pude limpiar a los congelados de pavor, a los de días contados, a
los de hilo más corto. siempre es así, supongo. en el escalón de siempre la
rubiecita de siempre mirándome. su cara no hace un gesto. le dan lo mismo los
cadáveres de esos niños. le da lo mismo el sonido de las balas rebotando contra
los huesos.
me acerco.
es
una imagen hermosa la que sostenemos por unos segundos. ella me mira impávida y
yo de rodillas le apunto a la cabeza. ¿qué sabes vos que yo no sepa? ¿a dónde
vamos después de esto?
el
caño del arma es mi mano jugando con su cerquillo. te amo. o alguna vez te amé
en el pasado y esto no llegó a suceder nunca. después me doy vuelta. seguir
viviendo. como siempre la esperanza en el fondo de las cajas. me gustaría
preguntarle qué hago con esta erección colgando de las piernas. estoy seguro
que ella tendría la respuesta.
ahora es tarde. el caño entra en la boca de
barney y por un segundo o dos no escucho más nada. en todo caso ha sido un
gusto, amigos. pienso en ezra. me gustaría que el final de mi historia sean sus
versos.
i have
tried to write paradise
do not
move
let the
wind speak.
that is
paradise.
let the
Gods forgive what i
have
made.
let
those who i have loved try to forgive
what i have made
un
celular suena. mi cabeza rebota contra el piso. ya
olvidé qué era lo que me ataba a este mundo.
Seoane e Idioteque