miércoles, 4 de septiembre de 2013

El inicio

Los pensamientos eran confusos. Llevaba tres días sin salir de su casa, evitaba todo tipo de contacto, no lograba sostener una conversación, su cabeza se iba sola a cualquier parte.
Despertaba adivinando el día, representándolo por completo, eso le aburría y le quitaba las ganas de levantarse de la cama.
El cenicero lleno de colillas, el ambiente inundado de humo, la televisión inagotable, la botella de agua al lado de las piernas que subían y sostenían el cuerpo hundido en el sillón, la imagen típica de cada madrugada.  Se iba a dormir una vez que los ojos empezaban a cerrarse por aburrimiento más que cansancio. No quería el silencio  previo al sueño, ni los gritos de las almas queriendo salir, caminantes de la mente, que aparecen en la oscuridad, lo asustaba el silencio de los cuerpos durmiendo, de todos ellos respirando, perdidos vaya a saber uno donde.
Una vez en la cama se ponía boca arriba y comenzaba un trabajo de respiración, inspiraba por la nariz, el pecho subía y bajaba cuando exhalaba por la boca. Intentaba regular la respiración, concentrarse en eso, hasta dejar el cuerpo, buscando el sueño como única escapatoria ya que para los cobardes el suicidio no es una opción.


Julio Julio! Los gritos eran cada vez más fuertes y venían del último cuarto de un pasillo largo y oscuro. Los grito ya no clamaban por nadie, solo se ahogaban en una respiración descontrolada.
Los pies pequeños y descalzos pisaban las baldosas frías, con la agilidad de niño corrió por el pasillo, un pedazo de niñez se descascaraba en cada paso, tiempo después recordaría ese momento como el inicio de su conciencia hasta estos días. Atravesó la puerta, penetro en los quejidos, en el llanto ahogado de la madre, el camisón blanco grabado en la memoria, el pelo suelto y enmarañado de la noche,  los brazos que sostenían el cuerpo, el pensamiento del momento, la mirada detallista, la sensación de miedo que le provoco la cara de su madre mojada en llanto, de percibirla  tan debil como una niña, igual que él, que veía la muerte por primera vez.
No se despierta! gritaba entre sollozos, tu padre no se despierta!
El cuerpo se le heló, reconoció el miedo bajándole hasta los pies.   
Pasaron unos minutos, su madre seguía sacudiendo el cuerpo tomado por los hombros. Parado con el torso desnudo, calzoncillos y una media de cada color, pestañeaba en silencio.
Le hubiese gustado llorar y no dejar que las lagrimas estancadas pudriéndose tanto tiempo.
Camino hasta la cama, toco despacio el hombro de su madre, intentando que el contacto le devolviera la cordura.

-déjalo ma, déjalo.



                                                                                                                       Nano

8 comentarios:

  1. Fuerte, me llegó hasta el mas mínimo detalle. ¡Bien vos!

    ResponderEliminar
  2. coincido plenamente con el comentario anterior
    quiero acotar que entre al toman para subir un texto y esto fue para mi una gran (y grata) sorpresa, te felicito
    muy bien

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias tito. jaja Perdon se que me saltee las lineas de mando, no consulte al editor y demas, pero si no era asi no iba a ser publicado. Vamo arriba.!

      Eliminar
  3. A mi me pareció muy muy bueno. Fuerte.

    ResponderEliminar
  4. me encantó... lo leí no se cuantas veces, muchas, y cada vez me quedaba con algo particular. me gusta como empieza y como termina, me gusta mucho como lo trasmitís y sobretodo esto:que me haya dejado una sensación indescriptible. si fuera público presente, te aplaudo. saludos nano

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Muchas gracias myri, que bueno que te generara eso, de verdad.
      Abrazo!!

      Eliminar